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Empieza el primer fin de semana de julio, que aunque en el calendario no marca el inicio de verano, a efectos prácticos sí lo hace. Porque julio ya sí tiene nombre de vacaciones, aunque sean unas tan diferentes que ni la Dirección General de Tráfico ... se atreve este año a hacer previsiones de movimiento de vehículos porque no saben muy bien cómo se van a comportar los ciudadanos. Y da la sensación de que aún está todo por ver y todo por saber. En la Costa los hoteles que han abierto en su mayoría esta semana estarán al 50% de media. Muy lejos de lo que ocurría otros veranos, pero mejor de lo que se calculaba hace apenas unos días, gracias a las reservas de última hora.
El presidente de la asociación de hoteleros de la Costa, Jesús Megías, está convencido de que los factores que más influirán a la hora de elegir destino serán el precio y la sensación de seguridad. Que no sea un lugar masificado también ayudará. Megías asegura que la competencia está siendo dura este verano. Especialmente con Málaga. Y considera que es importante no tirar los precios.
Sobre la ocupación, asegura que hay mucha incertidumbre. Todavía continúa habiendo cancelaciones, pero deja claro que los empresarios del sector van a trabajar al máximo para salvar el verano. Otra cosa será lo que ocurra después de agosto.
La parte positiva es que en la Costa Tropical el 80% de la facturación de los hoteles, según dice Megías, es de visitantes nacionales. Teniendo en cuenta las dificultades que va haber para recibir a turistas extranjeros, es clave que el peso caiga sobre el cliente de nuestro país. Megías indica, eso sí, que la ocupación varía. En el que él dirige, el Albayzín del Mar, ese fin de semana estarán al 60%.
En el Playa Granada Club Resort anda por el 50%, aunque la perspectiva es que los datos vayan mejorando. Este viernes había unos 200 clientes. Poco a poco tienen menos cancelaciones y confían en poder salvar la temporada, aunque sean conscientes de que las cifras no se parecerán mucho a las de veranos anteriores.
En el Hotel Helios de Almuñécar han decidido abrir sólo la mitad de las habitaciones disponibles para garantizar la seguridad de los clientes. De las 116 que hay disponibles, casi la totalidad estarán ocupadas este fin de semana. Asegura que están contentos con los datos actuales. Para el resto del mes, las reservas están al 35%, pero está habiendo muchas de última hora, por lo que todo apunta a que los datos irán mejorando.
Las cifras no se parecen en nada a las de otros periodos estivales. La costa granadina llevaba varios años consecutivos batiendo récords de visitantes y está claro que esta vez los números no van a superar, ni siquiera a igualar, a los anteriores. Con todo, los empresarios del sector intentan ser optimistas y confían en que en agosto la situación remonte aún más.
Algo parecido ocurre en los camping. Carmen López, de la asociación de empresarios del sector, apunta que para el mes de julio prevén estar en torno a un 40%. No obstante, aclara que en su caso es más difícil hacer una aproximación que para otros alojamientos porque muchos de sus clientes llegan sin reservar. En agosto confían en alcanzar el 80%. Cada fin de semana es para ellos un reto. «Ahora llega el fin de semana y es casi a vida o muerte», explica. Y es que este año los viajes de cercanía van a ser los protagonistas.
El otro sector que necesita como agua de mayo (o sol de agosto) un buen verano es el de los chiringuitos. Paco Trujillo, presidente de la Asociación de Chiringuitos de la Costa, intenta ser optimista, pero le cuesta. Reconoce que ahora mismo van funcionando y que se ve algo más de movimiento. Pero nada que ver con lo de un verano normal. Su temor, ahora mismo, el horizonte aún más incierto que se plantea cuando llegue septiembre. «Lo que más temo es que haya rebrotes. Que vuelvan las restricciones. Sería difícil aguantar», señala. El goteo de extranjeros que puedan ir acercándose en las próximas semanas, también será clave para el sector.
Prever es, según la RAE, ver con anticipación;conjeturar por algunas señales o indicios lo que ha de suceder. Sin embargo, en el verano de eso a lo que llamaron nueva normalidad, resulta casi imposible intuir lo que ocurrirá. No lo sabía ayer la DGT, no lo tienen claro los empresarios y no se atreven a planearlo ni los que cualquier otro año ya tendrían más que cerradas sus vacaciones. Uno nunca sabe casi nada. Yesta vez lo que está por venir parece aún más incierto. Sea como sea, veamos el vaso medio lleno, que hace un par de meses las playas se proyectaban con separaciones en cubículos de metacrilato. Y al final ahí están los bañistas, hincando la sombrilla y estirando la toalla. Como casi siempre, pero con distancia.
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