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No hay agua como para tirar cohetes ni tampoco sobra para caprichos, pero la provincia sortea, por ahora, las restricciones para la ciudadanía que sí han llegado a otras zonas de Andalucía, como por ejemplo Málaga. Los ayuntamientos, que piden a sus vecinos que no ... derrochen el líquido elemento y abran el grifo lo necesario, dan marcha atrás con las últimas lluvias. Las precipitaciones no han servido para que se incremente sustancialmente la cantidad de agua almacenada en sus embalse, pero sí ha caído lo justo para aguantar hasta el otoño.
Como agua de mayo, los chaparrones extemporáneos que se produjeron en los dos últimos meses han salvado la situación en el Norte de la provincia, al menos para los vecinos porque la agricultura granadina pasa sed desde Baza hasta La Herradura.
En Aldeire, por ejemplo, en la comarca accitana, la alcaldesa, Delia Ferrer, cuenta que antes de que cayeran esas gotas el Ayuntamiento iba a restringir el llenado de las piscinas, entre otras medidas. Sin embargo, con el agua del que se dispone ahora podrán aguantar el verano los 630 vecinos que viven habitualmente allí y toda esa población flotante que llega durante las vacaciones. Esta localidad que limita con el Valle del Zalabí o La Calahorra incrementa sus residentes hasta las 1.600 personas, de ahí la urgencia que tenían de garantizar el abastecimiento para todos.
«No nos sobra el agua, pedimos un consumo responsable, que no se derroche ni una gota y si la situación empeora tendremos que tomar medidas estrictas», defiende la regidora. Exactamente en la misma situación se encuentra La Alpujarra, que se nutre de pozos y el caudal de los ríos. En esta área, no es raro que en verano, donde hay un estallido de visitantes, se corte el grifo para que el suministro aguante hasta el otoño.
El alcalde de Órgiva, Raúl Orellana, explica que con las pasadas tormentas les ha dado cuartelillo a los residentes, una situación que se podía revertir.
«El nivel de agua baja muy rápido en nuestra zona. El año pasado tuvimos que cortar el suministro por la noche. Este año, si el consumo no es responsable nos tocará hacer lo mismo, pero de momento no hay que aplicar restricciones», señala.
Órgiva, capital de La Alpujarra, tiene empadronados 5.649 vecinos, pero el consistorio señala que, con la recogida de basura y el gasto de otros servicios, suelen ser 12.000 los que habitan esos lares. En verano, con los retornos al pueblo y las visitas, este volumen de gente se amplía hasta las 15.000 personas, los mismos recursos a repartir entre más.
En Granada capital y su entorno, que recibe sus captaciones de agua del sistema de embalses de Quéntar-Canales, no hay aplicándose ninguna restricción tampoco. Estos dos embalses se encuentran al 78,6% y 71% de su capacidad respectivamente, según datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), siendo las reservas de la provincia que más agua acumulan.
La media actual de los embalses de Granada se sitúa en 42,4%. En la misma semana de 2022, otro año seco, alcanzaba el 51,7%, mientras que hace una década el agua embalsada era 69,6%, un 41,4% más que ahora. Colomera, al 10% de su capacidad, San Clemente (12%), y Bermejales (19%) son los embalses que acusan más la falta de precipitaciones.
En el último mes, la capacidad de los pantanos solo ha aumentado un 1,84% de media, que han experimentado variaciones por los desembalses. Desde abril la CHG ha ampliado las medidas y cerrado más grifos para los riegos. La aplicación de estas medidas para Granada es dispar con terrenos en los que se ha restringido el riego casi por completo y otras zonas solo un pequeño porcentaje, según el nivel de las reservas de agua.
Pedro Parias, representante de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua), señala que en algunos puntos de la provincia se riega la mitad de lo acostumbrado e incluso una décima parte, lo que se traduce en que hay agricultores y comunidades que han dejado de regar por completo, abandonan sus cultivos o siembran productos que requieran menos demanda de agua, prescindiendo de cultivos como el maíz.
Parias destaca que la CHG ha permitido, al igual que el año pasado, emplear los pozos de sequía, unas reservas de agua que se emplean en caso de necesidad extrema. Feragua solicitó a la CHG que pusiera en marcha los 14 pozos de emergencia que tiene Granada capital, que se nutren de un acuífero de la Vega. Parte de estas reservas hídricas se construyeron durante la sequía de 1995, que obligó al Ayuntamiento de la capital a excavar, junto a la Confederación, 10 pozos. En 2005, otro periodo sin precipitaciones, favoreció que se hicieran otros cuatro. Los pozos fueron utilizados en el verano de 2017 para riego en la vega también por falta de agua. El representante de las comunidades de regantes andaluzas pide apoyo de las administraciones para aligerar la carga que soportan los agricultores.
La reducción de cosechas y la economía de guerra que arrastran las explotaciones se ha llevado ya por delante a 18.900 trabajadores. «Ha llovido en el mes de mayo, pero el cereal ya se ha perdido. El caudal que tenemos para riego es muy bajo y solo se emplea para algunas hortalizas. A ver lo que Dios hace con nosotros si no llueve en octubre», lamenta con desesperación Francisco Caro, presidente de la comunidad de regantes de La Calahorra, una de las zonas más afectadas por la sequía, junto al olivar granadino.
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