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Antonio reserva cada porcentaje de batería de su móvil como si fuese oro en paño. No sabe si lo necesitará para alguna urgencia mientras antes ... de que se apague ni tampoco cuándo lo podrá volver a cargar. Los cortes de luz continuos que sufre el barrio de La Paz desde hace un mes deja a sus residentes en jaque. No pueden guardar alimentos en la nevera ni mucho menos encender un ventilador. Sobreviven con compras del día, con abanicos y con linternas cuando cae la noche. La situación empieza a ser preocupante cuando los cortes se prolongan diez o doce horas o incluso varios días. «Esto no es vida», exclama Concepción, una de las afectadas.
El nerviosismo se palpa en el ambiente. También la indignación de quienes defienden que pagan sus facturas religiosamente, que denuncian que esta situación les impide algo tan simple como cocinar o usar el ascensor. La tensión incrementa cuando los afectados mencionan a los familiares que dependen de máquinas de oxígeno, del botón de tele asistencia o necesitan guardar medicamentos, como insulina, a una baja temperatura. La última interrupción de suministro eléctrico se prolongó en algunas calles hasta tres días. Ni siquiera podían llamar a una ambulancia en caso de emergencia porque las baterías de sus móviles se agotaron y no había forma de cargarlos. «Juegan con nuestra vida. Nos van a dejar morir», expresan. Aunque el problema de los cortes de luz en el distrito Norte es histórico, los vecinos reconocen que hace dos años la administración instaló varios postes en el barrio que mejoraron el suministro en sus viviendas.
Las interrupciones no desaparecieron al completo, pero sí que estas duraban solo algunos minutos, hasta que la luz volvía a aparecer. «Creíamos que ese infierno había acabado», expresan acerca de una situación que se volvió a intensificar hace unas semanas.
El rostro de los residentes muestra preocupación, pero también desesperación. Se han adaptado a tener que vivir al día para no tirar alimentos y a marcharse a casa de familiares cuando los cortes son largos para vivir con dignidad. Denuncian «abandono» y «falta de medidas» para hacer frente a una situación que genera miedo e incertidumbre a los vecinos. «Vivimos a la espera de saber cuándo volverá a haber un nuevo apagón y cuánto durará», detallan.
Esto hace que se pregunten qué tiene que pasar para que se tomen medidas efectivas.
Ellos mismos se encargan de comunicar la incidencia a Endesa. La compañía eléctrica asegura que tienen el problema registrado en la zona y explica que se disparan las protecciones de los transformadores por sobrecarga en un centro de transformación de la Zona Norte. Los técnicos, afirman, tienen que esperar a que se enfríe el fusible para poder actuar. La razón que exponen de esta situación es la sobrecarga excesiva de los cultivos de marihuana.
No obstante, los afectados denuncian que la luz no vuelve pasadas varias horas y que es habitual que los cortes se prolonguen durante 12 horas o incluso días, motivo por el que reclaman soluciones efectivas.
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