El coral naranja (Astroides calycularis) es uno de los grandes tesoros que esconde el litoral granadino. Una especie que hace unos dos millones de años estaba muy extendida por el Mediterráneo occidental, pero que ahora sólo se concentra en el mar de Alborán y algunas zonas de Francia e Italia, por eso se encuentra incluida en el Catálogo Nacional de especies amenazadas con la categoría de Vulnerable. Los fondos de la Punta de la Mona (Almuñécar) son uno de los espacios en los que puede encontrarse. Pero para que sigan siendo parte de nuestro ecosistema, es imprescindible su protección. Y es que a pesar de que los fondos marinos y acantilados de la Punta de la Mona son considerados Zonas de Especial Conservación (ZEC), existen muchas amenazas para estos corales. Muchos de ellos acaban atrapados por las redes y sedales de pescadores que practican la pesca deportiva y artesanal, permitida en este espacio. Por eso, los expertos reclaman que se adopten medidas por parte de las administraciones.
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Pero este animal no es el único tipo de coral presente en esta zona. Hay censadas catorce especies, entre ellas el conocido como coral candelabro (Dendrophyllia ramea), que tiene un tono más amarillento y crece en colonias que pueden llegar a tener hasta un metro de altura. La mayoría, sin embargo, están fragmentadas, también como consecuencia de los sedales y cuerdas que se enganchan y los parten. Así lo explica Luis Sánchez Tocino, profesor experto en Zoología de la Universidad de Granada (UGR) y responsable de la web Litoral de Granada , que recuerda, además, que ninguno de estos corales se puede coger, independientemente de su figura administrativa de protección.
Precisamente hace unas semanas el Ayuntamiento de Almuñécar anunciaba que iba a balizar Marina del Este para proteger bañistas y corales. Aunque los expertos no tengan del todo claro que esta medida sirva para este segundo fin.
Sánchez Tocino indica que el hecho de que esa especie, igual que muchas otras, se vea amenazada puede provocar un desequilibrio y una reducción de la biodiversidad. Precisa que los organismos conviven y forman una comunidad y si uno de esos organismos desaparece o su presencia se reduce por alguna circunstancia eso afecta al resto.
Por esto, tanto desde la Universidad de Granada como desde diversas oenegés se reclama una mayor protección a estos corales, pero también a otras muchas especies que viven en los fondos marinos. En el caso de los corales, las imágenes son contundentes y permiten observar cómo la presencia de redes ha afectado a su desarrollo. En algunos casos, se han integrado tanto en el entorno que eliminarlas podría ser incluso más peligroso para los corales. Regular actividades como la pesca deportiva y artesanal será clave para que el fondo de los acantilados de la Punta de la Mona siga siendo, en el futuro, tan espectacular como lo es ahora. Aunque sólo fuese por esa imagen, ya merecería la pena adoptar medidas. Pero hay mucho más.
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