Javier Martín

La Costa pierde un 90% de la producción de mango y aguacate tras encadenar un lustro «ruinoso»

Más de 2.000 familias afrontan un agujero millonario en el sector, con el chirimoyo como único cultivo que sobrevive al mal tiempo

Miércoles, 31 de julio 2024, 00:01

Otra cosecha calamitosa para los subtropicales de la Costa de Granada. Encasillado en la mala suerte, el litoral encadena ya un lustro de campañas fatídicas. El problema del cuaje de la fruta por los picos y cambios de temperatura, acompañado por las largas temporadas de ... sequía, han hecho que los árboles no den apenas frutos y queden indefensos ante las plagas. Los siete males bíblicos son pocos para los que se han juntado en el Valle de Río Verde. El 95% de los productores, más de 2.000 familias, suman una nueva racha económica «desastrosa y ruinosa» donde se perderá el 90% de la producción normal en cultivos como el mango y el aguacate. De momento, solo el chirimoyo tiene salvación.

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Las asociaciones agrarias estiman que para esta campaña, cuya recogida se inicia en septiembre, obtendrán solamente y «con generosidad» cerca de un 20% de lo que recogerían en una cosecha sin infortunios. En las fincas los agricultores sacan la calculadora y hacen números. Las pérdidas económicas se prevén millonarias. En un año normal, el litoral granadino produce de media cerca de 100.000 toneladas de subtropicales, según la Junta Central de Usuarios de los ríos Verde Seco, Jate y COAG. De este montante, la mitad corresponden al aguacate y al mango, el resto responden a la producción de chirimoyo y otras variedades tropicales menos frecuentes.

Un montante que nada tiene que ver con lo que se registrará una vez que finalice el periodo de producción. «La peor campaña desde que hay registros y mucho peor que las anteriores, que ya fueron un desastre», resume y destaca Juan Camacho, vocal de COAG, ante una tierra se llena de aguacate ennegrecido que se ha caído del árbol y se pudre en el suelo.

La mayoría de las flores previstas para el cuaje han acabado en «aborto» y las copas lucen desangeladas con un goteo de frutos donde tendría que haber por las ramas un chorreo caudaloso de mangos y aguacates en pleno crecimiento. Eso sí, los frutales acusan menos la falta de agua que en 2023 y hacen gala de un verde esplendoroso en vez de un amarillo seco, gracias a las lluvias de la primavera, que no han sido suficientes para sacar adelante una buena producción, pero sí para que el árbol gane vigor.

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«Los episodios climáticos y los cambios tan drásticos de temperatura que hemos sufrido, con picos de calor y luego bajadas en el termómetro, han hecho que las flores no duren ni polinicen correctamente y muchos de los frutos previstos en el acaben en aborto», manifiesta Camacho. «Mientras que en el caso del aguacate los frutos que han cuajado se han caído después por el mal estado en el que estaba la planta tras varias temporadas sin agua o regando con agua salada», lamenta el representante de los agricultores.

Bajada en exportaciones

En la misma línea, Joaquín Montes, presidente de la Junta Central de Usuarios del Río Verde Seco y Jate, apunta que el chirimoyo, más fuerte y menos alterable a los cambios, ha aguantado bien las fluctuaciones del clima y de los riegos. Además, este frutal se poliniza a mano y tiene varias tandas de cultivo por las flores tardías.

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En el caso del aguacate, su situación se ha visto empobrecida adicionalmente por la presencia de algunas plagas, el hongo aéreo o la araña blanca que afecta a los aguacateros debilitados por años de estrés hídrico. Lo único que pueden hacer los perjudicados es talar los árboles dañados para parar la infección y sulfatar las heridas de la sierra. El agujero en las familias es importante.

Se estima que los afectados dejarán de percibir 15.000 euros por hectárea en el caso del aguacate y 16.000 euros en los cultivos de mango. Además, las exportaciones se resentirán, ya que cerca de 7.000 toneladas de mango que produce el litoral se suelen enviar de forma anual a Europa para su comercialización.

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«Hay mucho pesimismo entre los productores agrarios. Esta campaña es una estocada para centenares de ellos, que ya hablan con sus bancos para ver cómo pueden responder a los prestamos, pedir más crédito o vender sus fincas para poder cerrar una deuda. Esto no hay cuerpo que lo resista», señala Camacho.

«Esta temporada en la que ya contábamos con un poco de agua después de que en el verano pasado tuvimos incluso que regar para 100 días no esperábamos volver a hundir el pico. El clima nos juega una mala pasada», sentencia. El único consuelo que le puede quedar a los agricultores subtropicales es que, por lo menos, el precio de estos productos se mantiene estable y, pese a la subida de costes en la producción, los años en los que el tiempo no les maltrata merece la pena dedicarse a estos cultivos.

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