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El agricultor de Carchuna Manolo Rodríguez muestra varios ejemplares en su explotación, una de tantas que producen por encima de las posibilidades de venta.
Los agricultores plantean destruir un millón de kilos de pepino al día para subir su precio

Los agricultores plantean destruir un millón de kilos de pepino al día para subir su precio

COAG pide retirar hasta un 40% de la cosecha y evitar que la sobreproducción arruine la temporada, pero no hay consenso

Javier García Martín

Jueves, 10 de diciembre 2015, 17:46

Suena paradójico, pero los trabajadores del campo saben que es prácticamente la única solución que tienen a mano para frenar una temporada que todo apunta a que acabará en números rojos. O arruinan parte de su cosecha, o la cosecha terminará arruinándoles a ellos. Desde mediados de noviembre, el inusual buen tiempo que ha recorrido la Costa hasta tocar las puertas del invierno está contribuyendo decisivamente a que la tierra ofrezca una generosa producción de pepino. Tanto, que ni el mercado puede absorberla. En términos de oferta y de demanda, el calor otoñal vivido ha motivado desde el pasado mes una firme caída en los precios hasta niveles por debajo del umbral del coste de producción, un límite bajo el que al sector agrícola no le sale rentable vender.

«Desde hace tres semanas, la inmensa mayoría de los días hemos vendido el pepino un poco por encima de los 20 céntimos por kilo de media», explica Manolo Rodríguez, agricultor de Carchuna que dedica gran parte de su empeño diario al cultivo bajo plástico de este alimento emblemático del litoral granadino.

Para que trabajadores como él saquen rentabilidad a este cultivo y cubran no sólo la mano de obra, sino las semillas, el agua o la electricidad necesarios para su florecimiento, la venta no debe bajar nunca de los 35 céntimos. «El año pasado fue malo y este parece que será peor -destaca-, porque estamos vendiendo en niveles de hace dos o tres décadas y sin ayuda de nadie». «¿Dónde está la ministra de Agricultura?», se pregunta.

Monopolio

La organización agraria COAG quiere que se implemente un protocolo que funcione de forma automática cuando las ventas en origen se precipiten por debajo del coste de producción en fechas como las actuales. La principal medida sería la destrucción del excedente para que los precios, ante una menor oferta, vuelvan a sus márgenes normales.

La capacidad de influencia es grande, según los expertos. «Ahora mismo, la totalidad del pepino que se consume en Europa es de Granada y de Almería», recuerda Miguel Monferrer, secretario provincial de COAG. «Esto no ocurre con otros productos», afirma.

Según sus cálculos, ese protocolo incluiría la destrucción de un millón de kilos de pepino al día para reflotar su valor, una cifra que supondría hasta el 40% de la producción, pero que necesitaría del concurso de todos -cooperativas, alhóndigas, pequeños agricultores- y también en la provincia almeriense -donde algunas empresas «muy potentes» plastifican y congelan los excedentes hasta que les pueden dar salida-.

Sin embargo, a día de hoy y a diferencia de lo que ocurría hace unos años, no hay consenso en el sector. «Nadie quiere perder cuota de poder», explica Monferrer. «Hemos propuesto retiradas pero depende de los agricultores, por eso tiene que haber un protocolo que se adapte a las necesidades», insiste el responsable. Para organizaciones como esta, una solución podría ser la autorregulación del sector mediante la instalación de contenedores a las puertas de las comercializadoras.

Ni con donaciones

Desde la sede motrileña de la Oficina Comarcal Agraria de Granada, se tiene constancia de que se han producido toneladas de donaciones continuadas a bancos de alimentos, comedores sociales y organizaciones afines desde la provincia. Esta vía solidaria parece a todas luces una opción más sostenible que el envío a los vertederos. Sin embargo, los propios productores reconocen que sólo sirve para dar salida a porcentajes mínimos.

En las actuales circunstancias, la Costa produce tantos pepinos al día que ni siquiera estas siempre necesitadas alacenas darían abasto para almacenar productos frescos sin que llegaran a pudrirse. Así las cosas, muchos sólo se resignan a mirar al cielo y confiar en que se vaya el calor. «El precio que se está pagando es bajísimo», abunda Fernando Martín, gerente de Procam. «Nos vemos afectados empresarios y agricultores porque no cubrimos los gastos y estamos perdiendo». Su cooperativa, dedicada a productos ecológicos, lleva desde mediados de noviembre retirando parte de la producción, pero ni por esas. «Sólo nos queda esperar», asume.

Y, es que, un mal arranque de la temporada puede ser condenatorio. El año pasado, con millones de kilos esperando en las cámaras, los más afortunados cerraron sus cuentas amortizando lo cultivado. Soportar ese ritmo es muy difícil, por lo que el abandono de este producto se perfila ya como una opción en muchos invernaderos, pese al esfuerzo económico que puede implicar, además de generar un desequilibrio comercial. «Somos muchos los que lo pensamos; antes nos podíamos defender, pero esto está dejando de ser rentable para convertirse en una ruina», resume Rodríguez.

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