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Cientos de personas se congregan cada fin de semana en el botellón de la playa Puerta del Mar de Almuñécar.
Y el botellón se refugia en la playa

Y el botellón se refugia en la playa

Cientos de jóvenes se concentran cada fin de semana en la sexitana Puerta del Mar ante la resignación del Ayuntamiento de Almuñécar

Laura Gautier

Viernes, 12 de agosto 2016, 00:29

Lejos de morir, el botellón resiste este verano en las playas de la Costa, sobre todo en Almuñécar, donde este año los jóvenes se han trasladado desde los bajos del paseo del Altillo hasta la playa Puerta del Mar, justo en el límite del paseo de las Góndolas. La incapacidad del Ayuntamiento de la localidad para multar por esta práctica en el litoral, que se rige bajo las competencias de Costas y la falta de medios para controlar a las cientos de personas que allí se congregan cada fin de semana, crean el caldo de cultivo perfecto para esta práctica, que el Consistorio sólo puede controlar realizando labores de prevención.

El dispositivo desplegado durante el verano del año pasado en la localidad sexitana, donde la Guardia Civil y la Policía Local colaboraron para hacer cumplir la normativa que prohíbe la concentración de personas bebiendo en la vía pública, ha disuadido a los jóvenes de hacer botellón en este lugar. Sin embargo, la práctica no ha desaparecido, sino que se ha trasladado a orillas del mar y bajo el cobijo de la oscuridad que reina en la zona.

Motril controla un botellón de baja intensidad

  • Un año más, las personas que beben en la calle al calor de las noches de verano se concentran en el litoral motrileño, concretamente entre Playa Poniente y Playa Granada. Durante los meses estivales, el Ayuntamiento de la localidad ha apostado por enviar a los efectivos de la Policía Local a la zona, que realizan labores de vigilancia en los aledaños de esta concentración que si bien es cierto que se produce, no genera polémicas entre los vecinos. Según señala el Ayuntamiento, únicamente se han producido denuncias relativas al ruido, producidos por los coches que se abren de par en par para animar el ambiente con la música. Un cartel informativo frente al camping de Playa Poniente da cuenta de las multas a las que se enfrentan los usuarios de la zona y en la que figuran infracciones relativas a ruidos o acciones vandálicas. Nada sobre la concentración de personas con bebidas en la vía pública. Por otra parte, los servicios de Limdeco, la empresa municipal de limpieza, pasa con una barredora por la zona y trabaja exhaustivamente desde las 6.30 hasta las 9 de la mañana para asegurar que los bañistas se encuentren con la playa en buenas condiciones, según explica el propio Consistorio.

  • En la localidad, el botellón no genera grandes controversias, ni siquiera entre los vecinos de la zona, ya que se encuentra alejado de sus residencias. El presidente de la asociación de vecinos de Camino del Pelaíllo y Playa Poniente, José Morales afirma que aunque «siempre se da el caso de algún joven que genera más alboroto de la cuenta», lo cierto es que, según señala, no ha recibido quejas de los vecinos por tener el botellón cerca de casa.

Cada fin de semana en torno a la medianoche, el paseo de las Góndolas se convierte en una pasarela por la que desfilan los jóvenes cargados con bolsas y ganas de empezar -y a veces terminar- la noche con varias copas a orillas del mar. Las colas de personas esperando para adquirir hielo o vasos en los quioscos y establecimientos más cercanos terminan de completar una estampa en la que conviven de forma pacífica en las primeras horas de la madrugada los vecinos que pasean por la zona, turistas y jóvenes.

Medidas de prevención

Ante ello, al Ayuntamiento de la localidad se muestra resignado, aunque no renuncia a poner las medidas que, según señalan, están en su mano. Así lo expresa Juan José Ruiz Joya, teniente de alcalde de Seguridad, que envía cada fin de semana a alrededor de diez agentes de la Policía Local a los aledaños de la zona para que realicen medidas de prevención.

«La idea no es multar, sino disuadirles para evitar que se concentren para hacer botellón, aunque es cierto que es muy difícil controlarlo», asegura. Las cifras son claras: diez policías locales para controlar a cientos de jóvenes que en ocasiones llegan a mil, un riesgo que Ruiz Joya no está dispuesto a asumir. «No puedo permitir que mis policías locales se metan entre esa multitud. Además no tenemos la capacidad para entrar y multar en la playa, ya que ésta se rige por las competencias de Costas», añade.

En la misma línea se manifiestan desde los bares que se ubican justo enfrente del botellón. Desde uno de ellos los camareros coinciden al señalar que para ellos no suponen ningún problema. «Están ahí escondidos y apenas se les distingue.

Lo que sí vemos es que a veces pasan corriendo porque la policía está rondando», comenta un trabajador. Aunque las patrullas policiales vigilan el paseo marítimo para evitar que el botellón se concentre allí e intentan disuadir, lo cierto es que desde la playa los jóvenes ni se inmutan al ver pasar las luces de sus vehículos.

«Más vivo que nunca»

Desde la arena, vaso de plástico en mano, los asistentes al botellón miran despreocupados hacia el paseo marítimo. «El botellón está más vivo que nunca», comenta uno de los jóvenes que allí se congrega. «Este año nos hemos pasado aquí para evitar las multas. Ya sería imposible que nos pusiéramos frente a los bajos, porque también han iluminado toda la zona y beber allí significa jugártela», comenta.

Un cambio que no todos ven con buenos ojos, sobre todo los bares de esa zona, que ven en cada copa servida en el botellón una pérdida en sus negocios. La responsable de uno de ellos, asegura estar sufriendo pérdidas con el traslado de los jóvenes, ya que antes, la concentración de personas bebiendo en los aledaños de los bajos del Altillo atraía a más gente que, tarde o temprano, terminaba colándose en esos locales.

Según señala y como fórmula para proteger las ganancias de su local, «prohibiría el botellón», aunque es consciente de las limitaciones del Ayuntamiento. «Sé que la playa se encuentra bajo las órdenes de Costas, pero por aquí no se ha visto a nadie de la administración para acabar con este problema», se queja, mientras se muestra escéptica ante la efectividad de la presencia de la Policía Local en la zona, que, a tenor del ambiente que se respira y a menos que se lance otra medida, continuará viviendo sus noches de botellón.

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