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Mercedes Navarrete
Polopos
Lunes, 2 de septiembre 2019, 20:16
A 800 metros de altitud, en una ladera con vistas al mar se encuentra el pintoresco pueblecito de Polopos, en la Costa granadina. Para llegar a Polopos hay que superar cerca de diez kilómetros de una empinada carretera de montaña llena de curvas y sin quitamiedos, de esas que vuelven locos a los amantes de la bicicleta y que hacen pensar 'si lo se no vengo' a los conductores menos avezados.
En el pueblo –que llegó a tener dos mil vecinos en los años sesenta– apenas quedan hoy 58 adultos, casi todos jubilados y dos niños. La escuela de Polopos se cerró en el año 2003 y los dos pequeños del municipio se desplazan al cole de La Mamola. Tampoco queda ya ninguna tienda, pero los vecinos reciben la visita de los vendedores ambulantes (la fruta los martes y sábados, el pan a diario...). La mayoría de las 300 viviendas de Polopos están vacías, muchas en ruinas y en casi todas cuelgan carteles de 'se vende'.
No hay duda de que el pueblo es un exponente del fenómeno de la 'España vacía'. Lo que no se esperaban en Polopos es que con todos los centenares de ejemplos de pueblos en despoblación que hay a lo largo y ancho del territorio nacional les fueran a elegir a ellos para protagonizar un reality show sobre este fenómeno en la televisión holandesa RTL4, la cadena pública más importante del país.
Aunque el aterrizaje del reality no ha trascendido apenas fuera del pueblo –la cadena mantenido el hermetismo para que no se adelantaran imágenes de los capítulos antes de que se emitieran este verano– el pueblecito de la Costa Tropical se convertió durante meses y hasta el pasado 29 de agosto en el escenario del reality show 'Het Spaanse Dorp: Polopos', que se traduce como 'El pueblo español: Polopos'.
Koen Robroek | Productor holandés
Las grabaciones comenzaron en el pasado mes de marzo –incluso rodaron un día en la Semana Santa de Salobreña– y este verano han comenzado a emitirse los 50 capítulos en la cadena RTL4.
Más de 800.000 espectadores (Holanda tiene 17 millones de habitantes por lo que se considera una audiencia muy alta) han seguido en cada capítulo las andanzas de los concursantes, que participan por parejas y que, con sus divertidas pruebas en mitad de la plaza o en las calles, han revolucionado por completo la tranquila vida de Polopos.
De las diez parejas que comenzaron el concurso pasaron de ronda cinco, tuvieron que rehabilitar casas en ruinas para quedarse a vivir en Polopos y compitieron para crear negocios y actividades que llenaran de vida el pueblo 'vaciado'. Tras meses de grabaciones, las cinco parejas que llegaron a la fase final del reality estaban plenamente integradas en el pueblo. La mayoría de los concursantes llegaron sin hablar ni una palabra de español y ahora son unos 'poloperos' más.
Matías González | Alcalde de Polopos y jurado
Además de dar un giro de 180 grados a la vida del pueblo, el reality de la televisión holandesa se ha convertido en una inyección económica para pueblos vecinos, como Castell de Ferro o Castillo de Baños, donde se ha alojado estos meses todo el equipo –más de cuarenta personas– desplazado por la televisión holandesa.
«La productora no quería que los participantes tuvieran aquí un refugio», explica el productor local Koen Robroek. Precisamente, el reto del concurso –y con lo que disfrutan los telespectadores en sus casas– es ver cómo se buscan la vida estos intrépidos holandeses y cómo empiezan una nueva vida en 'Polopos: el pueblo español'.
Nadie les saca las castañas del fuego para lograr una licencia de obras o contratar un arquitecto. Una de los aspectos que más juego ha dado al concurso es el jurado, 'El Consejo', que está formado por el alcalde de Polopos-La Mamola y tres vecinos más. Ellos son los que han seleccionado a los ganadores de las pruebas y a las parejas que pasan de ronda, en función de cómo se están integrando y de los proyectos que estén poniendo en marcha para reactivar la economía local. Las cinco parejas finalistas han escriturado la casa que ellos mismos tuvieron que rehabilitar y los ganadores serán nombrados «ciudadanos de honor» de Polopos y recibirán como premio 20.000 euros.
«Pero el dinero que ganan no es para que se lo lleven sino para que lo inviertan en sus proyectos en Polopos. El verdadero protagonista es el pueblo, el programa quiere ser un motor de la economía local y combatir la despoblación. Este es un concepto ético de reality», explica el productor holandés Ivo, que insiste en 'Het Spaanse Dorp: Polopos' no tiene nada que ver con programas como 'Supervivientes' o 'Gran Hermano', que es en lo que cualquier español piensa cuando escucha 'telerrealidad'.
A pesar de que Ivo se resiste a salir en el reportaje, es una pieza fundamental de la historia: él fue la razón por la que la televisión de su país desembarcó en Polopos. El productor holandés de televisión y películas conocía bien las más famosas costas españolas, como Ibiza o Marbella, pero un día decidió escapar del estrés de la vida de Holanda y encontró «el centro de un triángulo maravilloso entre el mar y la nieve, entre Almería, Granada y Málaga». O lo que es lo mismo, Polopos.
«He visto muchos países en el mundo y esta costa en la más bonita, solo le faltan cosas... Tengo un sueño y es convertir la zona de Polopos en unos cinco o diez años en un destino de turismo ecológico de lujo. Los turistas más ricos quieren turismo sostenible, no turismo de masas», explica en un español casi perfecto.
Ivo relata que el pasado año la productora grabó el mismo programa en el pueblecito italiano de Ollalai y que fue un éxito de audiencia. Para el reality veraniego de 2019 querían un pueblo de España.
La cadena seleccionó a familias, algunas con hijos, de entre las más de 8.000 personas que se presentaron al casting y ya solo faltaba el pueblo. El productor les mostró «el perfecto». «Esto puede ser la Toscana granadina. No es el fin del mundo, ¡es el centro de todo!», asegura convencido. El gran aliado de la televisión holandesa ha sido el alcalde de Polopos-La Mamola, Matías González.
El regidor, que algo tiene que estar haciendo bien cuando afronta su tercer mandato con mayoría absoluta, vio enseguida en la propuesta de este vecino una buena oportunidad desarrollo para el pueblo «y un anuncio de más de 50 horas en horario de máxima audiencia para la Costa Tropical con coste cero».
Por eso Matías, que ha presidido el jurado, lo ha dado todo en el programa y se ha destapado como una auténtica estrella televisiva. Después de tantos meses de rodaje se declara a los ganadores de las pruebas dándole emoción al asunto y pronuncia 'Crhistiaan y Kirsteen' o 'Wijnad y Thysa' como quien dice Pepe y María.
Matías cuenta que propuso al jurado entre los vecinos más abiertos de miras porque al principio el desembarco de la tele también levantó algún recelo en el pueblo. «Estoy muy contento. Polopos se ha llenado de vida y la idea es que los concursantes se queden a vivir. Elegimos ganadores a los que tienen más pintas de quedarse», explica Matías González. «Aquí habíamos estado muy aislados por la falta de la autovía, pero ahora Polopos tiene que resurgir. Estamos a una hora de Almería o de Granada... Los pueblos turísticos de La Axarquía también tuvieron que empezar así», anhela el alcalde.
«¡Ay qué música más tonta, siempre hacemos lo mismo, a mi me gusta más la zumba!», comenta Leonor González, vecina de Polopos de 74 años, llorando de risa mientras las cámaras del 'reality' la graban a ellas y a sus vecinas subiendo y bajando los brazos en la clase de aeróbic que les han montado los Rutten, una de las familias holandesas concursantes del reality. Lo del aeróbic es una de las actividades que han inventado estos participantes para darle vidilla al pueblo y tratar de que les voten los vecinos. El vídeo de las mayores poloperas puede verse en las redes sociales del programa y es la mejor prueba de cómo están colaborando para que el concurso sea un éxito y la audiencia holandesa y belga pase un buen rato. Si es por el bien de su pueblo, por ella desde luego que no quede. Así piensa Leonor que, junto al alcalde y otros dos vecinos, compone el 'consejo', que es el jurado del concurso. «Yo me metí por ayudar, porque es una pena que el pueblo esté vacío con lo bonito que es. Aquí los días claros se divisan hasta las montañas del norte de África, ¿No ves que maravilla?», comenta. Leonor asegura que los concursantes, a los que conoce ya bien tras seis meses de pruebas y convivencia, son «muy buena gente que quiere integrarse» y a veces sufre para elegir al ganador de las pruebas «porque todos lo hacen muy bien».
Leonor regentó muchos años un bar en Polopos y su hijo continuó con el negocio hasta que no se sostuvo. «El pueblo se moría y hubo que cerrar. Es una pena porque aquí estamos en la gloria. ¡Tenemos de todo! El panadero viene todos los días de Rubite y si me hace falta algo más me lo trae», asegura. A su lado, Baldomero Rodríguez, de 69 años y teniente de alcalde de Polopos, presume de haber salido del pueblo solo «para hacer la mili y para ir al hospital de Motril» y expresa que su sueño es «volver a ver abierta la escuela».
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