![Fuencisla Matesanz, directora del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2023/03/06/fuen4.jpg)
![Fuencisla Matesanz, directora del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2023/03/06/fuen4.jpg)
8-M
Una corredora de fondo en la lucha contra la esclerosis múltiple en GranadaSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
8-M
Una corredora de fondo en la lucha contra la esclerosis múltiple en GranadaLa constancia y el afán de conocimiento han impulsado la brillante carrera de la investigadora Fuencisla Matesanz, una corredora de fondo en el mundo de la ciencia. La científica, nacida en Burgos y granadina de adopción, lleva 22 años dedicada en cuerpo y alma a la investigación del origen y las causas de la esclerosis múltiple y los resultados de sus trabajos se han traducido ya en avances en los tratamientos y mejoras en la calidad de vida para los pacientes que sufren esta cruel enfermedad neurodegenerativa. Licenciada en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid, Matesanz realizó su estancia predoctoral y postdoctoral en la Universidad de Nueva York y llegó a la lucha contra la esclerosis múltiple «por casualidad», a través de una estudiante que le presentó a los neurólogos del Hospital Clínico de Granada.
En 2001, Fuencisla Matesanz formó su propio grupo de investigación y consiguió la financiación para comenzar a estudiar las bases genéticas y moleculares de la esclerosis múltiple. Desde entonces ha ido encadenando proyectos con la obsesión de avanzar metros en la carrera de obstáculos que tiene como meta la curación de la enfermedad. Ahora continúa sus investigaciones como científica titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)en el Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra y dirige este centro del PTS de Granada, donde trabajan 152 científicos.
«Cuando yo empecé a investigar en esclerosis múltiple, hace más de veinte años, los enfermos tenían muy poca esperanza, había pacientes que no tenían ningún tratamiento posible para sus casos. La investigación necesitaba un empujón», recuerda.
La situación es totalmente distinta a día de hoy gracias a los hitos que han marcado los proyectos para buscar el origen de la enfermedad y descubrir los agentes infecciosos, genéticos o ambientales que determinan por qué en unos pacientes la esclerosis se manifiesta de forma más leve y en otros se desarrolla de forma muy agresiva.
Si hace apenas dos décadas los tratamientos se basaban en el método prueba-error y se perdía un tiempo precioso para frenar el avance de la enfermedad, ahora la investigación ha brindado tratamientos precisos y personalizados que permiten prevenir, detener la degeneración y mejorar la convivencia con la esclerosis.
La cura de la enfermedad es el sueño de esta científica. «Pero siendo más realistas el objetivo de nuestras investigaciones es conseguir que a cada paciente se le de el tratamiento idóneo», esgrime Matesanz.
La investigación en red, no solo nacional sino internacional que se está realizando en estos momentos, le llena de esperanza. «No se si le vamos a dar la puntilla a la enfermedad pero vamos a llegar lejos», asegura con una sonrisa. Nunca ha tirado la toalla y la gasolina que le ha movido en todos estos años, no ha sido el reconocimiento, ni los premios, ni siquiera la bendición de saber que en sus manos está mejorar la vida de miles de personas. «Reconozco que mi motivacion ha sido más egoísta: la curiosidad y el querer llegar hasta al fondo. Mi motor ha sido el conocimiento», admite.
La investigación a este nivel exige muchos sacrificios, plantar cara a la adversidad en los momentos en los que no se avanza y luchar con la falta de financiación. Pero para una mujer científica, las dificultades son aún más.
Casada con otro investigador –su máximo apoyo– y madre de dos hijas, Matesanz cree que en la ciencia, como en todos los ámbitos competitivos, aún hay que avanzar para alcanzar la igualdad efectiva. Sobre todo lamenta la dificultad que sufren las científicas que quieren ser madres. «Falta apoyo y contratos para que puedan reengancharse», denuncia. Sus palabras suenan demoledoras al expresar una dolorosa verdad: «De haber sido hombre, yo habría llegado más lejos y más deprisa».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.