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Los innecesarios enfrentamientos que se producen en la plaza del Carmen cada 2 de enero albergan mayor virulencia –curiosamente– que la toma real de Granada aquel año de 1492, en el que algunos historiadores coinciden señalando que acababa la Edad Media y comenzaba la Moderna, ... acentuada por el posterior descubrimiento de América. Mi colega Andrés Bernáldez dice de aquel día: «E el Rey e la Reina, vista la carta e enbaxada del Rey Babdili, adereçaron de ir a tomar el Alhanbra; e partieron del real, lunes, dos días de henero, con grand hueste, muy ordenadas sus batallas: E llegando a cerca del Alhanbra, salió el Rey moro Muley Babadili, aconpañado de muchos cavalleros moros, con las llaves en las manos, encima de un cavallo. E quísose apear a besar la mano del Rey, e el Rey no ge lo consentió descavalgar del cavallo ni le quiso dar la mano. E el Rey moro le besó en el braço e le dio las llaves e dixo:
–Tomá, señor, las llaves de tu çibdat, que yo e los que estamos dentro somos tuyos.
E el Rey Don Fernando recebió las llaves e diólas a la Reina, e la Reina las dio al Príncipe, e el Príncipe las dio al conde de Tendilla, el cual, con el duque de Escalona, marqués de Villena, e con otros muchos cavalleros, con tres mil de a cavallo e dos mil espingarderos enbió entrar en el Alhanbra e se apoderar de ella. E fueron e entraron e la tomaron, e se apoderaron de lo alto e baxo della, e mostraron en la mayor altura della e más alta torre, primeramente el estandarte de Jesucristo, que fue la Santa Cruz, que el Rey traía sienpre en la santa conquista consigo. E el Rey e la Reina e el Príncipe e toda la hueste se umillaron a la Santa Cruz, e dieron muchas gracias e loores a Nuestro Señor, e los arçobispos e clerezía dixeron TE DEUM LAUDAMUS».
Quiere esto decir, que la entrega de la ciudad se produjo dentro de la más exquisita educación, e incluso se evitaron humillaciones innecesarias a los vencidos. Todo se había previsto sin prisa pero sin pausa, desde el 25 de noviembre de 1491, fecha en la que se firman las capitulaciones de Granada en el campamento de Santa Fe, dándole a los moradores alhambreños setenta días para que abandonen la ciudad, un plazo que se acorta a tenor de las revueltas que se suceden, por aquellos que no están conformes con la rendición.
De ahí que, tal día como hoy de 1492, Alfonso de Palencia, escribe una carta en latín a don Juan Ruiz de Medina, obispo de Astorga, contándole los pormenores de la entrega de Granada:
«El 1 de enero por la tarde Boabdil recibe en la Alhambra a un grupo de soldados cristianos que vienen con la intención de tomar los lugares estratégicos de Granada y de la Alhambra. Tomaron 500 rehenes para garantizarse la buena voluntad de los granadinos. Al día siguiente, después de mediodía sale de Santa Fe la real comitiva para tomar Granada. Van los Reyes, el Príncipe don Juan, la infanta doña Juana, el Cardenal de España, el maestre de Santiago, numerosos prelados y el clero. Van escoltados por lo mejor de la caballería y del ejército castellano.
Boabdil salió al encuentro de los Reyes. Iba rodeado por cincuenta jinetes. Su rostro reflejaba súplica, arrepentimiento y pesar. Se dirigió a besar la mano de Fernando que iba delante. Fernando impidió aquella humillación del vencido. Por medio de intérpretes Fernando y Boabdil hablaron durante unos momentos. Luego el Rey Chico se dirigió a Isabel con los mismos sentimientos de humillación y arrepentimiento, que fueron correspondidos por la Reina con palabras corteses. A continuación se acercó a las murallas de Granada el obispo de Ávila, futuro arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera. Portaba el estandarte con la Santa Cruz. Subió a la parte más alta de la Alhambra, seguramente a la Torre de la Vela, y mostró la Cruz para que todos la vieran».
A partir de este protocolo modélico, lo que sucede en Granada no tiene nada que ver con lo acordado en la vega. Se destruyó la judería entera, se convirtieron las sinagogas y las mezquitas en iglesias y las casas las repoblaron con cristianos. Los moros que se quedaron como mudéjares o conversos iban pronto a comprobar lo difícil de su situación. Granada ya es otra. Setecientos ochenta años después, Granada es cristiana de nuevo.
Los primeros en tener que abandonar Granada son los judíos. Se abrió un plazo hasta el 31 de julio de 1492, para consumar el destierro –aunque finalmente se prorrogaría hasta comienzos de agosto–, sancionándose con pena de muerte y confiscación de bienes a los judíos infractores. Del mismo modo, se fijaron castigos para los súbditos del reino que asilaran y ampararan a quienes debían marcharse. A lo largo de los cuatro meses en que había de hacerse efectiva la orden, los monarcas garantizaban a los expulsados protección frente a ataques y también la íntegra disposición de sus bienes muebles e inmuebles. Por ello se dispuso por prescripción regia que se liquidaran todas las deudas con judíos y que estos pudieran vender sus pertenencias y finiquitar sus transacciones con equidad. Sin embargo, ante el poco tiempo previsto, se cometieron abusos y fueron frecuentes los casos de propiedades malvendidas a un precio muy por debajo del correspondiente o de negocios abandonados en manos de representantes cristianos. Después, les seguirían los moriscos. Y así se escribe la historia.
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