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Las nuevas medidas ordenadas por el decreto del Gobierno central se cumplieron ayer en Granada en los sectores privados afectados, el comercio y la hostelería. Al menos este es el ánimo con el que los profesionales se enfrentan a estos cambios, según reconocieron los representantes ... de ambos sectores. Las dos medidas estrella son el límite de 27 grados para el aire acondicionado este verano y escaparates apagados a partir de las diez de la noche.
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Entre las dudas sobre la puesta en marcha del control de las temperaturas y del apagado de la iluminación de los escaparates, también se preguntan cómo va a ser capaz de controlar el Gobierno el cumplimiento de todas estas medidas. «No me imagino a los agentes de la Policía Local tomando la temperatura de mi tienda con un termómetro en la mano», expresó por ejemplo Ángel Rodríguez Párrizas, presidente del Centro Comercial Abierto y de la Federación Municipal de Comercio.
Sin embargo, todos entienden que hay que cumplir el decreto. Gregorio García, presidente de la Federación de Hostelería y Turismo de Granada, explica que este decreto les afecta en el alumbrado y en la temperatura. «Se pueden tener las luces encendidas mientras el establecimiento esté abierto, hasta la hora de cierre, sin problema. Así que no nos afecta, porque cuando cerramos el bar o el restaurante apagamos las luces y listo. Además, no nos interesa tener el local iluminado una vez que ha cerrado sus puertas porque la energía está muy pero que muy cara».
Sí les afecta a los hosteleros las medidas sobre la temperatura. «Tenemos que estar a 25 grados, no se puede estar a menos. Nosotros ponemos el termostato a 25 grados y ya está, pero para mantener la temperatura tienes que forzar la máquina a veinte grados si el local está lleno». «Tampoco hay que agobiarse mucho, es un decreto y hay que cumplirlo lo mejor que se pueda», añade Gregorio García.
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Cuenta de igual forma que los hosteleros han preguntado mucho. «Analizamos el decreto y dimos las instrucciones», fue la respuesta de la Federación de Hostelería y Turismo de Granada.
También apunta que la cuestión de las temperaturas no afecta por igual en todas las zonas de este país. «No podemos comparar Oviedo con Granada. No se puede generalizar en este decreto. No podemos hacer una ley para todos iguales cuando en Oviedo están a 19 grados y en Granada a 40 grados. Aquí cuesta mucho más trabajo enfriar los locales. Está de acuerdo Ángel Rodríguez Párrizas. «Pongo un ejemplo, aquí en la calle Mesones hay una tienda que vende chocolates y ya me han dicho que si tienen que poner el aire a 27 grados se les derrite».
Sí detectan un problema que se va a generar con el apagado de los comercios y de sus escaparates. «Apagar a las diez de la noche todos los comercios va en perjuicio de la actividad turística, porque para la gente que está de vacaciones y pasea no se da buena imagen. No es un atractivo. No ves productos. Tampoco te incita a comprar mañana», entiende Gregorio García. Por su parte, Ángel Rodríguez Párrizas completa la idea:«Una ciudad sin luces de escaparate por la noche, una ciudad apagada, es una ciudad sin vida. Una ciudad muerta. Y va a generar más inseguridad».
María Castillo Olmo, presidenta de la Federación de Comercio de Granada también asegura que hay que cumplir el decreto pero con matices. «Hay que ajustar muchas cuestiones».Tiene una batería de ejemplos. Para empezar, su propia floristería. «Tengo flor expuesta. A 24 grados está bien, pero a 27 grados se deteriora». Más ejemplos. «A 25 grados los perecederos pueden sobrevivir, pero las pescaderías también presentan problemas que compensan con el hielo». Y más. «Una tienda de ropa tiene que estar a temperatura normal. Pero los probadores son pequeños, ahí a lo mejor hay que estar más fresquitos». Son un rosario de incidencias que entiende que tienen que resolverse con la puesta en práctica de todas las medidas.
Respecto a la iluminación protesta igual que sus colegas. «Está muy bien que las calles estén iluminadas, pero no a costa del comercio», sostiene para empezar. Ycomo consecuencia de la aplicación de las medidas, asegura que «pierde la ciudad porque se queda a oscuras. Pero al pequeño comercio no sé hasta qué punto le viene bien o mal apagar las luces. Puede ser un ahorro».
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