Eduardo Ligero Vaca junto al 'San Antonio'. Javier Martín

El 'San Antonio', un legado pesquero en el corazón de Motril

Eduardo Ligero Vaca, a sus 84 años, sigue cuidando de su querido barco, símbolo de una vida dedicada al Mediterráneo y a la pesca artesanal

M. J. Arrebola

Sábado, 12 de octubre 2024, 23:30

En el puerto de Motril descansa un veterano del mar, el 'San Antonio', un barco pesquero que ha surcado las aguas del Mediterráneo durante más de cuarenta años. A su lado, todos los días, se encuentra Eduardo Ligero Vaca, su propietario, un hombre que ha ... dedicado su vida al mar desde que tenía tan sólo ocho años. Hoy, a sus 84, Eduardo sigue visitando su querido barco, a pesar de que ya no sale a faenar.

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Nacido en Almuñécar, Eduardo se mudó a Motril cuando era apenas un niño. Su relación con el mundo marinero comenzó en su infancia, y desde entonces ha trabajado en todos los artes de la mar. A lo largo de su carrera, ha conocido la pesca en diferentes modalidades, como la 'traiña' y el 'cerco', navegando desde la Costa Tropical hasta Málaga.

«El 'San Antonio' era un barco marrajero, pero lo cambié para pescar con redes de cerco», cuenta Eduardo. En esta embarcación, salía casi a diario a faenar junto a sus tres hijos y otros dos pescadores. «Lo que más pescábamos eran caballas, jureles y boquerones», relata con añoranza.

Un barco gemelo

Desde su juventud, Eduardo Ligero Vaca ha visto de todo en el mar: buenas capturas, días difíciles y noches de tormenta.«Antes no teníamos las previsiones del tiempo que tenemos hoy. Nos pillaban las tormentas sin aviso, y más de una vez me vi en apuros con el San Antonio», relata.

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Aún recuerda con tristeza el hundimiento del 'Nejo', un barco gemelo al San Antonio que desapareció cuando una tormenta les sorprendío en medio del mar, entre las costas de España y Marruecos. Siete hombres de Torrenueva iban a bordo, incluyendo los tres hijos del patrón del barco que nunca fueron encontrados. «Nosotros tuvimos la suerte de amarrar en puerto a tiempo», dice Eduardo, recordando cómo sobrevivió su propio barco en aquella misma tormenta.

Después de tantos años en el mar, Eduardo se jubiló hace dos décadas, a los 60 años, bajo una ley que permitía la jubilación anticipada de los pescadores. «Me mandaron la carta desde Málaga para jubilarme anticipadamente, y lo hice», recuerda. Desde entonces, el San Antonio ha permanecido en el puerto, primero en el agua y luego en tierra, tras ser sacado con una grúa para repararlo.

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Sin embargo, la jubilación no ha significado el olvido del barco. Eduardo sigue visitando el 'San Antonio' cada día, observando con nostalgia su deterioro. A pesar de las promesas de las autoridades locales para restaurarlo y convertirlo en una pieza de exposición, el barco ha sufrido daños en el proceso. «Lo deterioraron aún más cuando lo sacaron con la grúa», lamenta.

Eduardo se interesa por su barco a diario. Javier Martín

A pesar de todo, sigue cuidando de él a su manera, limpiando lo que puede y pensando en pintarlo. «Me costó mucho trabajo y muchos años mantenerlo. Cada día vengo aquí a echarle un ojo», dice, mientras observa con cariño la embarcación que le acompañó durante toda su vida.

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Con el paso de los años, la vida del pescador y la historia del 'San Antonio' se han entrelazado profundamente. Este barco no es solo madera e hierros viejos, sino un reflejo de décadas de trabajo duro, sacrificio y amor por el mar. Ahora, mientras el barco espera un nuevo destino, Eduardo sigue velando por él, como si fuera una parte viva de su propio ser.

Nunca quedará en el olvido

La Autoridad Portuaria y la Cofradía de Pescadores de Motril se encuentran en conversaciones para evaluar la viabilidad de recuperar este barco de gran valor histórico, que ha sido parte del puerto de Motril durante muchos años. Ambas instituciones están estudiando los detalles necesarios para llevar a cabo su restauración, así como su futura ubicación, con el fin de preservar este emblemático símbolo ligado a la tradición pesquera de la zona.

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Hoy, el puerto de Motril conserva esta reliquia, que para Eduardo es más que un símbolo de sus años como pescador: es su legado. Un legado que espera ser preservado, no solo en su memoria, sino como parte de la historia viva del puerto y de Motril.

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