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El médico posa en la Avenida Salobreña de Motril. Javier Martín
Primer caso de Covid en Granada

«Nos aplaudieron para devolver el favor, pero a muchos se les ha olvidado»

El médico y paciente 'cero' de Granada hace balance del esfuerzo que hicieron los sanitarios y el Sistema Andaluz de Salud en pandemia

Domingo, 12 de marzo 2023, 00:09

Dan miedo los meses que se van volando. Hace tres años la pesadilla invadía los sueños del mundo. Una angustia lenta fue creciendo. Los contagios empezaron como un goteo y siguieron a borbotones. En las provincias vecinas se daban los primeros casos de covid. Granada vivía en una tregua simulada. La vida parecía igual y las noticias eran un rumor lejano. Los agoreros advertían, pero, lejos de las pantallas, con las ganas y la inconsciencia de quien sabe que es solo cuestión de tiempo, los encuentros se hacían en los bares y el fin del mundo hasta entonces conocido pillaba a los desprevenidos bailando.

La normalidad dio paso al recelo, al caminar rápido por las calles como si cada persona fuera extraña. Los rostros se tornaron duros y fríos. Del súper a casa nadie caminaba erguido. El clima de desánimo era generalizado y se propagaba más rápido que el virus chino. El 12 de marzo de 2020 estalló ese paréntesis de normalidad fingida en la provincia.

Agradecimientos

«Todas las personas del SAS hemos trabajado para que esto funcionase»

José Miguel Fernández, que por entonces era médico de familia en el centro de salud de Almuñécar, fue el primer caso que se detectó. Pilló el bicho en un congreso médico en Málaga y tras él cayeron otros cuatro sanitarios, compañeros con los que compartía coche todos los días de camino a la Costa. «Mirábamos hacia un abismo. No éramos capaces de hacernos idea de la magnitud del virus y sus consecuencias», resume.

«Han sido años de mucho trabajo para todos los sanitarios y para los profesionales que no son sanitarios pero trabajan para la sanidad», apunta entre suspiros a modo de balance. «Padecí covid y me puse enfermo. Hasta ese momento era una persona sana. Da qué pensar. Poco después ya conocías a gente que se había muerto por lo que tú habías conseguido superar. Mi tía fue de los primeros fallecidos y ese duelo en mi familia no pudimos pasarlo como debíamos», relata. «Veía las noticias estando enfermo, hablaba con mis compañeros y quería incorporarme lo antes posible. Nos preguntábamos con ansias y continuamente si ya habíamos dado negativo en la PCR para poder volver», indica.

Revisar la vocación

José Miguel tuvo que revisar la fe cautelosa que la medicina encarnaba para él. «¡Cuántas veces me cambié en la cochera para no meter el virus en casa! Estaba obsesionado con la limpieza. Si todos lo hacíamos, imagínate los médicos. Sentí un enfrentamiento entre lo que supone el trabajo para mí con el resto de mi vida. Ha sido muy duro», dice. «Hemos puesto nuestra vida en juego y la de nuestros seres queridos por compromiso con la gente», añade.

La pandemia le sirvió a este médico de atención primaria para darse cuenta de sus límites. «Me llegan a contar en 2019 lo que iba a pasarnos y habría salido corriendo a casa en vez de quedarme en consulta. Sin embargo, una vez que estalla lo peor, te das cuenta de que hay algo por encima de ti que te obligaba a venir y a comprometerte. Supongo que ahí estaba mi vocación. Hemos vivido una pandemia, una parte de la historia de la medicina que solo habíamos leído en los libros», reflexiona.

La experiencia ha cambiado a José Miguel en lo profesional casi tanto como en lo personal. En el verano de 2021, fue nombrado director médico del centro de salud Motril Centro. «He vuelto a mis orígenes, aquí hice la residencia. He tenido mucha suerte. Me formé con una doctora, Maricruz, que fue la anterior directora medica del centro y pensó en mí como candidato al jubilarse. Me preparé la oposición, no tenía experiencia previa en gestión y no sabía donde me metía. Estoy muy contento», señala. «Sigo pasando consulta, solo estoy liberado un día a la semana», explica. Además de trabajar para el SAS, pronto abrirá una clínica de medicina estética en Motril, en la calle Cardenal Belluga.

Implicación

«Yo soy gitano y médico. Ayudo a las asociaciones, no quiero que esto sea la excepción»

En su tiempo libre, el poco que tiene, este médico nacido y criado en la zona Norte de Granada se dedica a poner su granito de arena para erradicar el antigitanismo. «Es un orgullo para mí que las asociaciones me llevan a centros educativos donde hay una población gitana considerable como Santa Fe o Pinos Puente. Resulta chocante, me veo reflejado en ellos. Se sorprenden al verme como médico. Es una sensación agridulce. A mí me llena de orgullo ser gitano y director de una unidad, pero me duele que sea algo como muy excepcional. No se ha normalizado que los gitanos podamos estudiar y hacer carrera universitaria», relata

«Las asociaciones hacen un trabajo ingente para sacar a los niños gitanos de las calles, pero la Administración también tiene que abrir un camino. No vino nadie a mi barrio a ayudarme a hacer un itinerario para poder llegar a la facultad de Medicina», señala. El médico sintió el apoyo de su familia cuando, de forma tardía, se decantó por estudiar. «Mis padres me apoyaron, hice la carrera tarde por mis circunstancias de vida. Yo tenía la vida resuelta, monté mi empresa de construcción con mi primo y se sorprendieron cuando les di la noticia, pero me ayudaron mucho», indica.

Hacer memoria

El balance que hace Fernández sobre la pandemia y su final tres años después no es del todo positivo. Critica la amnesia que han sufrido muchos pacientes. «Todos los trabajadores esenciales, cajeras, camioneros o agricultores dimos la cara. En los centros sanitarios, desde el personal de limpieza al directivo más alto del SAS, hemos trabajado para que esto funcionara en un momento en el que era muy difícil que lo hiciera», comenta. «Teníamos la esperanza de sacar algo bueno de esto, que fuéramos más solidarios unos con otros. Es como si no hubiera ocurrido nada. Al principio te aplaudían, sentían respeto y nos devolvieron de alguna forma el esfuerzo que estábamos haciendo, pero ya no. Siguen las prisas, las quejas y los malos modos, sobre todo con los profesionales de Atención Primaria», lamenta.

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