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Silvia muestra bacalao islandés de primera congelación, una delicatessen para estos días. ALFREDO AGUILAR
Congelados para salir lo menos posible

Congelados para salir lo menos posible

Abierto por coronavirus ·

Aumenta la compra de verdura y pescado 'bajo cero' en época de confinamiento

Jesús Lens

Granada

Martes, 31 de marzo 2020, 02:06

Me gusta la decoración minimalista de 7 Mares, una tienda de congelados que luce unas paredes rigurosamente blancas con detalles como un espejo con la forma de un timón de barco o un simpático crustáceo rojo que destaca sobre el blanco nuclear del establecimiento.

–¿Cómo lo estáis llevando?

–Se hace raro. No ver el movimiento y el trajín habitual de la gente es muy extraño.

En ese momento entra un cliente. Se nota que sabe lo que quiere: un kilo de croquetas de jamón, una bolsa de calamares, gambas grandes, una bolsa de habas con jamón y, para rematar, bacalao. En total, cuarenta y pico de euros. Paga en efectivo, aunque lleva la tarjeta. Se nota que pasa olímpicamente del estúpido 'trending topic' de twitter de ayer por la mañana: corralito. Y es que, afortunadamente, la vida auténtica y real es muy diferente –y mucho más sensata– que la realidad paralela de las redes sociales.

Es el primer día laborable después del confinamiento total, de que nuestra economía haya entrado en hibernación. El ambiente en la calle, sin embargo, es más o menos el de otros días.

–¿Qué es lo que más estáis vendiendo estas semanas?

–Mucha verdura y pescado. Bacalao, por ejemplo. Pescados para hacer a la plancha o cocidos. La gente se ha concienciado de que tiene que cuidar la dieta y trata de comer sano. Filetes de aguja y salmón también se llevan mucho.

Le pregunto a Silvia por el abastecimiento. «No estamos teniendo excesivos problemas. Trabajamos con varios proveedores diferentes y solo nos falta alguna modalidad de lomos de bacalao o unas croquetas caseras determinadas. Es cierto que hay menos reparto dado que las fábricas producen menos, pero apenas lo estamos notando».

Efectivamente, los diez congeladores de 7 Mares presentan un aspecto extraordinario, con productos de todo tipo, para todos los gustos. «Para los niños, por ejemplo, recomendamos unas empanadillas rellenas de pizza margarita muy divertidas. Y como delicatessen especial, unos boquerones en tempura listos para freír».

Comida a domicilio

¿Y las ventas? «Más flojas. Más para abajo que para arriba. Cada día que pasa se vende menos. Eso sí, los clientes hacen compras más grandes. Vienen una vez a la semana y llenan los congeladores de casa. El producto que ofrecemos, siempre de primera calidad, es idóneo para minimizar las salidas a la calle», señala Silvia, que echa de menos la cháchara con los clientes de toda la vida. A algunos les llevan la comida a domicilio. Unos cuatro o cinco portes diarios para personas mayores que están solas.

Lo que menos se vende: el marisco. «Algo hay incluso de la costa de Granada. Vendemos gambones, gambas y langostinos, poco más. De lo que nos hemos quedado sin suministro es de unos helados italianos buenísimos. De Italia ya no recibimos nada».

La conversación nos lleva hacia las diferencias entre el pescado fresco y el congelado. «Si no se va a consumir de inmediato, mejor comprar el pescado que se congela en origen. Es mucho más seguro. Recién capturado, se mete en cámaras frigoríficas a 40 o 50 grados bajo cero, algo que jamás pueden ofrecer los congeladores de casa».

Silvia me enseña un bacalao de primera congelación de Islandia, fino, fino. «Hay otro más barato, de doble congelación. Se pesca en Islandia y se congela. Después se lleva a China, donde se descongela, se manipula y se vuelve a congelar. Este que tenemos aquí se captura en Islandia, se limpia, se trocea, se congela y, sin romper la cadena de frío, aquí lo tenemos. Lo mismo que la merluza chilena».

Además de la clientela habitual, en 7 Mares entran nuevos clientes estos días, buscando congelados que les hagan salir lo menos posible de casa. Una figura de San Pancracio les saluda. La tradición dice que da buena suerte a los negocios. Ojalá que, pronto, podamos comadrear alegremente en nuestras tiendas de toda la vida.

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