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P.García-trevijano
Martes, 26 de abril 2022, 01:38
Amar a Dios sobre todas las cosas hizo que Don Felipe Javier Molina Núñez (1966-2022) se esmerara en cuidar, querer y prestar consuelo al prójimo sin abandonar a ninguno de los feligreses que en sus 31 años de sacerdocio acudieron a él. Fue «un ... auténtico Santo» en los 30 pueblos de Granada en los que prestó servicio.
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Y en todos dejó huella. Hasta el último de sus días cumplió con fervor con su vocación y murió con las botas puestas, incluso le habría dado coraje no llegar a la Eucaristía porque «siempre estaba donde le necesitaban». El hombre, de 56 años, falleció en la mañana del domingo en la A-44. Don Felipe se dirigía con su vehículo a los oficios dominicales cuando se sintió indispuesto, paró en el arcén junto al kilómetro 151 de la autovía y se desplomó en el suelo sin que la Guardia Civil o los servicios sanitarios que se desplazaron a la zona pudieran hacer nada por salvar su vida.
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Era natural de Montejícar, se ordenó sacerdote el 19 de junio de 1991. Empezó como vicario parroquial en Murchas y desde entonces ha prestado servicio espiritual y humano en numerosos pueblos de la provincia. Actualmente, era párroco de Albuñuelas y Saleres, además de capellán del hospital Santa Ana de Motril, según la Archidiócesis de Granada.
Don Felipe también fue párroco de Arenas del Rey durante ocho años y prestó servicio en Fornes y Jayena, donde sus vecinos lo recuerdan con cariño.
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De hecho, fue pregonero de las fiestas de Fornes en 2019, cuando ya no era sacerdote de la localidad, como homenaje a lo que había aportado al pueblo. Felipe ha sido un vecino y de los «excepcionales», ha creado comunidad e Iglesia, la de verdad, aquella en la que cualquiera podría creer en cada uno de las localidades donde llevó su fe. Albuñol, Motril, Acequias, Niguelas, Valle de Lecrín, Riofrío, Fornes, Cacín, La Mamola, Ízbor, Mondújaro Melegís son algunos de los pueblos por donde pasó.
Los que le conocían destacan su entrega absoluta. Las parroquias del Valle de Lecrín han querido despedirse de su párroco «con gran pesar». «Su repentina muerte nos llena de tristeza, aunque nos queda el consuelo de saber que la muerte no tiene la última palabra sobre nosotros. Nos queda su cariño, su cercanía y su entrega que supo hacer visible el amor de Dios en las cosas cotidianas de la vida. Desde estas líneas le queremos dar el pésame a sus familiares y amigos y cómo no, a todos los feligreses de los pueblos de Albuñuelas y Saleres de donde era párroco actualmente», han asegurado a través de un comunicado.
Nombrado arcipreste
En 2016 fue nombrado Arcipreste de la Costa Oriental y capellán a media jornada en el hospital motrileño, donde destacan que era una persona agradable, cariñosa y atenta. Atendía con buena disposición cualquier llamada y acudía a dar consuelo a las familias y descanso a los pacientes en sus últimos alientos.
«Era un sacerdote que vivía pobremente y se daba a los necesitados como nadie. Estoy segura de que es un Santo en el cielo, ha vivido cerca del Señor. Puedo decir sin temor que le ha querido todo el mundo, los que frecuentaban la parroquia y son creyentes como los que no», destaca uno de sus feligreses. El velatorio tuvo lugar ayer por la mañana, la eucaristía funeral se celebró esa misma tarde en la parroquia Santa María Micaela de La Chana, donde residen sus padres.
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