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María José suelta a su hija en el colegio de Calahonda. MJAT
La iniciativa «Beso y Arreando» entre la comodidad y la polémica en la entrada del colegio

La iniciativa «Beso y Arreando» entre la comodidad y la polémica en la entrada del colegio

La nueva zona de parada rápida en Carchuna y Calahonda busca mejorar la fluidez del tráfico escolar, pero algunos padres y docentes cuestionan su efectividad y el mensaje que transmite

MJ Arrebola

Granada

Martes, 25 de marzo 2025, 14:05

Son las ocho y media de la mañana y el ajetreo en la puerta del colegio de Carchuna es el de siempre: coches que frenan de golpe, puertas que se abren apresuradamente, niños que bajan aún bostezando, madres y padres que lanzan besos al aire mientras ya piensan en llegar a tiempo al trabajo.

En medio de esta rutina acelerada, un nuevo espacio pintado de rojo y un cartel con el mensaje «Beso y Arreando» indican a los conductores que ahí solo se puede parar durante un minuto para dejar a los niños. La idea es simple: los pequeños bajan rápido, los padres siguen su camino y así se evitan atascos.

Para algunos, el cambio, que se implementó hace tan sólo unos días, ha sido bien recibido. María García, madre de dos niños que van al colegio de Carchuna, ya conocía esta iniciativa y le parece positiva: «lo había visto en otros sitios y me parece bien. Al final, es lo que hacemos siempre, pero ahora al menos hay un sitio pensado para ello».

Pero no todos lo tuvieron tan claro desde el primer día. Algunos padres llegaron sin saber de qué se trataba y se encontraron con una sorpresa. «Cuando llegué y vi esa mancha roja en el suelo, no tenía ni idea de qué era. Pensé que habían pintado algo nuevo y que no se podía pasar», cuenta una madre, que terminó aparcando más lejos para evitar problemas.

Otros padres destacan que esta iniciativa local funciona mejor en algunos momentos del día que en otros. Ana Cañadas explica que por la mañana es útil, pero que a la hora de recoger a los niños se vuelve más complicado: «cuando los dejamos, nos dan un beso y se van, pero al mediodía es más difícil porque tardan en salir».

«Cuando llueva, nos daremos todos tortas por dejar a los niños ahí. No quiero imaginar el caos que se puede formar con los paraguas, las prisas y los coches esperando«, explica Vanesa, madre de una niña de 7 años.

Aun así, hay padres que consideran que es cuestión de acostumbrarse. Patricia Román, madre de una niña de nueve años, cree que este tipo de iniciativas ayudan a mejorar poco a poco el municipio: «hay niños a los que les cuesta adaptarse y los padres tenemos que meterlos dentro del colegio, pero al final se acostumbran. Está bien que vayan haciendo cosas nuevas en el pueblo para avanzar».

Problemas con el nombre

En el colegio de Calahonda, la iniciativa también ha generado distintas opiniones. María García, madre de dos niñas de cinco años, cree que el sistema facilita la entrada para los niños mayores, pero no tanto para los pequeños: «los grandes se bajan solos, pero a los pequeños hay que ayudarles, acompañarlos... Antes había mucho atasco porque todos paraban justo en la puerta, así que en ese sentido sí que se ha mejorado».

Sin embargo, hay otro detalle que no ha pasado desapercibido: el nombre de la iniciativa. María José Navarro y Carlos Eduardo, padres de una niña de 11 años, lo descubrieron en redes sociales y aunque creen que el sistema puede ayudar a agilizar la entrada, no les convence el término elegido: «nos suena como a los animales. La palabra es del todo adecuada, pero el mensaje está claro».

Otra madre también tiene dudas sobre su efectividad. El primer día que lo implementaron, algunos conductores seguían aparcando en la zona roja como si nada hubiera cambiado: «había coches parados como siempre, la cola se seguía formando igual. Supongo que llevará un tiempo que la gente se acostumbre«.

No solo los padres tienen opiniones divididas. Algunos profesores del colegio comparten esta percepción. Una docente cree que el término no es el más adecuado: «a mí me suena un poco brusco. Como si se tratara de soltar a los niños y largarse». Además, destaca que la medida no encaja en uno de los proyectos que se está llevando a cabo en el centro: «estamos fomentando que los niños vengan andando al colegio con el programa de caminos seguros, y esto incentiva justo lo contrario, que vengan en coche. Es un poco contradictorio».

Pese a las opiniones divididas, la medida sigue adelante. Juan Alberto Ferrer, presidente de la ELA de Carchuna y Calahonda, explica que el objetivo principal del «Beso y Arreando» es mejorar la seguridad y la fluidez del tráfico en las inmediaciones de los colegios.

Para ello, los coches solo pueden detenerse un máximo de un minuto en la zona habilitada, y solo dentro del horario de 08.45 a 09.15 por la mañana y de 13.45 a 14.15 al mediodía.

El alcalde de Torrenueva Costa, Plácido Lara, que lleva a su hija al colegio de Carchuna, cree que la medida es positiva y que podría aplicarse en su municipio cuando terminen las obras en la zona del colegio: «Cuando tengamos la zona urbanizada, podríamos estudiar la manera de implantarlo en nuestro municipio».

Y en cuanto al nombre, Ferrer defiende su elección: «buscábamos un nombre cercano, que reflejara la forma de hablar de nuestra zona».

Mientras tanto, los padres siguen adaptándose al nuevo sistema. Algunos ya lo han incorporado a su rutina, otros aún tienen dudas. Lo que está claro es que el «Beso y Arreando» ya está en marcha, y su éxito dependerá de si las familias consiguen sacarle provecho o si acaba siendo una medida más que no termina de funcionar como se esperaba.

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