Carmen Nestares Pleguezuelo vive en Seattle, Estados Unidos, a 8.797 kilómetros del número 3 de la calle Ganivet, donde su madre y su abuela fundaron la tienda de ropa infantil La Condesa. «Allí decidí que quería ser empresaria», dice sonriente bajo el emblema de ... la Universidad de Granada, en el Hospital Real. Nestares es vicepresidenta de Marketing de Amazon y Prime Video. Pero también «madre, hermana, tía, amiga y orgullosa granaína». Hoy, la UGR la reconoce como Alumni Distinguida, y el domingo, pase lo que pase, almorzará con la familia papas a lo pobre con huevo frito. «Lo mejor del mundo».
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–¿Se le hace raro venir a Granada desde Seattle?
–No tanto. Pensé que sería bueno crecer en España, por eso monté los equipos de Amazon Madrid y Barcelona e intento venir a verlos una vez al mes. Y siempre que vengo, bajo a Granada. Así que vengo bastante. Hay mucho talento por aquí.
–Pues Amazon Granada suena muy bien...
–(ríe) ¡Sí! Yo sería la primera que me vendría aquí. La verdad es que tenéis mucha suerte de vivir en Granada.
–De La Condesa a Amazon. Menudo viaje.
–Mi abuela y mi madre eran empresarias, de las que no había en su época. Trabajé en la tienda desde muy pequeña y la primera vez que vendí algo fue con seis años, lo tengo grabado: un pijamita para un recién nacido. He sido empresaria desde pequeña y pertenezco a la primera promoción de Lade.
–¿Cómo llegó a Amazon?
–Me llamaron por sorpresa. Llevaba doce años en Johnson & Johnson, una empresa que cumplía el siglo de vida, y me llaman de pronto de una empresa súper joven de tecnología. Quería aprender y me fui. Amazon es lo mejor que me ha pasado en la vida: es una empresa fascinante e innovadora para gente que tiene ese espíritu empresarial de querer crear cosas que no existen.
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–¿Empezó en marketing?
–Sí, marketing en Hogar. Luego pasé a Moda... Hasta que vi la posibilidad de hacer marketing a gran escala. Lo cierto es que mi puesto de trabajo lo inventé yo (ríe). La mitad de mi equipo son ingenieros de Informática, expertos en Big Data.
–¿Cuánta gente hay en su equipo de Amazon?
–Más de 400.
–¿Qué tal la vida en Seattle?
–Seattle es precioso, pero llueve mucho. Es una ciudad liberal, diversa y muy tolerante. Me encanta el sistema educativo, en el que es más importante conseguir que un niño quiera aprender a memorizar cosas.
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–¿Qué echa de menos de aquí?
–Echo de menos a mi familia y amigos, claro. Juntarnos los domingos en el cortijo para comer patatas a lo pobre con huevos fritos. Los churros. El sonido del mar de Almuñécar. Mis mejores amigos son los de la carrera y cuando vengo, los veo sin falta.
–¿Qué siente con el reconocimiento de la UGR?
–Siento orgullo. Es una universidad fantástica en un sitio privilegiado. Granada es la ciudad más divertida del mundo. Y me encanta la idea de ayudar en lo que pueda.
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–Es usted todo un referente.
–Hay pocas mujeres en cargos de liderazgo. Lo que me hace ilusión es usar el cargo que tengo para inspirar y desarrollar otras carreras. Es lo más bonito de mi puesto. A mí me apoyó mi jefa y yo quiero hacer lo mismo.
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–Y también es madre.
–Ser madre de cuatro niños y tener este puesto ayuda a muchas mujeres a ver que se puede llegar. A ver, que mis cuatro hijos son más complicados que todo lo que hago en Amazon (ríe). Pero sí, me gusta ser esa referencia. Yo trabajo para vivir, no vivo para trabajar. Pero el tiempo que estoy trabajando me encanta y lo doy todo.
–Por la noche, si los niños piden Netflix... ¿qué hacemos?
–(ríe) En mi casa mandan mis hijos. Y, por cierto, no sabes lo que les gusta venir a Granada...
–¿Qué consejo daría a alguien que quiera llegar donde usted?
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–Que hay que buscar oportunidades, estudiar mucho, divertirse, acumular experiencias, esforzarse al máximo y diferenciarse del resto.
–Si no me equivoco, usted estaba en Nueva York, el 11-S.
–Sí, vivía muy cerca de las Torres Gemelas. Recuerdo estar en casa para ir a la universidad y agacharme cuando pasó el avión. Pasó tan cerca que pensé que caía en mi casa. Me puse zapatillas y preparé una mochila con el pasaporte. Escribí emails a mis hermanos. Fue muy triste... recuerdo el olor... a tragedia.
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–¿Le marcó de alguna manera en su forma de afrontar la vida?
–Aprendí que hay que vivir el día a día y dar las gracias de que salga el Sol. Me gusta ver amanecer y atardecer, como a mi hermana Tere. Hay que vivir lo poquito que nos quede con pasión.
–¿Y lo cumple?
–Le tengo un aprecio muy grande a la vida. Soy una persona muy espiritual, hago yoga todas las mañanas (ríe). Creo que así es como crece la felicidad: agradeciendo lo que uno tiene.
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