La CHG cierra un restaurante del pantano de Cubillas tras 21 años abierto

Este periódico trató de pulsar la opinión de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que rechazó hacer declaraciones.

Algunos amigos de la familia afectada se desplazaron a las instalaciones y, aunque cerraron la valla que delimita el espacio con un candado, no pusieron resistencia para dejarlo.

Francisco Torres, que ha regentado el bar durante todo este tiempo, y su hermana Concepción, trasladaron a IDEAL la tristeza que les supone tener que dejar el que ha sido su modo de vida en los últimos años.

«Queremos pedirles que recapaciten, estamos dispuestos a coger el negocio de nuevo», indicó Concepción Torres.

Los arrendatarios estuvieron acompañados por más de una decena de personas, amigos y clientes del restaurante, que quisieron mostrar su apoyo a Francisco y no dejarlo solo en la que ha sido una despedida a más de 20 años de vida y trabajo.«Es una pena que esto haya terminado así», expresaron. Ellos no solo eran clientes de Francisco, también sus amigos y tenían el restaurante como un punto de encuentro en el que han pasado parte de sus vidas.

Concepción y su hermano Francisco detallaron cómo ha sido su día a día en todos estos años. Fueron ellos los que levantaron el lugar hace más de dos décadas al establecer el restaurante.

Un día acudieron al pantano de Cubillas a comer y vieron el establecimiento vacío. «Estaba hecho una ruina», dijeron. Le mostraron su interés a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y al poco tiempo consiguieron el permiso. Así fue como echó a andar la actividad de un bar-restaurante que registraba su mayor actividad los fines de semana y en verano, principalmente, en las terrazas.

«Aquí ha habido siempre muy buen ambiente. Hemos estado al servicio de los clientes todos estos años», señalaron.

Habilitaron el exterior y pusieron un vallado para delimitar el espacio. También adecuaron el interior. Instalaron una chimenea, ventanas y rejas e incluso una potabilizadora de agua.

El interior del restaurante Los Torres contaba hasta hace dos días con una gran terraza, donde desarrollaban la actividad principal del negocio. Un salón con chimenea, una barra, una cocina y otros espacios para guardar las cámaras frigoríficas componían el interior.

Al conocer hace pocos días que tenían que abandonar el lugar, sacaron todas sus pertenencias, ya que Francisco ha vivido allí en los estos últimos años.

Las dependencias lucen ahora como si hubiesen sido desvalijadas. Los proveedores han retirado las mesas y sillas del local. Ellos han quitado la chimenea y hasta una ducha que había en una de las habitaciones. «Estamos destrozados, no sabemos cómo levantaremos cabeza. Ha sido una ruina para todos», sentenciaron.