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Conchita tiene más de 103.000 amigos. Bueno, en realidad, son más de 103.000 queridísimos y preciosos amigos. Así se refiere ella misma a todos sus seguidores de Instagram. A sus 90 años de edad, las redes sociales no le suenan a chino. Son una faceta más de su vida. Una vía de comunicación para compartir consejos motivacionales, vivencias personales o chascarrillos con todo el mundo desde el salón de su casa en la Acera del Darro. Una 'influencer' de pura cepa que entretiene, enseña y hasta filosofa en su cruzada contra dejarse ir en la tercera edad.
La luz de la calle apenas ilumina un día cualquiera del enero granadino. Las nubes cubren el sol y la lluvia comienza a caer sobre la Acera del Darro al mediodía. Apetece refugiarse en casa hasta que escampe. Es lo que hace Conchita, que acaba de cambiarse de pendientes y de rebeca antes de tomar asiento en su butaca predilecta. Se dispone a grabar una serie de vídeos para su cuenta de Instagram. Una afición que adora tras aprenderla de las generaciones más jóvenes.
«Fueron mis nietos los que me dijeron 'abueli, te queremos grabar mientras nos das tus consejos'. Accedí y al poco tiempo volvieron con sus amigos a casa. Todos querían conocerme y que hiciese más vídeos. No sabía que los subían a internet. Así empecé», reconoce a IDEAL la propia Conchita de Fuentes, que en poco tiempo ha ganado una gran cantidad de seguidores en su perfil. Nació en Madrid en 1933, aunque de sus raíces castellanas únicamente queda su habla castiza. Recién casada recaló junto a su marido en Granada, ciudad donde ha pasado los últimos 65 años criando a cinco hijos, nueve nietos y tres biznietos. Toda una vida llena de experiencias con las que ahora alecciona en Instagram.
Conchita (@abueliconchita2) es una mujer culta no, cultísima. Le apasionan el teatro o la lectura. También los hábitos relacionados con la vida sana, tales como el ejercicio físico o las actividades para activar el cerebro. Sobre todo aquellas que van dirigidas a las personas mayores, su principal objetivo. «En mis vídeos les digo que tienen que cuidarse. Tienen que leer, escribir a mano, conversar, salir y moverse lo que puedan. A esta edad también se puede bailar. Tienen que saber que estamos en la penúltima etapa de nuestra vida y que puede ser maravillosa si la cuidamos», explica.
Lo detalla de la mejor manera posible en sus publicaciones. Sin necesidad de aplicar filtros u otros efectos tan propios del lenguaje 'influencer' en redes sociales, Conchita se limita a hablar mirando a la cámara. El mensaje final resulta cálido y entrañable con su audiencia. La razón de su éxito. «No conozco a mis seguidores, pero los quiero mucho. Me los imagino viéndome en su casa y me siento como si los tuviese cerca. Siento su cariño. Y creo que ellos sienten el mío», revela la madrileña.
Conchita juega en la misma liga que Lola Lolita, Paula Gonu o Marina Riverss. Todas ellas también son 'influencers' españolas cuyas publicaciones causan furor en internet. Principalmente, entre el público 'millenial' y generación Z. Hablan de moda, viajes de ensueño o retos virales. Su edad es de los escasos factores que las diferencian de la nonagenaria, así como su carácter profesional. «No entiendo bien cómo se puede ganar dinero por subir vídeos. Yo lo hago porque me gusta y me entretiene. Me ayuda a conocer gente. Porque hablar con personas diferentes que no piensan como uno mismo enriquece», argumenta.
Dos generaciones muy diferentes que encuentran cabida en las últimas tecnologías mediante una misma pasión: comunicar. «Quiero seguir grabando para Instagram. No sé si para siempre, pero de momento me lo planteo. Sé que a mis años voy perdiendo facultades, pero las que me quedan están intactas -ríe-. Necesito continuar activa», razona antes de confirmar un nuevo proyecto. «Estoy escribiendo un libro sobre la importancia de hacerse mayor y no dejar de hacer cosas. Se titulará 'Ganas de tener ganas'. Tengo ganas de que funcione, nunca mejor dicho», bromea.
Con tan solo apretar un botón, Yareli se presenta en el salón. Es la cuidadora doméstica de Conchita, además de su operadora de cámara. «Vamos a grabar unos vídeos, por favor», le espeta siempre educadamente la 'influencer'. Se perfecciona el peinado con las manos, se estira la ropa y '¡acción!'. «Hola a todos, mis preciosos amigos. Estoy encantadísima con las cosas que me pasan. Han venido a verme unos periodistas de IDEAL. Me han hecho unas preguntas porque quieren que salga en el periódico, que es el mejor de Granada...». A la vejez, redes sociales.
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