La batalla que la Costa de Granada tuvo que librar para conseguir una necesidad básica como la autovía fue tan titánica, tan larga y provocó tal desgaste que durante décadas eclipsó todas las demás reivindicaciones de infraestructuras no menos necesarias, como las canalizaciones de Rules, ... el tren o las defensas de las playas. Se esperaba que tantos años de discriminación, agravio e injusticia se compensaran con agilidad en los demás proyectos que condicionan el presente y el futuro de la Costa. Y sin embargo la comarca de las eternas potencialidades no sale del bucle de los retrasos y las obras sin fecha. Lo recuerdan el último varapalo del tren Granada-Motril, que se ha quedado fuera de la red europea, y esta semana las imágenes de Playa Granada destrozada –otra vez– a la espera del espigón. El 27 de julio del año 2010, el día de la primera gran manifestación que abanderaron los empresarios para exigir las infraestructuras de la Costa, IDEAL la apoyaba con una portada que dibujaba un mapa con el hueco del único litoral de España sin autovía y un titular: «¿Por qué?».
El líder de aquella marcha, el siempre recordado Ángel Gijón (1956-2021), incansable defensor de las infraestructuras, solía decir que los más de cien mil vecinos de la Costa deberían hacerse camisetas con esa imagen y salir a la calle, día tras día, hasta hacerse oír. IDEAL sigue llevando puesta esa camiseta junto a los empresarios y agentes sociales que hoy analizan, desde distintas perspectivas, el lastre de la Costa y vuelven a lanzar el enésimo basta ya. La preguntas siguen vigentes: ¿hasta cuando? y ¿por qué?
El empresario que movió en vano y hasta la extenuación el proyecto del tren Granada-Motril en Europa tiene clara la razón por la que ninguna de las infraestructuras que reclama la Costa desde hace décadas está en marcha: «Dijeron claramente en Europa miembros de la comisión que el Gobierno no nos ha tomado en serio y ha frenado nuestras oportunidades de desarrollar el tren», lamenta Rodríguez. «Y así pasa con todo, la burocracia se alarga hasta al aburrimiento y no hay interés político», resume. El empresario no renuncia al pataleo y a seguir presionando a las administraciones. Rodríguez destaca que «no hay que resignarse para que la comarca crezca» y para ello es vital el puerto de Motril y su polígono portuario en tramitación, el PUE-1, que atrae y atraerá empresas y mercancía. De igual forma, señala que el litoral debe aprovechar el tirón que tiene Granada, con proyectos como el acelerador de partículas, y crear sinergías y aprovechar sus propios recursos e impulsar de «forma decidida» el crecimiento de sus zonas de expansión turística. Por último, confía que con la llegada del nuevo subdelegado cambie la comunicación con Madrid. «Ha demostrado en el pasado su interés por esta comarca con el impulso de la línea a Melilla», recuerda.
Hace poco más de veinte años, las potentes empresas hortofrutícolas de la Costa tenían problemas con los transportistas, que no querían bajar a cargar porque le temían a la carretera y los atascos. Recuerda cuánto sufrieron el líder de una de las empresas hortofrutícolas más pujantes de la Costa de Granada, Fulgencio Spa. Llegó la autovía y pasaron página pero ahora el sector sufre la falta de agua de Rules. «Es muy complicado ya comprar fincas nuevas, necesitamos las canalizaciones para ampliar el riego. Los subtropicales darían un tirón grandísimo desde Nerja hasta Albuñol», esgrime. «Clama al cielo que no se le saque provecho a Rules con esta sequía», protesta. E igual ocurre con los espigones y la unión al Corredor Mediterráneo, «que es ambiciosa pero hay que pelearla». Spa tiene clarísimo que lo que ha fallado es el empuje de los representantes públicos de Granada «e incluso gran parte de los medios de comunicación que no quieren molestar al Gobierno». Aún así, es optimista y espera un punto de inflexión. «No nos queda otra que confiar en que los políticos hagan su trabajo y ponga los intereses de Granada por delante de las ideologías. Esto tiene que cambiar algún día, todo tiene un límite».
A día de hoy la tecnológica Wiber es probablemente la empresa con mayor proyección de la Costa y un caso extraordinario de éxito. Se hicieron grandes llevando la fibra a las zonas en la que nadie creía porque no eran rentables. Y creen que hay que aplicar esa misma receta para la Costa. «Vivimos en una tierra de talento y potencialidades máximas, nos toca a la ciudadanía y a las empresas liderar, creernos lo que somos y lo tenemos, confiar en nuestras posibilidades, abrir camino con desarrollo tecnológico, hacernos más fuertes y que a los gobiernos no les quede otra que acompañar este empuje con infraestructuras porque nuestro desarrollo sea imparable», valora el CEO de la compañía.
Con las playas dando su peor cara en medio de Fitur el presidente de los chiringuiteros lamenta que una vez más la Costa pierda competitividad y oportunidades frente a otros destinos de sol y playa. «Nos sentimos mareados e indefensos, pero no consentiré jamás que veamos con normalidad esta dejadez como está pasando ya», dice con severidad. «Los espigones no son una obra gigantesca, no son costosos, pero sí son necesarios. Cada vez las playas sufren más los mínimos achaques. No salen los proyectos que tenemos en marcha y encima vamos necesitando nuevas soluciones para otros puntos del litoral», remacha. «Estamos dispuestos a todo, a cualquier medida de presión. No tenemos nada que perder. Seguimos abiertos al diálogo con el Ministerio de Transición Ecológica. Las soluciones urgen». Trujillo no ve otra alternativa para las playas que no sean sus defensas o planes de regeneración. Muchas familias depende de esos proyectos. «Para las playas cualquier otro escenario es desastroso y un canto de sirenas, no podemos negar la realidad porque seguimos comiendo del turismo. El litoral cuenta con otros motores económicos importantes en industria y agricultura. No tenemos todos los huevos en la misma cesta pero no podemos obviar que necesitamos unas playas en condiciones», sentencia.
Para el representante de los regantes y agricultores del Valle de Río Verde, la zona más afectada por la falta de agua de la comarca, es «descorazonador ver el desánimo de los agricultores y no poder darles esperanza». El campo espera desde que se terminó el embalse de Rules hace 20 años las conducciones para poder aliviar su sed. «Hemos dado pasitos, pero estamos en un momento crítico en el que hay mucho desgaste después de tantos años de protestas y reuniones. Avisábamos de que esto iba a pasar y ahora vemos cómo se mueren las fincas sin poder hacer nada», cuenta. «Mal de muchos es consuelo de tontos. Nosotros siempre lo hemos tenido más difícil y un coste energético adicional para elevar con motores agua a las fincas y nos ha penalizado en crecimiento, ahora absolutamente todo el sector agrario pasa penas por falta de agua», lamenta. «Recursos naturales tenemos de sobra en esta comarca. Tenemos potencial y nos lastra la dejadez política. Creo que lo único que podemos hacer es seguir con un frente unido y presionar en las calles con el apoyo de nuestros vecinos. Más movilización. Durante unos meses la plataforma por las infraestructuras ha estado un poco inactiva, hay que seguir. Por lo menos al campo no le queda otra que esperar el agua de Rules», concluye.
Como gran empresa editora y distribuidora de productos de papelería –mueven dos trailers diarios de mercancías desde Motril–, la conexión ferroviaria supondría un impulso brutal para Grupo Erik, que además tiene en marcha un nuevo gran centro logístico en el puerto. Y sin embargo, Miguel Pérez, socio fundador de la compañía, cree que lo primero que necesita la Costa es un estudio de viabilidad «serio y homologado», que cifre costes y beneficios y que el Gobierno lo «explique bien» sin que las infraestructuras sean un «arma arrojadiza» entre partidos. Para salir del bucle del retraso histórico hay, a su juicio, que ser «realistas» y centrar los esfuerzos en «objetivos posibilistas sin dejar de trabajar en el resto».
«Confío en la pujanza de la Costa, en su crecimiento y ese tren tarde o temprano se hará, pero ahora necesitamos unidad y centrar el tiro. Ir de los objetivos más urgentes y realistas a los más ambiciosos», esgrime. Y lo que urge, a su juicio, son las obras de Rules, «que esto sí que es un disparate» y de los espigones «que dinamizarían la economía a corto plazo porque de las playas dependen proyectos turísticos importantes».
«Motril es el único puerto de interés nacional que ni tiene tren ni lo va a tener, no hay perspectivas de conexión ni con Granada ni al Corredor Mediterráneo y la desventaja competitiva es importantísima. En un horizonte de veinte años la Costa se va a quedar aislada. Málaga y Almería nos van a comer». El análisis es del director general de Terminal Marítima, uno de los operadores más importantes de la dársena granadina, que evidencia lo ritmos tan diferentes de desarrollo entre la Andalucía de Sevilla y Algeciras y la Oriental. «Llevamos años de retraso en inversión y en infraestructuras y es complicado ahora ponernos al día si no nos dan prioridad», protesta. Y esto no es de ahora. A su juicio, la diferencia de color político entre gobiernos central y autonómico durante años ha perjudicado al desarrollo del litoral granadino, aparcando proyectos como Rules, «que es una vergüenza y tiene que ser ya prioridad absoluta» pero también culpa a la indolencia de la sociedad. «En Francia protestan por cualquier cosa. Aquí hemos sido inactivos y en este sentido puede que tengamos culpa. Nos dicen que no tendremos tren, protestan los representantes empresariales, sale en prensa dos días y la gente no es consciente del problema tan gordo que supone para nuestro futuro. Estamos fuera y parece que da igual. La Cámara y el Puerto se han movido y han hecho más por el tren de lo que se había hecho en años pero aquí las cosas solo se pueden conseguir peleando y falla la movilización social. Cuando se han planteado protestas no han sido masivas», concluye.
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