Joaquín y la reja a través de la que atiende a sus clientes. A. Aguilar

En contacto a través de los móviles

Abierto por coronavirus ·

El móvil se ha convertido en una de las herramientas esenciales de nuestra vida, especialmente durante la cuarentena

Jueves, 9 de abril 2020, 01:30

Le escribo a Joaquín un whatsapp para confirmar los horarios de apertura de la tienda de móviles en que trabaja y recibo una respuesta automática la mar de salada: «El domingo 15 de marzo entró en vigor el Real Decreto 463/2020, por el ... que se declara el ESTADO DE ALARMA. En virtud a lo anterior, a continuación os informamos de que, como OS QUEREMOS A TODOS *SANOS* pasamos a trabajar con horario reducido, de LUNES a VIERNES de *10:30 a 13:30* hasta el *1 de abril* y atenderemos a través de la reja. Cualquier cosa q necesitéis de nosotros, no dudéis en poneros en contacto a través del teléfono y whatsapp. ¡ÁNIMO y SALUD para todos!»

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Este buen humor es el mismo que muestra Joaquín en persona cuando nos vemos. Su primera pregunta: «¿No crees que hay demasiada gente en la calle hoy?» Y es que estos dos últimos días, efectivamente, había una actividad inusual: mucho transeúnte paseando y largas colas que tendían a hacerse corrillo, aunque corriera el aire entre sus integrantes. A Joaquín le acompaña Adriana, la dueña de My Love Phone, quien tiene claro que, de haber podido y por salud, habría pedido el ERTE, pero como la telefonía es un sector estratégico, sabía que no se lo iban a autorizar. Habló con Joaquín, que decidió seguir trabajando aunque fuera menos horas. Y ahí están, saludando a Carmen, por ejemplo, una vecina del barrio que se asoma por la reja a pedir cambio. «No nos renta tener abierto. Lo que más hacemos son recargas de móvil que apenas nos dejan un margen de 15 céntimos. Y eso, la más alta».

Miro a mi alrededor y veo muchos consumibles. «Lo último que hemos vendido: un micrófono inalámbrico para que una madre entretenga a su hijo. Algún altavoz y poco más. Al principio sí. Al principio vino gente a comprar móviles sin preguntar siquiera por el precio. No querían quedarse incomunicados. Ya que no nos podemos ver en persona, nos mantenemos en contacto virtual con los nuestros a través de la telefonía», señalan Adriana y Joaquín casi al unísono. Pero después de ese primer impulso, poco o nada. «Hemos pasado de no dar abasto a ver las horas pasar. Ahora estamos aprovechando para hacer inventario», señalan. Pero no pierden el buen humor: «Nos adaptamos a la situación, que de esto no tiene culpa nadie. Y lo llevamos bien. Somos graciosos y la gente nos quiere, que los clientes son como de la familia».

Quedarse sin móvil es siempre un engorro, pero permanecer incomunicados en estas semanas podría ser el equivalente posmoderno a una tragedia shakespiriana. ¿Alguna reparación de urgencia? «¿Te puedes creer que esta mañana me he encontrado con seis llamadas perdidas que comenzaron... a las 0.54 am? Son de una chica preguntando presupuesto para la reparación de un conector de carga del teléfono». Mientras lo cuenta, Joaquín se ríe a la vez que se echa las manos a la cabeza. De todas formas y de concretarse, solo sería una raya en el agua, que en estas semanas apenas ha reparado un par de móviles.

Joaquín también hace algo de teletrabajo: activaciones de tarifas, altas de contrato, algunas portabilidades desde que se ha reactivado el sistema y hasta consultas resueltas por videollamada, como enseñar a un cliente a hacer una copia de seguridad de su móvil. Pero el grueso de su trabajo, que depende de la instalación de fibra óptica de Digi, está en suspenso, dado que los instaladores no pueden ir a las casas. La última se hizo el 16 de marzo, con todas las garantías sanitarias. Desde entonces, viéndolas venir.

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