Marta Iglesias (derecha) dirige el taller de música en la Comunidad Terapéutica de Salud Mental de San Cecilio. RAMÓN L. PÉREZ

El coro de las emociones de Granada

Pacientes de la Comunidad Terapéutica de Salud Mental del Hospital Clínico San Cecilio encuentran en la música una vía para expresarse y mejorar su autoestima

Martes, 9 de julio 2024, 00:42

Los siete están sentados alrededor del teclado, que parece la consola de las emociones de 'Del revés'. Tienen la boca cerrada y los ojos clavados al frente, más allá del cartel que cuelga de la pared y dice así: «Recuerda que tu salud mental es ... una prioridad, tu paz interior es fundamental y tu autocuidado, una necesidad». Justo cuando el reloj marca las once y diez de la mañana, el grupo abre la boca al unísono y sus voces se fusionan con las notas del teclado: «Solo queda una vela encendida en medio de la tarta y se quiere consumir...». Los pelillos del brazo se disparan de un chasquido y una bola brillante y alegre cae en la mente de los que cantan y de los que escuchan. «Quiero vivir. Quiero gritar. Quiero sentir el universo sobre mí. Quiero correr en libertad. Quiero encontrar mi sitio». Los siete, de todos los colores, son pura emoción.

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Estamos en una de las aulas de la Comunidad Terapéutica de Salud Mental del Hospital Universitario Clínico San Cecilio. Aquí, cada lunes se realiza un taller de musicoterapia que, como sonaba tan bien, se convirtió en un coro. El pasado 19 de junio decidieron dar un concierto en el Centro Cívico Beiro, por pura diversión. Sin embargo, fue algo tan hermoso que el sueño no ha hecho más que crecer. «Nadie pensaba que íbamos a formar un coro. Tan solo cantábamos canciones en clase y nos salían muy bien», cuenta orgullosa Marta Iglesias, violinista, coordinadora de la actividad e impulsora de 'Cuerda para rato', que así se llama el invento. «El nombre del coro se lo puse a última hora, que hacía falta para el concierto –ríe Iglesias, divertida–. De momento parece que les gusta, pero lo mismo lo cambiamos».

Actuación del coro en el Centro Cívico Beiro. R. I.

En la clase de hoy participan Sergio, José Fernando, Regina, Nieves, Ana, Sara y Eli. Un grupo variopinto en el que hay gustos como colores, desde Manolo Escobar a Michael Jackson. «Me relaja muchísimo venir», dice José Fernando. «Yo canto mucho en casa y creo que lo hago bien», apunta Eli. «A mí no me gustaba la actividad, pero le di una oportunidad a Marta (la profesora) y me encantó. Ahora es mi favorita». Para empezar la sesión, Marta les pide que pongan sus manos sobre la mesa y que sigan el ritmo: pam-pam-pam-pam... «Primero hacemos una actividad de coordinación para despertarnos un poco –cuenta la musicoterapeuta–. Después, algo de expresión emocional con bases de rap para que improvisen o cambien letras de canciones. Y, por último, cantamos temas elegidos por ellos. Ya tenemos un pequeño gran repertorio. Pero lo más importante es que creen grupo, que se sientan comunidad». ¡Pam-pam-pam!

El futuro

Mientras el coro reza aquello de «solo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente», Lola Plaza, supervisora de Enfermería, sonríe desde el pasillo del centro. «Me encanta escucharlos, me relaja un montón. Estuve en el concierto y me emocionó muchísimo verlos, cada uno desde lo que podía dar y mejor sabía hacer. Fue magnífico. ¿Sabes? La gente se paraba para verlos cantar». Plaza cree que la música es una terapia «fantástica» e «inspiradora» . «Les motiva muchísimo y es buenísimo para su autoestima».

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El objetivo de 'Cuerda para rato' es, según Ana Calderón, coordinadora de Cuidados de Salud Mental, «no solo mejorar la salud mental de los usuarios, sino también ofrecerles una plataforma para desarrollar su potencial artístico y establecer vínculos positivos con otras personas, ayudándoles a encontrar armonía y apoyo mutuo a través de la música».

«Lo mejor es la complicidad, el sentimiento de grupo. Creo que vamos creando nuestra pequeña familia»

«Recuerda que tu salud mental es una prioridad, tu paz interior es fundamental y tu autocuidado, una necesidad». R. L. P.

Esta intervención se fundamenta en cinco grandes objetivos: la mejora de la salud mental y emocional, el fomento de la integración social, el desarrollo de habilidades musicales y personales, la promoción de la creatividad y la expresión, y la potenciación del sentido de comunidad. El coro lo completan 15 pacientes de la Unidad de Rehabilitación de Salud Mental, en Huétor Vega.

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Batucada

De vuelta al aula, Marta carraspea sonriente para darles la noticia. «Fue tan bien nuestro primer concierto, que en octubre vamos a repetir. Y esta vez vamos a hacer... ¡una batucada!», les dice conforme saca una ristra de darbukas (tambores) del armario. Además, la profesora les reparte varias hojas con las letras de dos nuevas canciones para el repertorio: '¡Dame! ¡Dame! ¡Dame!', de Abba, y 'La vida es un carnaval', de Celia Cruz.

Hacia el final de la sesión, Sara se pone de pie para cantarle a la clase una canción de Conchita: «Voy a estar bien, me lo dice la gente y me lo escribo en la frente para que no se me olvide nunca más...». Cuando termina, Marta le pregunta qué significa esa canción para ella. «Que a veces caemos en sitios difíciles, pero luego nos recuperamos», responde Sara. Y todos deciden que esa es una buena canción para añadir al repertorio.

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Momento de la actividad. R. L. P.

«Lo mejor es la complicidad, el sentimiento de grupo. Creo que vamos creando nuestra pequeña familia», reflexiona Marta al terminar la clase. «El repertorio sirve para emocionar, para expresar lo que sea que lleven dentro. Es su espacio. A veces terminamos y vienen a darme las gracias porque les ha tocado el corazón, porque les ha servido de terapia.... Yo también me voy con el corazón llenito», ríe alegre Marta, con las manos sobre el teclado de las emociones.

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