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Los dos charcuteros que están donando el embutido y preparando los bocadillos. JAVIER MARTÍN

Un cargamento de bocadillos con regusto a abrazo

Dos charcuterías y varias panaderías de Motril reparten cada día 150 bocatas para la plantilla del hospital que ahora no tiene cafetería donde poder tomar un tentempié

Viernes, 27 de marzo 2020, 03:58

Las situaciones extremas ponen a prueba al ser humano y sacan lo peor y lo mejor de cada uno. La crisis del coronavirus ha cambiado nuestra forma de vida y está poniendo a prueba nuestra capacidad de adaptación e incluso nuestra paciencia. El ingenio y la solidaridad también tienen ahora un papel importante. Conforme pasan los días, y ya van trece, se va cayendo en la cuenta de pequeños detalles. Uno de ellos, en el que cayeron varios comerciantes de Motril, es que no hay cafeterías donde los sanitarios puedan tomar un tentempié, ahora que sus jornadas se han vuelto maratones. Pero gracias a la colaboración de dos tiendas que ponen el embutido, Paladares de la Alpujarra y Embutidos Esteban, y de cuatro panaderías, a diario llegan al hospital 150 bocadillos. No sólo se trata de llevarles comida, se trata de recordarles que no están solos.

Así lo explica Antonio, que regenta Paladares de la Alpujarra, y que afirma, cuando llegamos a su tienda, que van tirando. Son de los que pueden seguir abiertos al público. Pero eso no significa que esta crisis no les afecte. Está junto a Esteban, que es su competencia pero también su amigo. Se negó en rotundo Antonio a salir él en el periódico, sin que estuviera el otro a su lado. Cada día uno de los dos pone el relleno, para las barras de pan que llegan de la Espiga de Oro II, El Molino y Maranata, esa última de Torrenueva. Federico Jiménez, también panadero, le dará un toque dulce a la iniciativa llevándoles el domingo algo de bollería. Para cambiar, que aunque ahora parezca que cada día es idéntico al anterior, todavía hay que pequeños detalles que siguen haciendo ilusión. Y ya se sabe que a nadie le amarga un dulce, por muy amarga que sea la situación.

Los repartidores que habitualmente llevan el género para las comidas que se preparan en el Hospital para los enfermos son los que se encargan ahora también de recoger los bocadillos. Los 150 trozos de pan con embutido, envueltos y metidos en cajas que llegan hasta el centro sanitario como muestra de amor. Que ahora no se pueden dar abrazos, pero hay muchas formas de decir te quiero o de demostrarlo.

La de los bocadillos es una de tantas. Las iniciativas solidarias llueven estos días. Aplausos, mascarillas, voluntarios que le llevan la compra a los que no pueden salir. Cada uno hace lo que puede o lo que le dejan por ayudar y por sentirse útil. En parte por la preocupación por el resto, y en parte por la ansiedad que tenemos todos de que esto pase cuanto antes y de hacer algo para conseguirlo.

Hoy será Esteban el que ponga el relleno al pan. Y mañana Antonio. Y así un día y otro, hasta que, todos desean, más pronto que tarde, ya no hagan falta bocadillos ni mensajes de cariño envueltos en plástico. Hasta que los sanitarios y los demás podamos entrar en un bar a pedir una tostada y un café, o una cerveza, o un Colacao, o lo que cada uno eche en falta.

El domingo toca dulce, lo ha dicho Federico. Para que se note que es domingo, aunque ahora todos los días, en la calle, parezcan eso, un domingo, uno por la mañana, entre las ocho y las once, con las persianas cerradas, antes de que se salga a desayunar tarde en las terrazas y antes de la hora de vermú.

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