Santa Fe abre los parques para los vecinos que quieran pasar la noche en la calle

En una de las que desembocan sigue el cordón policial. Azahara graba un vídeo de los escombros de una vivienda, que ha sufrido desprendimientos. Estaba deshabitada y los vecinos llevaban años pidiendo que la derribaran; o la tiraría antes un terremoto. Por ahora, solo ha sufrido daños, narra. Es una de las viviendas damnificadas por el 'enjambre' del martes noche, según explica el alcalde, Manuel Gil. Dos camiones de bomberos inspeccionan el pueblo y al momento empiezan a hacer recuento de daños; ninguno personal. Hay desperfectos en media decena de viviendas y la Policía Local echa un ojo a las chimeneas. Sí hay daños simbólicos en dos de los arcos, que vuelven a estar acordonados tras la caída de cascotes. Unas vallas evitan que la gente se acerque demasiado a las torres de la iglesia.

El regidor llama a la calma: estar en la calle, manteniendo las distancias y sin acercarse a las paredes. Es una estampa que se ve por todo el pueblo, desde las afueras al corazón de la ciudad de las Capitulaciones. Ha contactado con la Diputación de Granada h espera respuestas de los expertos en geología y sismología. La duda está en la plaza: «¿Cuándo podremos volver a casa? ¿Habrá más?» Y empiezan a correr los bulos, que el regidor, al frente del dispositivo en la plaza, empieza a desmentir: no se ha desalojado ninguna vivienda y no hay ninguna evidencia de que a la una de la madrugada habrá un terremoto que gane en intensidad a todos los demás. Lo que no es poco.

«¡Otro, otro!». No solo en las plantas altas se deja notar el temblor. Hay otra réplica y se siente a pie de calle. Ni los más ancianos, como Carmen, recuerdan sismos tan seguidos, tan sentidos, tan desagradables. Hay niños envueltos en mantas. Algunos coquetean con la posibilidad de no ir este miércoles al cole: «Si el otro día hubo grietas con uno, a ver hoy con cinco». Lo cierto es que nadie tiene la cuenta de las veces en las que el suelo se ha rebelado. Miran al móvil: «Van ocho en 45 minutos».

Ronny Meza y Aleidi Machado están junto a su pequeño, Adrián, y un colorido pájaro del que no se han olvidado, 'El Viejito', le llaman con cariño. Son las doce y media, ya se ha ido la mayoría de los vecinos de la plaza, y ellos y el equipo de gobierno siguen a los pies de la plaza. No quedan pequeños envueltos en mantas, ni señoras en sillas. Las familias se dan la mano al caminar por el centro de la calle. Tienen aprendida lección. Se acostarán vestidos. Tienen los parques a su disposición.