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Pilar garcía-trevijano
Motril
Lunes, 21 de octubre 2019, 01:46
Los pescadores granadinos echaron sus redes a la mar el 9 de octubre para encontrarse con una sorpresa desagradable. Además de las capturas habituales, las ... mallas lastradas de la pesca de arrastre le devolvieron decenas de kilos de algas de color pardo que enseguida identificaron con la planta invasora que amenaza el litoral andaluz, especialmente Cádiz, y el Estrecho de Gibraltar. La cofradía de pescadores envió una muestra del hallazgo, capturado en las aguas de La Rábita al límite con la provincia de Almería, para que los investigadores de la Universidad de Granada esclarecieran si el alga era efectivamente lo que parecía.
Según confirman en la web 'El litoral de Granada', del Aula del Mar de la UGR, las algas recogidas a 250 metros de profundidad, pertenecen a la especie invasora Rugulopterix okamurae, es decir el alga asiática. Además, otros barcos han vuelto a encontrar estos organismos en la misma zona.
El descubrimiento pone alerta al patrón mayor de la cofradía de pescadores, Ignacio López, que señala que sus compañeros de oficio están atravesando «meses de hambre» en Cádiz y en otras zonas que se han visto afectadas por esta especie. Fuentes cercanas a la delegación de Medio Ambiente aseguran que –de momento– no hay evidencias suficientes para afirmar que la especie asiática esté viviendo en nuestras costas. «Las algas se han encontrado en las redes de un rastrero y no se puede confirmar que esté en el litoral granadino. Desconocemos de donde proceden y se tendrán que estudiar para ver si han llegado desde las costas de Málaga y Cádiz o si por el contrario ha proliferado una nueva población entre las aguas de Almería o Granada», explicaron.
Pero los pescadores granadinos no tienen tanta paciencia como para esperar que la Junta y el ministerio de Transición Ecológica descarten si el alga ha encontrado en las costas el lugar idóneo para asentarse. «Nuestro ecosistema corre peligro, prosperan en terrenos rocosas. El alga influye en cadena en todas las especies que hay en el agua y provoca un efecto dominó. Primero empieza con las poblaciones que están fijas en las rocas y acantilados y poco a poco altera al resto», lamenta López. «El litoral de Granada tiene cerca de 80 kilómetros de ecosistema protegido, podemos perderlos por el alga. No podemos esperar tres años como se ha hecho en el Estrecho o en Cádiz hasta que el mar muera», dice.
Tres semanas sin luz
El patrón de la cofradía insta al ministerio de Transición Ecológica a declarar «cuanto antes» al alga como especie invasora. El Gobierno central anunció en septiembre que catalogaría esta alga de origen asiático como especie exótica invasora. El ejecutivo contrató a los expertos para elaborar un análisis de riesgo, paso previo a comenzar el trámite administrativo para la inclusión del organismo en el catálogo de especies exóticas invasoras, que se hará por la vía de urgencia. Un requisito que desde la Junta de Andalucía manifestaron que era necesario para poder actuar.
La respuesta se produce tarde para los pescadores. «Somos los primeros afectados porque afecta al sustento de nuestras casas. Espero que pronto se reconozca como especie invasora y los compañeros gaditanos que están más perjudicados empiecen a recibir ayudas», dice López. «Será un problema mayor que afectará también al turismo cuando lleguen las arribazones a la orilla», augura. «Se podía haber actuado cuando sólo eran unas colonias reducidas», concluye.
María Altamirano, titular del departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la UMA y también presidenta de la Sociedad Española de Ficología (SEF), mantiene que el impacto del alga para la biodiversidad del medio marino es grave y ocupa el espacio de otras plantas autóctonas. «La zona del Estrecho se ha homogeneizado, el medio marino y comunidades que eran muy diversas acaban teniendo sólo una o dos especies». Altamirano fue la primera experta que identificó el alga en España, lo hizo tras analizar una muestra recogida en Ceuta en 2015. El alga se ha expandido en cuatro años por la bahía de Cádiz y ahora aflige a Marbella y Estepona.
Altamirano asegura que para controlar la expansión de este tipo de invasiones biológicas se debe vigilar los vectores asociados al transporte marítimo como el agua de lastre de los buques. «Cuando las especies se encuentran asentadas en un sitio como en el Estrecho de Gibraltar se puede hacer pocas cosas para controlarla. Para evitar su expansión hay que establecer redes y un sistema de alerta temprana para que podemos actuar sobre la especie», dice. La botánica alerta que los pescadores que vuelven a tirar al mar las algas favorecen inintencionadamente su expansión. Altamirano explica que las plantas, de forma excepcional, pueden estar vivas a 200 metros de profundidad. «Son organismos fotosintéticos que necesitan de la luz y a esta profundidad no les llega la que necesita. Las alga asiática es capaz de resistir periodos de oscuridad de hasta 3 semanas de duración y si llegan a un sitio en el que hay luz y hay sustrato pueden asentarse», advierte. La cofradía de pescadores demanda medios e infraestructuras para poder llevarlas a tierra.
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