Centros educativos de Granada desinfectan aulas, laboratorios y despachos aunque no haya clases este curso

«Nuestra función –asegura Antonio mientras termina de calzarse los patucos– es que todo quede perfectamente higienizado y sin riesgo para las personas». Hoy les toca trabajar todo el día en EFA El Soto, un centro de formación profesional ubicado en Chauchina donde, en condiciones normales, una mañana cualquiera tendría que haber cuatrocientos alumnos en clase y setenta viviendo en su residencia.

«Desde que nos llegaron las primeras noticias de que se podría abrir el 25 de mayo, nos pusimos en contacto con Castor, que ya los conocíamos, para que actuaran de forma integral ahora y también en septiembre», explica Ángel Henares, jefe de estudios de EFA El Soto. «Con independencia de si se reanuda o no la actividad docente –el consejero Javier Imbroda ya ha anticipado que no–, lo que sí teníamos claro es que en el momento en que se abran las puertas para administración, para reuniones o para recibir a alguna familia, todo tiene que estar perfectamente desinfectado». Y eso fue exactamente lo que ha hecho esta institución creada en 1973 por una asociación de agricultores para la promoción del mundo rural, y que hoy día oferta grados de FP dual –compaginando periodos de clase con prácticas en empresas– en materias como la gestión forestal o el deporte.

Miguel y Antonio realizaron esa jornada, siempre bajo la supervisión de Francisco Fernández, director técnico de Castor, una 'desinfección por nebulización' de la EFA El Soto. Es decir, mediante la utilización de difusores cuyas microgotas, que tienen efecto fungicida, bactericida y viricida, llegan a cualquier rincón para eliminar todo tipo de microorganismos patógenos que se desarrollan en ambientes con elevadas cargas orgánicas. Para ello utilizaron peróxido de hidrógeno emitido mediante pulverizadores de mano en las zonas de interior y cañones de trescientos 'bares' –dotados de depósitos de 250 litros de capacidad– para los exteriores, con un alcance de hasta noventa metros. La imagen de Miguel y Antonio deambulando entre pasillos, despachos, aulas y laboratorios parecía sacada de una película de ciencia ficción. Sí, está pasando. Lo estamos viendo. Lo estamos viviendo.

Además de la pulverización, un método ecológico y que tampoco es dañino para la salud, otro de los procedimientos habituales es la descontaminación con ozono, que ya vienen utilizando colectivos profesionales como los taxistas de Granada –la gremial dispone de esta tecnología para los vehículos de sus asociados–. Erradica bacterias, protozoos, hongos, esporas y virus pertenecientes a la misma familia que el Covid-19. Tampoco deja residuos peligrosos. Las máquinas generan ozono que sanea el aire y las superficies, aunque en este punto conviene hacer una importante acotación: su eficacia contra el coronavirus aún no está certificada por el Ministerio porque no se ha podido realizar evaluación en el periodo transitorio ni en el ámbito de España ni tampoco en el de la Unión Europea.

Pero estas actuaciones en los centros educativos, que ya empiezan a generalizarse en la provincia, no comienzan y terminan en la realización de los tratamientos, sino que implican una serie de medidas preventivas. Sólo se permite, por ejemplo, la presencia del personal técnico –no puede haber nadie más, tampoco animales–. Además, previamente, debe de cortarse la ventilación y sellarse las entradas y salidas de dichos sistemas. También hay que quitar cualquier material que pueda resultar dañado por la humedad (papeles, obras de arte…), retirar los alimentos, guardar y proteger los recipientes de comida y utensilios –en la EFA El Soto, por ejemplo, hay cocina en las dependencias de la residencia– y por último cubrir con plásticos los equipos electrónicos como pueden ser ordenadores, impresoras o monitores.