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Javier García Martín
Viernes, 12 de febrero 2016, 01:47
Probablemente, este martes, la rectora de la Universidad de Granada (UGR), Pilar Aranda, no sabía que sus palabras, con las que dio carpetazo a las históricas ambiciones de Motril por convertirse algún día en sede universitaria, iban a generar polémica. O, al menos, no tanta. La responsable académica, en el cargo desde el pasado mayo, reconocía que de nada iban a servir esas aspiraciones ni los 40.000 metros cuadrados que tenían cedidos del Ayuntamiento desde hace lustros, porque su equipo no piensa destinar ni un euro a ladrillo.
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Ayer, la alcaldesa, Flor Almón, no pudo más que encajar el golpe asegurando que la de sacar adelante el proyecto universitario era una cuestión de voluntad. Y de dos partes, claro. «No existe ningún convenio firme», resolvió. «Lo que existe es la voluntad de la colaboración por parte del Ayuntamiento y la Universidad, que se sigue manteniendo, pero la dificultad es obvia y no se puede soslayar y es que no hay dinero para gestionar absolutamente nada aquí», asumió.
Almón dejó caer que ya tenía noticia de que la nueva rectora había abandonado por completo cualquier intención para las generosas parcelas de Playa Granada. En una reunión previa, afirmó, ambas responsables ya tocaron ese tema. «Ella me adelantó que la Universidad no estaba en disposición de construir absolutamente nada ni de mantener ningún edificio y que tendríamos que sentarnos a hablar», desveló.
La Universidad de Granada (UGR) afronta en los últimos tiempos grandes dificultades económicas que le impiden embarcarse en proyectos caros y a largo plazo como la construcción de nuevas infraestructuras. El paso «de la universidad del ladrillo a la de las personas» que prodiga su rectora, Pilar Aranda, se apoya, con resignación, en esta falta de dinero. Sin embargo, a todos en la provincia sorprendió que en la lista de morosos dada a conocer por Hacienda en diciembre la UGR figurara entre los más deudores. El último día del año, gracias a un talón de la Junta, la institución abonó 5,8 millones de euros en compromisos con el fisco.
Así las cosas, Aranda y Almón están cuadrando agendas para cerrar la semana próxima en una reunión el tema de los terrenos -se trata de suelo de uso dotacional y el Consistorio no se resigna a que no albergue algún equipamiento público- y si hay algún consuelo para la capital de la Costa. «La disposición de la rectora es magnífica para tener presencia en Motril, pero estos momentos de crisis afectan también a la universidad y no están en disposición, no por falta de voluntad», insistió.
«Como Ikea»
En una rueda de prensa convocada sólo para tratar este tema, la portavoz del PP, Luisa García Chamorro, lamentó el «varapalo» que a su juicio supone esta decisión. «En esta semana, hemos conocido dos malas noticias para nuestra ciudad, por un lado, Ikea ha desechado por completo la idea de implantarse en Motril, y otra, la del martes, de boca de la rectora», afirmó la exalcaldesa. La líder de la oposición motrileña aseguró ante la prensa que su grupo está «preocupado» por la muerte de la criatura académica «antes de nacer».
Así las cosas, volvió a interrogar a la primera edil por las «gestiones» realizadas en los meses que lleva gobernando «para traer la Universidad a Motril». Además, criticó que «no haya sido capaz de ilusionar a la actual rectora como hicieron sus predecesores» y le pidió que «no deseche la idea de que Motril sea ciudad universitaria». «Mucho nos tememos que Flor Almón pasará a la historia como la alcaldesa que, por su inacción, fulminó las esperanzas y el sueño de generaciones», remachó.
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