Participantes en el acto de recuerdo a las víctimas de la covid-19 y homenaje a los sanitarios. EFE

Corazones unidos

La explanada del Hospital Virgen de las Nieves se llenó con el pálpito acompasado de los que se fueron y los que aún quedamos

Fernando Mesquida Garrido

Granada

Jueves, 8 de abril 2021, 00:20

La mañana amaneció translúcida. Con el buen augurio de una bendición. Dispuesta a dejarse llenar y traspasar por los corazones vibrantes que cantarían a la esperanza, el consuelo y la gratitud.

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Era un día de cielo limpio e intenso azul. En la explanada, frente al ... hospital, todo estaba preparado para la música y el agrade cimiento, la poesía y el canto. El encuentro de los corazones.

Había sido un año de espanto y muerte, enfermedad y desolación. Una guerra con demasiados caídos. Pero el espanto sería vencido por acordes luminosos; la muerte, por las voces unidas, brotando de los más profundos arcanos del alma; la enfermedad, derrotada por corazones inundados de armonías musicales, y la desolación no tenía cabida cuando cantábamos que «en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos».

Y fue entonces cuando la explanada se llenó por el pálpito acompasado de los que se fueron y los que aún quedábamos y tantas vidas salvamos. Y no cabía más que el homenaje y la gratitud. Corazones hermanados. Fraternidad entre la gran familia de la ciudad Virgen de las Nieves, unida y cómplice como nunca antes.

La pandemia se transformaba en corriente de emociones y sentimientos que se contagiaban con más fuerza que el virus que estamos derrotando. Y no quedó un solo corazón por conmover, una sola alma que no se sintiera traspasada por el 'Te quiero' de Mario Benedetti. Y todos queríamos que la fiesta continuara. Nunca los corazones se sintieron tan identificados con una música y una letra, nunca las voces siguieron con tanta pasión la estela de una música que fue la reina por unos minutos que se convertirían en eternidad en nuestra memoria, sintiendo los lazos indisolubles de nuestra unidad. Y el color uniforme de nuestras batas blancas era la expresión de un mismo corazón puro que proclamaba el triunfo de la fraternidad, el poder regenerador del arte. Y sentimos todos el soplo de esperanza que llegaba a nuestros corazones porque habíamos emprendido el mejor de los caminos.

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Y cuando cantábamos 'Te quiero en mi paraíso, es decir en mi país, la gente viva feliz aunque no tenga permiso' sentíamos que habíamos llegado a ese paraíso que entre todos supimos alumbrar.

Y cuando nuestra directora gerente, la impulsora y alma mater de todo aquello, con su mensaje nos recordó que nuestra especie había sobrevivido no por su inteligencia, sino por la capacidad de unir sus manos ante la adversidad, eran sus palabras como la confirmación de una verdad que anidaba en nuestros corazones y que sería proclamada por la música y el arte.

Se unieron a este homenaje artistas de primer nivel. Contamos con las voces solistas de Mariola Cantarero, José Manuel Zapata, Marina Heredia y Diana Navarro. Así mismo el Coro de la Orquesta Ciudad de Granada, la Coral Universitaria Nuevas Voces y la pianista Puri Cano. Sin olvidar a nuestro magnífico director, Héctor Eliel Márquez. A todos ellos agradecemos de todo corazón que nos acompañaran en un día tan memorable para todos.

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