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Diez años no es nada, pero cien días pueden ser una eternidad. La nueva normalidad ha empezado al mismo tiempo que el verano. Y que el día de la música. Parece que todo sonaba bien ayer a pesar de lo que ha pasado. La Costa Tropical comienza a tomarle el pulso a su estación favorita. Aunque con las fronteras autonómicas recién abiertas la diferencia respecto al último fin de semana, aún en fase tres, fue poca.
El tiempo acompañó, aunque al meterse en el agua aún se ponía la piel de gallina. Y en general los bañistas respetaron la distancia de seguridad y las normas establecidas para un verano fuera de lo común.
La anécdota se quedó en Calahonda, donde pasadas las doce de la mañana unos bañistas creyeron ver un tiburón. No habría sido el primero de este año en la costa granadina. Pero no fue. La autoridades dieron parte a la Guardia Civil, que se trasladó hasta el lugar y comprobó que aunque tuviese aleta no era un tiburón, sino un pez luna, habitual en la zona, aunque de mayor tamaño de lo normal, y que tiene aleta que fue lo que provocó que lo confundieran con el tiburón. La duda hizo que se restringiera el baño. Pero en menos de una hora todo había vuelto a la normalidad. Al margen del tiburón que resultó no serlo, en general el primer día del verano de esto que llaman nueva normalidad transcurrió tranquilo. Respeto a las distancias de seguridad, mascarillas en los paseos y una afluencia de gente moderada.
Distancia entre sombrillas
A partir de esta semana, cuando ya podrán llegar los visitantes de otras autonomías se esperan playas más llenas. Habrá que ver entonces si sigue siendo tan fácil mantener esa distancia de casi dos metros entre sombrilla y sombrilla y de diez metros desde la orilla. El verano en cualquer caso no es tan diferente como se esperaba hace unos meses. Pero es imprescindible no perder la perspectiva, porque aunque dé la sensación de que todo ha pasado, el virus que nos encerró hace tres meses sigue ahí fuera acechando. Por ahora, eso sí, ni hay ni se habla de medusas. Está bien ver siempre el vaso medio lleno. Porque la vida, casi siempre, quita una cosa, pero da otra a cambio. Y cuando no la da, la buscamos. Sea como sea, con día de la música, pero sin canción del verano, el tiempo de sol, sal y mar ha llegado. Habrá que disfrutarlo, aunque sea con más cuidado.
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