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La aguerrida música de los conductores de Alhambra Bus ya vaticinaba que el último pleno de la corporación no se iba a cerrar de cualquier manera. En poco quedaron las sonrisas de los ediles, muchos de ellos despidiéndose de la Casa Magna, en los instantes ... previos. Cuando el reloj dio las diez y el alcalde, Francisco Cuenca, dio comienzo a la sesión, se desató la tormenta. Carteles, acusaciones de electoralismo y transfuguismo, reproches... Esa fue la fotografía final de una corporación que dijo adiós a un mandato atípico en el que la policía entró en el Consistorio en el transcurso de una investigación por corrupción y en el que fructificó una moción de censura que acabó con más de una década de gobierno popular.
La última sesión tenía, eso sí, visos de esperanza. La aprobación por unanimidad del Plan Estratégico para la Diversidad afectivo, sexual, corporal y de género y la toma de posesión de Virginia Ortiz como concejala prometían al menos un momento de felicidad y de tranquilidad. Fueron breves. Apenas la edil del Partido Popular recogió el bastón y dio las gracias a familiares, amigos y compañeros, los trabajadores municipales del Registro mostraron su desacuerdo con la situación que viven desde hace semanas. Con carteles y explicaciones a la corporación, recordaron los problemas de seguridad y falta de personal que sufren, y que fueron, uno tras otro, denunciados por los ediles de Izquierda Unida, 'Vamos, Granada', Ciudadanos y Partido Popular.
Casi al mismo tiempo, los trabajadores de Alhambra Bus seguían con su música desde la plaza del Carmen. Su reclamación de un transporte público digno fue recogida por la concejala no adscrita, Pilar Rivas, y la representante de 'Vamos', Marta Gutiérrez, que colgaron de la mesa una camiseta con el lema de las protestas. Muchos de ellos volvieron al final de la sesión y acusaron a la concejal de Movilidad, a la que interrumpieron sus explicaciones con calificaciones como «Pinocho», de «falsas promesas».
Estas dos reivindicaciones no fueron las únicas que se sucedieron a lo largo de la mañana. Los vecinos de Norte volvieron una vez más a reclamar medidas para impedir los apagones en el distrito y los del Zaidín, muy numerosos por cierto, pidieron que no se les quitara los espacios de los que disponen para sus reuniones. Fue, quizá, el momento más agrio. Tras intervenir sin permiso en la sesión, lo que estuvo a punto de provocar su expulsión, una de las intervinientes acusó varias veces a la edil no adscrita de no recibir ni apoyar a los vecinos.
La tensión entre los concejales también fue más alta de lo habitual. La cercanía de las municipales, a la que nadie es ajeno en esta corporación, provocó que las acusaciones de electoralismo se repitieran en varias ocasiones. Ocurrió, por ejemplo, cuando se debatía una moción del grupo popular que instaba al gobierno a consensuar la movilidad urbana y la edil responsable del área, Raquel Ruz, se dirigió directamente a los espectadores de la televisión municipal para afear que la oposición no presentara alegaciones a su reordenación. La oposición en bloque, fuera de micro, la acusó de mentir a los ciudadanos al ocultar que no hubo expediente y que la medida se aprobó directamente en la Junta de Gobierno Local.
También se vivieron momentos tensos durante el debate sobre la rectificación anual del Inventario General de Bienes y Derechos del Ayuntamiento. Gutiérrez trajo a colación lo sucedido en las últimas semanas con la Casa Ágreda y acusó al equipo de gobierno de no involucrarse en la causa penal que investiga la cesión del monumento ni de llevar el caso al Tribunal de Cuentas para pedir responsabilidades.
Sus palabras provocaron la reacción del concejal de Urbanismo, Miguel Ángel Fernández Madrid, que la acusó a su vez de mentir. El alcalde intervino para pedirle a la concejala que se refiriera al expediente tratado, lo que provocó un momento difícil en el que ambos se recordaron sus respectivas obligaciones y que tuvo como víctima colateral a Luis de Haro, muy pendiente este viernes del teléfono por cierto, acusado por Gutiérrez de transfuguismo.
El debate de la moción sobre Memoria Histórica, que traían juntos los grupos del PSOE, 'Vamos, Granada', Izquierda Unida y la edil no adscrita, también dejó algunos instantes más tensos de lo habitual. Aquí el intercambio fue entre la concejala de Presidencia y de Ciudadanos, que se acusaron mutuamente de no hacer lo suficiente en una materia de lucha contra la violencia de género, un tema que no tenía nada que ver con lo debatido.
A pesar del tono bronco general, el discurrir final de la sesión también dejó episodios de hilaridad como el que vivieron las concejalas Lorena Rodríguez y María de Leyva. Ambas se enzarzaron inicialmente a cuenta de las lluvias y los problemas ocasionados por el Plan Parihuela en la pasada Semana Santa; sin embargo, las dos acabaron bromeando sobre grifos provocando las risas cómplices en el resto de los ediles. También provocó alguna sonrisa y algún codazo la presencia del candidato de Unidas Podemos-Adelante Granada a la alcaldía, Antonio Cambril, que visitó a su compañero de lista, Francisco Puentedura.
Por su parte, el concejal de Ciudadanos, Manuel Olivares, aprovechó la sesión para emitir un ruego en el que pedía disculpas por las actuaciones de los concejales a lo largo del mandato y agradecer especialmente a los ediles Baldomero Oliver, María Francés y Curro Ledesma por su trabajo. El gesto fue celebrado por el concejal de Economía, que agradeció a su homólogo de Ciudadanos sus palabras y recordó «lo difícil que es muchas veces estar a la altura de la responsabilidad».
También Fernando Egea, del Partido Popular, hizo mención a la complejidad de la tarea política a nivel local. «Es muy duro y muy ingrato», dijo antes de ponerse a disposición «de los que vengan» para ayudar en lo que necesite Granada; y lo mismo hizo Jemima Sánchez que, en su último pleno, pidió disculpas, se puso a disposición de los concejales y subrayó la importancia de que la nueva corporación que salga de las elecciones mantenga el compromiso con las medidas sociales aprobadas.
Así puso el punto y final al atípico mandato una corporación que, a partir del 26M, cambiará a más de la mitad de los concejales: entre risas y agradecimientos entre los concejales, sí, pero también entre acusaciones y con las constantes protestas de unos vecinos y empleados públicos que este viernes se hicieron notar.
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