Miguel Ángel tiene 41 años y vive con Mónica, su mujer, en un cortijo a unos tres kilómetros de Salobreña, en una zona conocida como Loma Miranda. Hace un par de semanas, después de volver de un viaje de trabajo de Barcelona, comenzó a sentirse mal. Tenía fiebre alta y enseguida temió que pudiese estar contagiado de coronavirus. Llamó a los teléfonos habilitados pero no consiguió mucha ayuda y decidió ir al centro de salud del pueblo. Allí le dijeron que por los síntomas, efectivamente parecía COVID-19. Lo mandaron a casa y le recomendaron aislarse. La pareja no tiene vecinos y viven solos. No podían salir de la vivienda. Pero gracias al Ayuntamiento de Salobreña y a la Guardia Civil tienen la comida y las medicinas que necesitan.
Publicidad
Miguel Ángel asegura que ya se siente mejor, aunque aún está con el cuerpo dolorido. Mónica está más fastidiada, le han cambiado la medicación para ver si responde mejor. Ella no tiene fiebre, pero sí muchos dolores.
El vecino de Salobreña agradece la solidaridad y el respaldo que han tenido. «Estamos lejos, aquí no hay nadie y tranquiliza saber que si pasa algo vas a estar atendido», afirma. Su voz suena animada. «Los peores días ya han pasado», asegura. Aunque teme por sus padres. «A nosotros no nos han hecho la prueba, nos recomiendan aislamiento por precaución pero realmente no sabemos si estamos contagiados. A mí me gustaría saberlo. Sobre todo por mis padres. Estuve en contacto con ellos después de venir de Barcelona y me da miedo. Ahora mismo no tienen síntomas, pero uno tiene miedo», explica. Le gustaría saberlo por eso, y para poder sacar la basura sin sentir que puede ser peligroso para alguien con quien se cruce.
A pesar de todo, se siente afortunado porque su casa es amplia y la sensación de encierro no es tanta como la que podría tener en un lugar más pequeño. Lo único que le pesa es no poder ayudar. «Yo soy joven, no soy población de riesgo. Tengo una furgoneta. Me gustaría poder ayudar a otros, en lugar de que me tengan que ayudar a mí», afirma.
La historia de Miguel Ángel y Mónica es una de las muchas que se ven estos días. En Salobreña el Ayuntamiento ha puesto en marcha una cadena de solidaridad que está detrás de este tipo de coberturas a personas que lo necesitan.
Publicidad
La alcaldesa, María Eugenia Rufino, explica que se coordinan con el centro de salud, las fuerzas y cuerpos de seguridad y una red de voluntarios. En el caso de Miguel Ángel y Mónica, posibles contagiados, el consistorio pide colaboración a la Guardia Civil y la Policía porque tienen más medios de protección que los voluntarios. Pero también atienden otros casos. El objetivo, es que ningún vecino se sienta solo y con sus necesidades sin cubrir.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.