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La Costa apuró ayer la última cerveza frente al mar. Hosteleros y comerciantes afrontan con incertidumbre y pesimismo las próximas semanas, con la única esperanza de que el cierre anunciado por la Junta no se dilate más allá de quince días. La comarca ya ... venía pasando malos momentos. El cierre perimetral de los municipios fue la puntilla para gran parte de la planta hotelera. Apenas 300 habitaciones continúan abiertas. Todos los grandes hoteles están cerrados. Y antes de esta bajada de persiana, el 70% de los chiringuitos ya habían parado por falta de clientes. Las últimas restricciones son un nuevo varapalo.
El presidente de los chiringuiteros, Paco Trujillo, augura un cierre del año con una caída de cerca del 45% de la facturación. Duda si los chiringuitos que cierren ahora volverán a abrir. Y cree que algunos echarán ya el cerrojo hasta el próximo 2021. Eso sí, reconoce que el oxígeno del verano, mejor de lo que habían previsto, les permitirá seguir en pie, aunque con dificultades. Lo peor, aseguró, es la incertidumbre. No saber si este nuevo cierre durará dos semanas o se alargará más.
El representante de la hostelería de la Costa, Juan García, se mostró ayer indignado con la medida. No lo esperaban. Pensaban que se adoptarían restricciones horarias como en el resto de Andalucía, pero no un cerrojazo total. Hay hosteleros que se quedan con el género comprado y a los que les costará darle salida. García recordó que el sector ha hecho un gran esfuerzo económico para adaptarse a las medidas sanitarias y lamentó que «una vez más» sean los grandes perjudicados de esta crisis sanitaria, que está dejando a los empresarios de la restauración tiritando.
Para los comerciantes las sensaciones son similares. Remedios Rico, de la asociación de comerciantes de Almuñécar, no entiende una medida tan restrictiva. Hace solo unos días anunciaban que iban a adaptar los horarios a la nueva situación. Ahora se quedan sin poder abrir las puertas de unos establecimientos en los que, precisamente, no se ven aglomeraciones. A las puertas de la campaña navideña, temen que esta situación haga aún más complicado competir con el comercio online. «Nosotros nos estamos adaptando y esforzando al máximo. Pero ese no es nuestro modelo de negocio», explicó, al tiempo que señaló que no entiende por qué se han adoptado unas medidas tan drásticas con este sector.
En Motril, su asociación de comerciantes también afronta la situación con preocupación. Son conscientes de que proteger la salud es la prioridad, aunque lamentan volver a ser los más perjudicados. María Arraez, responsable de la entidad, pidió a los motrileños que más que nunca apoyen a los negocios de su ciudad. También dijo que es importante que todos los ciudadanos cumplan de forma estricta las medidas acordadas para que este cierre pueda levantarse cuanto antes. Recordó que han hecho un gran esfuerzo en los últimos meses.
Justo antes de tener las persianas ya bajadas, los empresarios de la Costa Tropical se preguntaban ayer qué tipo de ayudas les van a ofrecer las administraciones para poder hacer frente a una situación que ya pesa demasiado sobre sus espaldas. Después del espejismo del verano, la realidad vuelve a golpear con crudeza a sus negocios. Recuerdan que el cierre no solo les afecta a ellos y a sus trabajadores, sino que tiene consecuencias negativas para todos los sectores que directa o indirectamente sufrirán esta situación.
Mientras tanto los ayuntamientos aprovechaban ayer para aclarar cómo afectan las medidas a los municipios. En Almuñécar, la alcaldesa Trinidad Herrera, anunció el cierre de parques y museos y la suspensión de los mercadillos al aire libre durante las próximas dos semanas.
Desde todos los ámbitos se hace un llamamiento a la responsabilidad para intentar que esta situación se alargue lo menos posible en el tiempo para que las consecuencias económicas de este nuevo parón sean lo más leves posibles.
Ocho meses después de que el Gobierno central decretara el Estado de Alarma y confinara a toda la población en casa, cerrando toda la actividad no esencial, muchos empresarios se ven obligados a volver a dejar de trabajar a partir de hoy. Son conscientes de que la salud es lo más importantes, pero para muchos es difícil de soportar ya el peso de la bajada de ingresos y sobre todo de la incertidumbre que genera una realidad que no tiene fecha final. El agotamiento pandémico es aún mayor para todos los que alzaron sus persianas ilusionados con encontrarse con sus clientes durante la desescalada y ahora ven como el candado se cierra de nuevo. Todos cruzan los dedos para que sea solo hasta el 24 de noviembre.
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