Piedras, barro, cal, cañas y madera. La ascendencia árabe impregnó la arquitectura vernácula de los pueblos de Guájar Faragüit, Guájar Alto y Guájar Fondón, pertenecientes desde 1973 al municipio de Los Guájares. El topónimo Guájar se deriva del vocablo árabe Wa-run, que significa abrupto, escarpado, de difícil acceso. En estas tres localidades existen todavía patios y casas moriscas provistas de tinaos. Su patrimonio cultural y arquitectónico es muy importante. Es una reliquia del pasado que se ha conservado hasta nuestros días, adaptada al relieve. Pasear por las calles de estos tres pueblos dedicados, principalmente a la agricultura, nos traslada a tiempos pasados. En estos logares se disfruta de la tranquilidad y el buen clima. El tinao es una solución arquitectónica que crea espacios cubiertos, bajo techo. Existen tinaos de paso y tinaos en viviendas decorados con muchas macetas de flores. Muchísimas personas de dentro y fuera de España visitan Los Guájares para conocer sus encantos.
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El significado del nombre de Guájar Faragüit proviene del árabe y significa 'Jardín Escondido'. En él se ubica el Ayuntamiento del municipio situado en la parte septentrional de la Costa. El núcleo más antiguo de Guájar Faragüit se articula en torno a la iglesia consagrada a San Lorenzo, por cuya plaza discurría el antiguo camino real de Motril. Su crecimiento tuvo lugar en la ladera arriba respetando la vega. La última expansión urbana se produjo a partir de los años cincuenta del pasado siglo, aún más arriba, a lo largo de la carretera, recién construida. Guájar Fondón es el núcleo de población que encontramos más al sur de Los Guájares. En su origen, el pueblo se articulaba a lo largo de la acequia principal, lo que hoy en día es la Calle Real, ésta se inicia en la 'Fuente el Cañuelo', atravesando todo el pueblo, partiendo de ella la red de acequias.
Más tarde se construyó en Guájar Fondón la mezquita, hoy iglesia, en la zona norte, implantada sobre terrenos poco firmes, lo que sumado a la excesiva pendiente y a la proximidad de la vega, provocó que la expansión del pueblo no se produjera hacia el río, sino hacia las zonas este y oeste. El pueblo ha ido creciendo alrededor del camino que iba hacia Motril, lo que es hoy la Calle Cruz. Así como hacia el oeste aprovechando los bancales para la construcción de nuevas viviendas. En Guájar Alto son muchos los patios y las callejuelas que aun conservan su encanto árabe, en este núcleo. En el 'Patio de la Peana' podemos encontrar un pórtico hecho de ladrillos y el otro de piedra tallada, unidos por una viga de madera con una inscripción que data del 1692.
En su origen, Guájar Alto se dividía en tres barrios organizados en torno a tres fuentes, comunicados entre sí por el antiguo camino de Las Albuñuelas (actual Camino Real). A partir de los años cincuenta del pasado siglo, la expansión urbana se realiza en torno a la carretera nueva, ocupando parte de la vega. Los primeros indicios de la ocupación de esta zona se remontan a la Edad del Cobre como se atestigua a través de los yacimientos encontrados en la desembocadura del Río de la Toba. Los primeros restos de población datan del periodo ibero-romano. Su origen es medieval y fue habitada por árabes hasta la expulsión de los moriscos. Dos núcleos aparecen como claro exponente de la ocupación permanente: El Castillejo y Guájar la Vieja.
Con la reconquista, el territorio de este municipio fue repartido por los Reyes Católicos entre algunos de sus principales lugartenientes, por los buenos servicios prestados a la corona: Guájar Faragüit al capitán Don Luís Portocarrero, Señor de Palma; Guájar Fondón fue cedida a Don Juan de Ulloa; mientras que Guájar Alto seguiría perteneciendo a la Corona. Durante la denominada Guerra de La Alpujarra se vivió en esta zona uno de los episodios más sangrientos, al remontar las tropas del Marqués de Mondéjar el curso del Río de la Toba con la orden de pasar a cuchillo a cuantos moriscos encontraran a su paso, según indican algunos historiadores.
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La gastronomía de Los Guájares está basada en los recursos obtenidos de su entorno y de la cercana Costa. Su cocina rica y variada tiene una fuerte tradición morisca, especialmente en la repostería: roscos, pestiños, cuajadas, pan de higo… Los Guájares goza de un microclima especial en el que en sus casi 90 kilómetros cuadrados de superficie conviven diversos ecosistemas, como son el bosque mediterráneo, los cultivos tradicionales y los subtropicales y las huertas. Los Guájares cuentan con estupendas y envolventes rutas de senderismo como, y por ejemplo, la Ruta del Río de la Toba, la Ruta de Las Albuñuelas o la Ruta del Castillo. Los Guájares sorprenden en cada uno de sus rincones. Sus frutos del campo: aguacates, chirimoyos, aceituna… son muy codiciados.
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