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El campo de Almuñécar se muere. Los árboles de chirimoyo de la vega cambian el verde frondoso de sus hojas por el amarillo, las fincas ... de aguacate se han quedado a medio recoger este año y en la planta el fruto luce «escuchimizado y negro». El sector agrario vive una tormenta perfecta que pone en jaque la rentabilidad y el futuro del principal motor económico de la Costa.
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De las cerca de 6.000 hectáreas de cultivos subtropicales que alberga el litoral granadino, pasan sed casi el 80% de las fincas productivas. La falta de agua amenaza a 4.000 hectáreas repartidas entre Almuñécar y el valle de Río Verde. Aguacates, chirimoyas, mangos y nísperos son el pan de 3.000 agricultores y sus familias, que ven en peligro su supervivencia ante la «pasividad» de las administraciones.
El problema no es baladí ni tampoco nuevo, pero sí que ha empeorado en esta última campaña. Los agricultores no saben si aguantarán hasta final de verano. El mal –ya endémico– de la sequía se ve agravado por los elevados costes de producción, la dificultad para elevar agua a sus fincas, la salinización de los pozos por la intrusión marina y el descenso de la demanda por la inflación.
«No somos capaces de saber si mantendremos la producción. Una actividad que era rentable se estanca, mientras los costes de producción se disparan», resume Juan Camacho, vocal de subtropicales de COAG.
«Es imposible tener visión de futuro. Los problemas de distribución y la guerra han bajado el consumo. Cuando a las familias les cuesta llegar a final de mes, nuestros productos se ven como un lujo. Recibimos por ellos un valor insuficiente que desciende por momentos, pero en los lineales de supermercado no varía», cuenta el agricultor con indignación. «Entre que todos los frutos no salen adelante por la falta de agua y que hay que dejar otra parte en el árbol porque no hay forma de darle salida, esto es una ruina», lamenta.
Para regar sus fincas, deben elevar el agua desde depósitos y pozos a la cota 400. Hace años, el metro cúbico de agua costaba aproximadamente 50 céntimos. Ahora se ha duplicado y vale un euro. Para regar una finca de una hectárea se necesitan 5.600 metros cúbicos y para elevarla tiran de motores eléctricos. Ya no es solo es que sus campos pasen sed, es que regarlos es además una auténtica sangría. Se dejan al menos 5.600 euros por hectárea .
Antonio Sánchez, secretario de la Asociación Española de Tropicales, cuenta que los 40 pozos que surten a las fincas de Amuñécar y el valle de Río Verde se están salinizando hasta el punto en que es mejor no regar para que la tierra no se dañe.
COAG apunta que los pozos han alcanzado un nivel de 150 miligramos por litro, cuando la media se suele situar en 60. «Empieza a ser peligroso. Después de verano tendremos que regar con agua salada o dejar nuestras fincas secas. Son las únicas opciones que nos quedan ante el retraso de casi dos décadas de las canalizaciones de Rules y la pasividad de las administraciones, que tampoco nos dan una solución de hoy para mañana, que es lo que necesitamos», denuncia.
En la década de los 90, hace casi 30 años, Almuñécar sufrió una crisis similar que se saldó con la pérdida de centenares de hectáreas de subtropicales por la salinización del agua. Al campo le costó recuperar las fincas y nuevamente la historia se repite.
Joaquín Montes, agricultor y miembro de la asociación de subtropicales, ve su hectárea de la vega cambiar del verde al amarillo. Agarra en sus manos las flores secas. Se deshacen y caen cuando el fruto debería estar cuajando ahora. Para la próxima campaña, COAG calcula que la producción será un tercio de lo habitual, tildan de dramática la situación. «La guerra, la inflación y la crisis que se viene después de verano hará menguar el turismo. Nosotros fuimos el único motor económico durante la pandemia y ahora nos dejan morir. Levantamos la economía de la provincia», recuerda.
Obras pendientes
Además, de las canalizaciones de Rules, cuyo primer tramo, el 9, que llevará agua a Motril entre otras localidades, empezará a construirse en 2023, los agricultores deberán esperar al desglosado 3 para que el agua llegue a Almuñécar y las áreas afectadas. Ahora mismo se redacta el proyecto constructivo y su plazo de finalización es de 12 meses.
De forma paralela, los agricultores aguardan obras de emergencia de la Junta de Andalucía y la Mancomunidad. Una de ellas, que es la adaptación de la estación depuradora de Almuñécar se ha terminado y se podrá regar con aguas terciarias depuradas en las próximas semanas, mientras que COAG demanda que en las actuaciones previstas en la estación de La Herradura se construyan también embalses o medios para poder acumular el agua. Las obras llegarían «tarde», para después de verano, y el campo demanda celeridad. Este medio se ha puesto en contacto con la Junta para ver qué actuaciones hay previstas y en qué plazos sin haber obtenido todavía respuesta.
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