Condenan en Granada a un menor que violó a una niña mientras un cómplice grababa

El procesado y la adolescente, que, al parecer, se conocían, se citaron a media tarde en una calle no excesivamente frecuentada de una población de la provincia.

La perjudicada no lo sabía, pero el muchacho se había puesto de acuerdo con un individuo, cuya identidad se desconoce y por tanto no ha sido juzgado, para que acudiera al encuentro y filmase la agresión sexual. La investigación determinó que incluso tenían pactada los actos que debía incluir la relación forzada.

El ahora condenado telefoneó a su compinche para avisarle de que ya estaba con la víctima. Cuando llegó el cómplice, el joven propuso a la niña mantener relaciones sexuales delante de su amigo, pero ella se negó. Fue entonces cuando la agarró del pelo y le propinó un golpe en la cara. También un puñetazo en el pecho. La chica cayó al suelo y el acusado le arrancó la ropa hasta dejarla completamente desnuda. Luego la violó.

Mientras tanto, el otro sujeto grababa la agresión con su teléfono móvil y jaleaba al atacante para que pegase a la menor al tiempo que la forzaba.

La víctima no dejaba de forcejear y gritar para que la dejasen en paz, pero los delincuentes no se detuvieron.

De hecho, la chica pudo escapar porque un viandante pasó por la zona, lo que perturbó al procesado y permitió que ella se zafase de él. Instantes después pidió ayuda a una vecina y logró ponerse a salvo. Posteriormente, fue examinado en una centro sanitario donde constataron que presentaba heridas leves en distintas partes del cuerpo.

Aparte de los daños físicos, la perjudicada también presenta secuelas psicológicas.

El encausado reconoció los hechos y no fue necesario celebrar la vista oral. En este sentido, se conformó con una pena de tres años de internamiento cerrado –fue detenido pocas horas después de perpetrar la violación y estaba en un correccional desde entonces–. Es el régimen de privación de libertad más severo que se puede imponer a un menor, ya que las personas sometidas a esta medida no disfrutan de permisos. Ni siquiera pueden salir para ir a clase y reciben formación dentro del propio establecimiento.

Cuando cumpla la pena de reclusión y salga a la calle, el joven permanecerá en libertad vigilada durante otros dos años. Durante ese tiempo, estará controlado por el Juzgado de Menores y tendrá que cumplir una serie de objetivos y compromisos. Así las cosas, la sentencia establece que el ahora condenado, y entre otras obligaciones, tendrá que participar en talleres de educación sexual y de igualdad

En el supuesto de que incumpliera esos deberes podría tener que volver a estar entre rejas.

El encausado admitió ser el autor del ataque, lo que automáticamente lo convirtió en autor de un delito de agresión sexual a menor dieciséis y un segundo delito de leve e lesiones.

El suceso ocurrió en septiembre de 2022 en una calle de un municipio de la provincia alrededor de las seis de la tarde.