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La Costa de Granada está llena de turistas, un titular nada original en cualquier verano. Tampoco es nada extraordinario informar del avistamiento de cetáceos en el litoral granadino, por mucho que pueda llamar la atención de los bañistas y curiosos. Sin embargo, recibir la visita de ballenas rorcuales ya no entra dentro de la dinámica habitual del periodo estival granadino. Pues eso es lo que ocurrió el pasado martes en Motril.
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Pilar García-Trevijano
Se trata de una especie que puede llegar a medir entre «20 y 27 metros», explica Rafael Jiménez, presidente del Observatorio del Mar. Tan inusual es avistar esta especie que el propio Jiménez admite que «nunca las había visto». No es la primera vez que cruzan los mares granadinos en su camino al Estrecho, pero es complicado localizarlas en esta época tan cerca de la Costa.
Tres ejemplares de ballenas rorcuales pasaron el pasado martes, 2 de julio, a unas 12 millas frente al Puerto de Motril. Allí las 'cazaron' los profesionales del Observatorio del Mar por casualidad, en una salida para vigilar a otros cetáceos dentro de la campaña que están llevando a cabo junto a la organización Circe (Conservación, Información y Estudio sobre Cetáceos) en este espacio del litoral.
Cuenta Rafael Jiménez que es muy complicado avistar este tipo de ballena de gran tamaño en la Costa de Granada porque suelen transitar en su migración hacia el Estrecho de Gibraltar a una distancia considerable de la Costa. En verano la actividad se multiplica en este espacio del litoral y las embarcaciones recreativas, «sobre todo las motos de agua», generan una circulación y turbulencias con sus motores que alejan a los cetáceos de la concentración humana. Por eso, «en otoño e invierno es más fácil que se pueda ver a cetáceos más cerca de la costa que ahora».
Durante el periodo de tiempo que estuvieron observándolas, realizaron un seguimiento de su inmersiones: «Entran en el agua y salen cada ocho minutos a respirar como un reloj. Parece que lo cronometran como un humano», explica este experto.
Rafael Jiménez
Presidente del Observatorio del Mar
El Rorcual Común es la única ballena con barbas que se puede encontrar en el Estrecho de Gibraltar de forma regular. Después de la ballena azul, es el segundo animal más grande del mundo y puede superar los 20 metros de longitud y las 80 toneladas de peso.
Incluso en zonas donde suele merodear es complicada de avistar. Ver a un rorcual común durante un tour de avistamiento de cetáceos desde Tarifa no es muy común, pese a entrar en su circuito.
En el hemisferio sur, rorcuales comunes emprenden largas migraciones entre sus zonas alimentarias polares y sus áreas de apareamiento. Probablemente debido a la Corriente del Golfo, no cubren distancias tan largas en el hemisferio norte. Por ejemplo, algunas poblaciones viven todo el año en regiones septentrionales del Atlántico Norte, y también hay poblaciones que pasan todo el año en el Mediterráneo.
El Observatorio del Mar, junto a la Diputación de Granada, ha presentado una guía que pretende acercar el mundo de los cetáceos y su incidencia a la provincia de Granada. Jiménez apunta que la idea es abrir las rutas por las que se mueven en el litoral granadino y una completa formación tanto para profesionales como a particulares que quieran observar su desarrollo en la Costa de Granada en sus embarcaciones de recreo. «Es una práctica muy habitual en provincias como Málaga o Cádiz, pero no en Granada», señala.
Todo ello desde el máximo respeto al entorno natural: «Existe un Real Decreto con toda la normativa», para evitar los excesos y prácticas que puedan alterar el desarrollo natural de la vida en el mar. Por eso, se identifican las prácticas prohibidas, como acercarse demasiado a los animales, mantener el motor encendido a una distancia imprudente, intentar tocar los animales. Todo ello bajo amenaza de cuantiosas multas si no se respetan las normas.
De esta forma, se podrán observar estampas tan impresionantes como las que los propios editores de la guía vivieron cuando «un grupo de delfines cruzó justo por debajo del puente colgante de Torrenueva», cuenta el presidente del Observatorio del Mar.
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