![El faro de las migraciones](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201510/11/media/cortadas/gr-faro--575x323.jpg)
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Juan Enrique Gómez
Lunes, 19 de octubre 2015, 01:49
Llegan desde levante. Se vislumbran como pequeñas motas de color negro que desde el horizonte siguen la línea del mar hasta que se acercan y toman forma. Es un grupo de media docena de garzas reales que vuela a media altura, junto a los acantilados, sin dejar de avistar tierra, en busca del lugar idóneo para adentrarse en el mar y dar el gran salto hacia territorios de África. Son solo una mínima parte de las más de 100.000 aves que cada año cruzan los cielos de la provincia de Granada para dirigirse hacia el Estrecho de Gibraltar y después a zonas tan remotas como los humedales subsaharianos, o simplemente cruzar Alborán desde las playas granadinas hasta encontrar la costa de Marruecos, aunque ello suponga volar 175 kilómetros sobre el agua, sin posibilidad de descanso. Ocurre dos veces al año. Son las migraciones de aves que se conocen como prenupcial y postnupcial, al final del invierno e inicio de la primavera, y al terminar el verano y comenzar el otoño. En los dos casos, un espacio natural se convierte en la atalaya para observar el paso migratorio, el cabo de Sacratif, en el entorno del faro situado en el extremo del picacho que más se adentra en el mar y a una altitud que permite la observación del vuelo de las aves casi a la misma altura que lo hacen las bandadas que a primera hora de la mañana y a la caída de la tarde ocupan el cielo en dirección oeste.
De la sierra a la costa
Aunque Granada no es un territorio clave para el estudio de las migraciones, no se puede olvidar que una parte importante de las aves que cada año llegan a las costas próximas a Gibraltar para dar el salto del Estrecho, han pasado antes por tierras granadinas, e incluso en muchos casos han superado con éxito la gran prueba de sobrevolar Sierra Nevada, o han sabido encontrar pasos para sortear la gran montaña nevadense y llegar hasta las costas orientales de la provincia y, desde allí, volar en paralelo a la costa. Jorge Garzón, autor del libro Aves de Sierra Nevada, asegura que son muchos miles de individuos los que cada año, dos veces, en primavera y otoño, cruzan o pasan junto a la sierra. "Uno de los estudios realizados sobre migraciones ofreció como resultado el paso de 26.260 aves de 16 especies sobre el puerto de la Ragua en solo tres días, la mayor parte eran golondrinas y avión común", dice Garzón. Los estudios del programa Migra de SEO Birdlife, según su coordinador de censos en Andalucía, Juan Francisco Jiménez, aportan datos que indican que no todas las especies llegan a Gibraltar, y que algunas de ellas, como las carracas, que pasan parte del verano en las zonas áridas de Guadix y el noreste provincial, llegan a la costa y, sin dudarlo, cruzan el mar de Alborán.
El último Inventario Ornitológico de la provincia de Granada, elaborado por Juan Pérez Contreras, José M. González Cachinero y José M. Rivas, señala que de las 307 especies que recoge el inventario casi un tercio de sus poblaciones son de paso, es decir que se les observa en migración, lo que suponen un centenar de especies.
Entre ellas tienen una especial relevancia las que se consideran aves marinas. Desde el entorno del faro de Sacratif, un picacho cubierto de vegetación termomediterránea y flora de acantilados, es fácil observar bandos de gaviotas de diferentes especies, grupos de pardelas, alcas, de las que algunas se quedan en el puerto de Motril, alcatraces que viajan hacia el continente africano o se quedan a pasar el invierno en las costas granadinas, además de grandes grupos de flamencos que, al atardecer, vuelan entre los humedales andaluces e intentan cruzar el mar para llegar a África Central, e incluso los simpáticos frailecillos, aves de grandes picos coloreados. Desde Sacratif es posible ver también bandadas de pequeñas aves paseriformes (con forma de gorrión) que a pesar de su mínimo tamaño desafían al mar y las inclemencias del tiempo.
Sacratif es también el lugar idóneo para observar la llegada de las aves marinas invernantes, las que deciden quedarse en la costa granadina y pasar el tiempo necesario para que cesen los fríos del norte. Es sorprendente ver la forma de pescar de las golondrinas de mar, los charranes patinegros, que con rápidos picados se sumergen en el mar para emerger con un pez en su pico, como los grandes alcatraces de más de un metro de envergadura que cada año llegan desde las costas de Islandia y Escocia a pasar el invierno en los acantilados de Alborán. Son los huéspedes del cabo de Sacratif, donde el faro construido en 1863 señala las rutas del mar a aves y navíos.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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