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Detrás de cada pan hay una historia y mucho trabajo. Eso lo saben bien Gerardo Martín, Susana López y Federico Jiménez, que este lunes recibirán tres de las ochenta estrellas que se entregarán en la tercera edición de la ruta del Buen Pan. ... Para López y Jiménez será la segunda, para Martín la primera. Son los únicos de la provincia de Granada que logran este reconocimiento y para conseguirlo se han enfrentado a un jurado que valora, entre otras cosas, el sabor, el olor, el color o el aspecto general de cada uno de sus panes. No son elaboraciones hechas exclusivamente para el concurso, sino que tienen que venderlas en sus panaderías.
Los tres vienen de familias de panaderos. Gerardo Martín y Susana López son la tercera generación, uno en Órgiva y la otra en Capileira. El padre de Federico Jiménez también se dedicaba al negocio.
Las cosas han cambiado mucho en los últimos años. Detrás de estos premios hay dedicación y mucha formación. Jiménez tiene claro que hoy en día es clave seguir aprendiendo. Recuerda que la primera vez que acudió a unas jornadas formativas lo hizo casi a modo de excusa para viajar. «Pensaba que no me podían enseñar nada. Yo llevaba toda la vida haciendo pan. Y en cuanto me senté me di cuenta de que me quedaba todo por aprender», afirma.
Los tres se reúne, aprenden los unos de los otros y forman parte de diferentes asociaciones. Aseguran, mientras conversan, que actualmente se pueden encontrar muchos panes, pero pocos de calidad. Para Gerardo Martín, cuyo pan ganador es ecológico, hacer un buen producto es imprescindible. No sólo tiene que saber bien, también tiene que ser fácil de digerir. Y eso, aunque parezca mentira, no sucede lo mismo con todos los panes.
Susana López recuerda a su padre en el horno y aunque afirma que él ya era un gran panadero, explica que ahora hay muchas nuevas formas de hacer estas elaboraciones. Indica, además, que hay muchos factores externos que influyen en el resultado final. «Puedes hacer el mismo pan aquí (en Motril) con un clima húmedo y después hacerlo en Capileira, y el resultado no va a ser el mismo», señala.
Mientras charlan, Federico Jiménez parte por la mitad uno de los panes que ha preparado unas horas antes. Se lo pasa a sus compañeros que lo huelen a conciencia. «Es un olor dulce», indican, mientras que precisan que ese olor sólo es posible cuando el pan se ha hecho con masa madre.
Llegar hasta la estrella que recogerán el lunes no ha sido un camino sencillo, pero los tres hablan con tanta pasión de su oficio que no parece extraño que hayan logrado hacer unos panes que se merezcan un premio.
En el mundo del pan, como en todos, hay a quien le cuesta entender que hay cosas que evolucionan. «Hay panaderos de toda la vida a los que resulta muy complicado hablarles de nuevas formas de hacer las cosas», indican. Sea como sea, ellos seguirán buscando su mejor pan.
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