Los vecinos de Lanjarón y del resto de la Alpujarra observaban ayer desde poca distancia «muy preocupados» la evolución del incendio que el jueves pasado se declaró en Los Guájares y que sigue activo. La Junta decretó el nivel 1 del Plan Infoca y ordenó el confinamiento de los pueblos de Ízbor y Acebuches, pertenecientes a El Pinar. Desde Lanjarón, el equipo de gobierno y los vecinos ofrecieron instalaciones municipales y sus propias casas para acoger a los vecinos afectados por el incendio que decidieran abandonar su casa.
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Rafa Reyes, vecino de Lanjarón
Rafa Reyes recorre todas las semanas tres veces con su mountain bike las pistas forestales que conducen hacia Venta Cebada, el paraje que ardió este lunes por la tarde. A unos tres kilómetros en línea recta de Lanjarón. «Era una zona con un arbolado muy densa, una ruta habitual para los ciclistas de montaña».
Rafael se acostó ayer impresionado de ver llamas de más de diez metros de altura arrasando un área tan familiar para él. «Esta mañana, lo primero que he hecho al levantarme, es coger la bici y venirme hasta aquí (Cerro de los Cañones) para ver cómo estaba la situación», comenta.
Valverde, vecino de Lanjarón
Valverde, vecino de Lanjarón de 79 años, observa con sus prismáticos cómo los helicópteros descargan agua en la zona de Venta Cebada, muy cerca de Ízbor y Acebuches, que ayer fueron confinados por el fuego. «Resulta increíble -declara- que habiendo dos pantanos esté costando tanto apagar este fuego». «Ya vamos para cinco días».
Antonio Romero, camionero de Órgiva
Antonio Romero, camionero de Órgiva jubilado, mira con desesperanza el panorama devastador que ha dejado el incendio en el entorno de Ízbor y Acebuche. «Esto es terrible», dice. No es la primera vez que vive una experiencia así. «Vi cómo se quemaba la Sierra de Lújar, más de 5.000 hectáreas», recuerda.
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«Si todo esto se convierte en un desierto ¿quién va a venir aquí?», se pregunta y se responde en referencia al futuro de una comarca con un pujante sector turístico.
Juan Pérez, vecino de Órgiva
Juan Pérez, de 55 años, conoce bien toda la zona afectada por el fuego de Los Guájares. «La orografía de esta sierra hace muy complicado llegar a las llamas y sofocarlas».
Juan cree que se necesitarán varias generaciones para recuperar un espacio natural de gran riqueza. «Además —lamenta— cada vez llueve menos y es más difícil que la vegetación crezca».
Luna, Águeda y Yazmina, del restaurante El Buñuelo
Luna, Águeda y Yazmina regentan el restaurante El Buñuelo, a la salida de Lanjarón en dirección hacia Órgiva. «Vimos la magnitud de lo que estaba pasando, nos metimos en la piel de quiénes estaban sufriendo y ofrecimos la comida de nuestro restaurante a los vecinos de Ízbor y Acebuche que se marcharon de sus casas», explica Luna Estévez.
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«Necesitan ayuda y nosotras nos sentimos en la necesidad de ayudar ofreciendo lo que tenemos», explica Luna, cuya familia también temió por que se quemara un cortijo que tienen en Acebuches.
«Tenemos una zona tan bonita y qué pena tan grande que esté pasando esto», lamenta. «Desde el jueves vivimos con el alma en vilo».
Eric Escobedo, alcalde de Lanjarón
El alcalde de Lanjarón, Eric Escobedo, municipio que ha ofrecido sus instalaciones para todos aquellos vecinos que anoche abandonaron sus casas, ha explicado este martes que «viendo cómo avanzaba el fuego contra nuestros vecinos de las localidades afectadas, empezaron a llamar vecinos de Lanjarón para ofrecer sus propias casas, hoteles, restaurantes...».
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Escobedo apunta que estaban tosdos «muy preocupados», pero las lluvias que llegaron de madrugada cambiaron «un poco la tendencia».
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