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Pilar garcía-trevijano
Motril
Sábado, 24 de agosto 2019, 01:25
Granada y el mundo interrumpían sus vacaciones para mirar al Mediterráneo de una forma distinta. Los refugiados y la tripulación del Open Arms besaban suelo italiano la noche del 20 de agosto después de 19 días críticos de travesía. El buque de la oenegé española ... que rescata vidas en el océano desde 2015 ha vuelto a poner encima de la mesa las diversas posturas sobre la política española y europea en materia de inmigración en una temporada 'tranquila' en los puertos. Tras el boom y las cifras récords del verano pasado, el número de personas que han logrado cruzar el mediterráneo se ha desplomado. No hay campamentos de emergencia, ni pabellones municipales empleados como centros de acogida.
De acuerdo con el último informe emitido por el Ministerio del Interior, entre el uno de enero y el 13 de agosto de 2019 han llegado a España por vía marítima 14.591 personas, frente a los 25.359 inmigrantes que llegaron en el mismo periodo de 2018. Un descenso del 42,5% en todo el territorio nacional que se extrapola al resto de costas. En Motril la caída alcanza el 56% en verano. Según los datos facilitados por Cruz Roja, que da la primera asistencia a mujeres, hombres y niños que pisan la ciudad granadina, entre los meses de junio, julio y agosto de 2018, 3.000 personas alcanzaron el puerto Motrileño. Este año, de acuerdo con los datos que ha recabado este periódico del Ministerio de Interior, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la propia Cruz Roja, sólo 1.333 personas han alcanzado el muelle gracias a la intervención de Salvamento Marítimo.
Entre enero y agosto de 2018, 9.438 personas se embarcaron en un patera para llegar a Motril. Del total, 1. 427 eran mujeres y 1.487 eran niños. En 2019 se ha frenado en seco. 2. 569 personas, entre ellas 349 mujeres y 372 menores, alcanzaban la ciudad de la Alhambra. Francisco Fernández Caparrós, delegado en Granada de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), califica como grave el rumbo que ha tomado España y Europa en relación a los refugiados y apunta como ejemplo más reciente de ese declive el Open Arms, del que espera que sea el propio gobierno italiano quién condene las «políticas desacomplejadamente racistas».
Fernández explica que detrás del descenso en el número de pateras está el «endurecimiento de las órdenes de rescate». La creación hace un año del Mando Único Operativo, dirigido por la Guardia Civil, para coordinar las actuaciones frente a la inmigración irregular en la zona del Estrecho de Gibraltar ha cambiado las dinámicas de actuación radicalmente. Para la asociación se han levantado «concertinas en el mar» que frenan la llegada a través de los convenios entre España, la UE y Marruecos para que éste último asuma el auxilio en la zona de búsqueda y rescate (SAR). Por su parte, Natalia González, miembro del área de migraciones de APDHA, subraya que el cambio en la forma de operar ha supuesto que se dilate más las tareas de rescate, lo que aumenta el riesgo de que los náufragos mueran ahogados y asegura que Marruecos no cumple con los derechos humanos y «no es un puerto seguro».
La asociación Andalucía Acoge comparte la misma versión sobre el descenso de la llegada de inmigrantes a Motril y señala que desde que Marruecos empezó a asumir funciones menos personas se atreven a cruzar el Estrecho por miedo a ser interceptados por las patrulleras africanas. Mantiene que se ha reducido la operatividad de Salvamento Marítimo. «El control de las pateras ahora es menos transparente y Sasemar no puede facilitar tanta información como hacía antes», concluye.
Por su parte, CEAR se hace eco del descenso en el número de personas que llegan a la Costa Tropical y admite que ha apreciado el fenómeno, pero que «aún están analizando la situación». Manuel Capa, delegado de CGT –sindicato mayoritario de Salvamento Marítimo– y trabajador de Sasemar, explica que desde diciembre «ha habido un apagón informativo en el que no se publican fotos, artículos, ni el número de llegadas».
Capa dice que antes de la creación del Mando Único si llegaba la alerta de una patera se activaban las unidades e iban en su búsqueda a la vez que un helicóptero localizaba la patera y enviaba las coordenadas a las los barcos para que efectuaran el rescate. «Se tarda tres horas en llegar a la isla de Alborán, pero ganabas tiempo cuando recibías el aviso. Una vez localizada la patera, el rescate se hacía en 20 minutos máximo». «Con el cambio de directrices no puedes abandonar el puerto hasta que el avión manda las coordenadas».
«Nuestra gestión era civil y con la autorización del capitán marítimo o de Subdelegación de Gobierno podías ir. Con la figura del Mando Único, sólo podemos intervenir con su orden. Nos han metido un elemento militar. Ven inmigrantes ilegales y nosotros nos guiamos por el derecho marítimo. Son náufragos en peligro», lamenta.
«Si Marruecos dice que va al rescate, no hay forma de saber si han llegado a tierra. La información no se contrasta y algunas pateras desaparecen», asegura. El trabajador de Sasemar critica que desde ciertos sectores apunten que actuaban «como taxis» para los inmigrantes. «Se dice que invadíamos aguas marroquíes, pero siempre que actuábamos en zona SAR de Marruecos teníamos permiso del gobierno». Capa cuenta que en zonas de responsabilidad conjunta han acudido varias veces en auxilio de náufragos y han recibido orden de mantenerse cerca sin actuar para que lo hicieran las patrulleras marroquíes. «Tienes a la gente en barcos de juguete. Se han ralentizado los rescates para que se haga cargo Marruecos. No todos lo que salvamos se quedan en España. Toda esa materia política no nos corresponde a nosotros. Va a haber más muertes que antes sin que se pueda tener constancia. Hablamos de ellos como si fueran números y no personas», sentencia.
Este periódico ha preguntado al Ministerio del Interior cuál es el protocolo de actuación sin haber obtenido aún respuesta oficial.
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