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Caminando hacia un futuro mejor, dentro de la Comunidad Terapéutica PHG
«Creemos realmente en la rehabilitación y reinserción de los reclusos»
Nuestros solidarios | Proyecto Hombre Granada

«Creemos realmente en la rehabilitación y reinserción de los reclusos»

Manuel Mingorance, director de Proyecto Hombre Granada, confía en que los reclusos tienen los medios y la posibilidad de reinserción

María Dolores Martínez

Viernes, 5 de julio 2024, 12:45

Sufrir una condena y verse entre rejas es un drama para cualquier ser humano y su familia, pero si a ello se le añaden otras prisiones interiores, como problemas de salud mental, adicciones y/o discapacidad intelectual, el dolor puede ser inmenso. Liberarse gradualmente de todas estas cadenas, rehabilitarse y reinsertarse social y laboralmente «es posible y creemos realmente que nuestro método es exitoso», asegura Manuel Mingorance, director y presidente de Proyecto Hombre Granada. Para lograrlo sólo hace falta «que el recluso quiera y aproveche la gran oportunidad que le brinda nuestra Comunidad Terapéutica Intrapenitenciaria».

Este proyecto, impulsado por la Fundación ''la Caixa'', nació hace 22 años por el deseo de Proyecto Hombre Granada de implantar su modelo de Comunidad Terapéutica «dentro de la prisión con toda su metodología y filosofía», explica Jesús García, coordinador de Programas de Prisión de Proyecto Hombre Granada. Gracias a ello, un equipo de cuatro profesionales: un psicólogo, una educadora, un trabajador social y una terapeuta ocupacional, trabajan diariamente, de forma individual o grupal, con 45-55 reclusos del Módulo 12 del Centro Penitenciario de Albolote para llevar a cabo distintos talleres y actividades socioculturales. «Es muy importante también –señalan– la colaboración con el propio equipo de la prisión. Para ello se mantienen reuniones semanales con el objetivo de planificar todas las intervenciones».

Incluso, se está consiguiendo algo tan admirable «como implicar a los propios funcionarios de prisiones gracias a campañas de sensibilización y formación». Otra ayuda imprescindible es la de las familias de los reclusos «a las que acompañamos fuera». Todo apoyo es poco para lograr que, primero, compensen los últimos meses de condena en la misma comunidad terapéutica, fuera de la prisión (art. 182 RP), y después logren sus propios recursos y alcancen su autonomía. Mientras tanto, «ven como su vida va cambiando día a día, dentro de la prisión, se estabilizan y adquieren hábitos que para ellos eran impensables».

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