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LAURA UBAGO Y MERCEDES NAVARRETE
Martes, 19 de mayo 2020, 02:27
En la calle Marqués de Gerona la cola más larga de la zona comercial desembocaba en la mercería 'La Ocasión', también conocida como Eugenia de Montijo o Casa Miguel, por el fundador, que plantó este negocio en el Centro de Granada hace 111 años. Ahora ... también han sobrevivido a un cierre forzoso por pandemia y Luis Martín, joven y cuarta generación de propietarios, se sentía ayer contento pero sin euforia. La prudencia le restaba alegría. «Me siento muy responsable de los clientes y de los trabajadores... si pasase algo...». Luis no es capaz de terminar la frase debajo de la mascarilla. Las clientas pasaban de dos en dos y pedían lazos o encajes, algo muy propio del confinamiento y la búsqueda por restar tiempo libre al día.
Los comercios de Granada abrieron ayer en su inmensa mayoría. Otros no han podido resucitar. Junto a las persianas alzadas y las últimas pasadas al mostrador, estaba la imagen de los locales vacíos y un cartel común pegado en ellos que propone, a través de unos abogados, una negociación del precio de alquiler.
Después de dos meses cerrados, los comerciantes del Centro respiraban aliviados. Muchas joyerías, una tienda de empeñar oro, herbolarios y negocios de ropa y perfumería abrían ayer tras un ensayo de cita previa que no ha tenido mucho éxito.
«Hay que esperar, solo pueden entrar cinco personas a la vez. La Policía nos controla, algo que me parece muy bien», decía amablemente un dependiente en la puerta de una tienda de cosmética de las grandes.
Ayer para entrar a una tienda, era mejor preguntar antes. Los comerciantes cumplían estrictamente el aforo y era difícil ver a más de dos clientes dentro de los establecimientos. Esta imagen daba la sensación de que había poca clientela y el que regreso a las compras había sido tímido. «A lo mejor vienen más tarde», decía la propietaria de una tienda de accesorios con incertidumbre ante el nuevo escenario, una fase 1 desconocida en Granada el día de su estreno.
Algunos comerciantes han aprovechado para potenciar las compras online como en Calzados Nico, donde su propietario indicaba que realizarán una inversión para seguir impulsando ese tipo de venta. «A los niños les ha crecido el pie y algunos han venido descalzos en el carro a por zapatos nuevos», decía con humor Nico, satisfecho de poder abrir tras dos meses de parón.
Las grandes franquicias también abrieron ayer y en Bimba y Lola desinfectaban constantemente mientras los clientes ojeaban sin tocar de dos en dos. La cola más sonada fue ayer la de Zara de Reyes Católicos antes de abrir sus puertas. El de Recogidas era un bunker auténtico con un pasillo por el que se accedía a la zona acotada donde iban dejando pasar cuando salían, por otra puerta, los que se animaron a realizar las primeras compras.
En Álvaro Moreno, había todas las medidas de seguridad posibles: guantes, mascarillas, gel, felpudo, líneas de distanciamiento, mampara en la caja y un aparato especial para desinfectar la ropa que alguien se prueba. En Silbon, otra tienda de ropa masculina, había mascarillas para los clientes, aunque casi toda la gente venía con ellas de casa.
El comercio tradicional, que se saltó la fase 0 de la cita previa tenía ayer la prueba de fuego y la afrontó con los deberes hechos en materia de seguridad y más ambiente en las calles que en las tiendas. La limitación de aforo complica las ventas pero a través de las mascarillas los comerciantes respiraban alegría, ilusión y alivio. Sesenta y seis días después, el comercio ha resucitado y aunque le costará volver a ser el que era, nunca en todo este tiempo la calle Mesones, Alhóndiga o Recogidas se habían parecido más a las que eran antes del 14 de marzo. Dependientes y comerciantes afanaron ayer por atraer a los clientes con su mejor sonrisa.
«Pasa por favor, ahora va a ser un lujo comprar, sin aglomeraciones, tienes la tienda para ti sola», recibía la dependienta en Dolores Promesas, sacando la parte más positiva a la adversidad. Donde no decae el ritmo es en las peluquerías, que entraron a tope en la fase 0 y ayer seguían sin dar abasto. El confinamiento ha servido a los granadinos para darse cuenta de lo que vale un peine –profesional– y los peluqueros siguen arreglando los destrozos de la cuarentena. Como novedad de la fase 1, ayer ya podían comenzar a funcionar sin cita previa pero en todos los establecimientos optaron por mantener el sistema, por motivos de seguridad y para evitar colas y aglomeraciones. Incluso en establecimientos como Dúo Peluqueros, en Recogidas, que antes del estado de alarma trabajaban cogiendo a los clientes por orden llegada, ahora se ha impuesto la cita previa, por motivos de seguridad. «Abrimos la agenda a primera hora de la mañana y damos las citas del día porque ahora sólo pueden entrar 21 clientes por planta», explicaban. En el caso de la peluquería Tendencias +Salón, de la plaza Menorca, llevan días con la agenda llena y esta fase ha animado a más clientes. «Estamos notando sobre todo un incremento de la demanda », comentaba Lisardo Vicente.
Con menos bullas, pero «mejor de lo que se esperaban», se estrenaron las administraciones de lotería. «El movimiento está lejos de un lunes habitual, que era el día más fuerte de ventas, pero sí está habiendo demanda», señalaban en la administración número ocho de la calle Alhóndiga.
Y la misma sensación positiva, dentro del desastre que llevan dos meses sufriendo, tenían en muchos comercios. Para la presidenta de la Federación de Comercio de Granada, María Castillo, un factor clave para que el sector pueda recuperarse será que se retrase el inicio de las rebajas. «Hay que aguantarlas lo máximo posible», suspiraba esta comerciante.
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