El regreso del exconcejal genera malestar en algunos círculos del partido pero completa la recomposición de Francisco Rodríguez sobre lo que supusieron los últimos años de Sebastián Pérez
Los hijos pródigos no abundan en política. Nadie se marcha por nada y –normalmente– no regresa si no es a cambio de algo. Filosofía al margen, el PP convocó el miércoles una rueda de prensa junto a Centrados en Granada; el partido que auspició Juan García Montero en las municipales de 2019 y que logró 3.312 votos en la capital por 25.268 de los populares. Algunos dirigentes de peso en el PP granadino critican que se haya situado al mismo nivel en un acto público una formación que pretende volver a gobernar la Diputación con un avenate que se armó para evitar que Sebastián Pérez fuese alcalde. Y lo consiguió. También cuestionan que se les dé tanta publicidad –y un sitio en el comité de dirección– a quienes en su momento no tan pretérito denunciaron al partido. «Centrados no existe, no puedes sentarte en la misma mesa», critica un cargo público.
En la lectura contraria, la actual dirección popular justifica el regreso de esta facción crítica en el intento manifiesto por «coser» un partido que se que se rasgó a partir del tumultuoso congreso de 2016. La 'foto finish' no deja de ser llamativa: quien demandó a la junta directiva y abandonó el PP ha vuelto y el que presidía el partido –Sebastián Pérez–, ganó en el congreso y en los tribunales, está fuera.
No es el primer movimiento de la actual dirección. Al poco tiempo de llegar a la presidencia, Francisco Rodríguez comenzó su labor de sastrería y recuperó la alcaldía de Molvízar con el apoyó del exalcalde Fermín García Puentedura, otro de los que acompañó a Juan García Montero y rival declarado de Sebastián Pérez. La integración de este grupo de la Costa aún no se ha alcanzado. También ha tenido gestos con el que fuera núcleo duro en su última etapa de José Torres Hurtado, como los concejales Telesfora Ruiz o Francisco Ledesma. Recuperó a José Torrente, exportavoz en Diputación y colaborador de García Montero en el congreso frente a Sebastián Pérez; y el partido promovió como nonato delegado de Cultura a Fernando Egea. Todo se justifica por recuperar los votos perdidos. La convicción es que si Juanma Moreno consigue un buen resultado en Granada en las autonómicas que se celebrarán este año, se asentará en las municipales de 2023.
El regreso de García Montero está cerrado desde hace meses. Si se ha pospuesto ha sido por aguardar a que se resolviera la situación en la alcaldía de la capital y se confirmara la marcha de Sebastián Pérez. Más allá de algunas críticas sottovoce, de momento, no ha generado ruido públicamente. «Juan es alguien que cae bien a la militancia. Algunos de los que regresaron el miércoles con él a la sede han estado cuarenta años ensobrando votos por correo. Son más del PP que yo», describe un miembro de la actual dirección.
Juan García Montero dejó la política –tampoco tuvo otra opción– tras el frustrado intento con Centrados en Granada en 2019 y ahora desarrolla otra labor profesional. Su habilidad para adaptarse a las circunstancias convierte a un camaleón en el principal sospechoso y puede pasar del ataque más virulento a la adulación complaciente. Puede cambiar de fondo, pero rara vez pierde las formas. Son virtudes como otras cualesquiera. Juan tuvo su entorno y está por ver cuántos votos conserva de aquellos tres mil que Sebastián Pérez porfía que le costaron la alcaldía.
Llegados a este punto, mejor no remover las hemerotecas. Unos y otros se dijeron de todo –que también es una forma de no decirse nada–. En las municipales, algunos de los concejales que el jueves aplaudían y abrazaban al compañero participaron de una candidatura que puso en duda la financiación de la campaña de Centrados en Granada. Pequeños detalles. Y Juan García Montero impugnó el XIV congreso y hasta le dieron la razón en primera instancia. Aquella demanda cuestionaba la imparcialidad de una junta directiva y, sobre todo, del comité organizador. Un órgano que presidía Santiago Pérez López –hoy retirado de la primera y hasta segunda línea–, pero donde también estaban el actual senador José Antonio Robles, la directora de la Alhambra, Rocío Díaz, o el parlamentario Rafael Caracuel.
Y queda por saber cómo ha sentado la vuelta a Sebastián Pérez. Está tranquilo –o lo aparenta–; incluso se siente liberado por esta decisión. Como si ya no supusiera remordimiento alguno los pasos que vaya a dar. Su entorno advierte que aún no ha terminado la función. Que hablará en 2022. «Y no defraudará».
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