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M. Victoria Cobo y José Utrera
Granada
Sábado, 22 de marzo 2025
Huéscar es un pequeño municipio a más de cien kilómetros de la capital granadina. Tiene una población de algo más de siete mil vecinos, y ... toda la esencia de un pueblo. Desde hace diez días, el municipio está revuelto. El pasado jueves 13, por la tarde noche, la Guardia Civil desembarcó allí para llevar a cabo una importante operación que ha permitido esclarecer un asesinato y, al mismo tiempo, desmontar una organización criminal dedicada al tráfico de cocaína.
El jueves empezó lo que los agentes llaman la fase de explotación, pero la investigación de los siete meses anteriores ha sido un ejercicio de resistencia, tanto por parte de los agentes como por parte de los 'malos'. La paciencia y un trabajo minucioso han permitido que la Policía Judicial de Granada destapara lo que la trama pensaba que iba a ser un 'crimen perfecto'. Durante meses creyeron que nadie encontraría el cuerpo de la víctima, tomaron medidas de seguridad y siguieron con su vida. Pero el domingo 16 de marzo se desenterró la prueba definitiva. Se esclarecía un crimen perpetrado entre cuevas y caminos rurales y sepultado bajo escombros.
Esta semana se ha conocido el desenlace, que ha supuesto ya la detención de catorce personas y el ingreso en prisión de once de ellas. Pero para llegar hasta ahí los investigadores tuvieron que descartar varias hipótesis y rastrear distintos enclaves en los que sospechaban que podía estar el desaparecido. Primero, con la esperanza de que se encontrara con vida, aunque retenido, más adelante con la sospecha de que lo habían matado.
Los lugares clave para
resolver el crimen
Huéscar
Desayuna en un bar con el líder de la banda de narcos local. Lo ven en las cámaras del establecimiento.
La mayoría de registros de la operación se realizan en esta localidad.
Riego Nuevo (Galera)
Tras el desayuno va a este anejo de Galera, a la cueva del cabecilla, para cambiarle un pie de ducha. Se lo cuenta a un familiar que le llama por teléfono. Es el último rastro de Paquillo.
Castilléjar
En un área recreativa encuentran su coche. Hay munición, alguna percutida, pero no hay sangre ni restos biológicos. La banda deja el coche allí para despistar.
Sierra de Almaciles
Allí aparece su cuerpo, enterrado bajo escombros de obra.
JUANJO CERERO
Fuente: Elaboración propia
Los lugares clave para resolver el crimen
Huéscar
Desayuna en un bar con el líder de la banda de narcos local. Lo ven en las cámaras del establecimiento.
La mayoría de registros de la operación se realizan en esta localidad.
Riego Nuevo (Galera)
Tras el desayuno va a este anejo de Galera, a la cueva del cabecilla, para cambiarle un pie de ducha. Se lo cuenta a un familiar que le llama por teléfono. Es el último rastro de Paquillo.
Castilléjar
En un área recreativa encuentran su coche. Hay munición, alguna percutida, pero no hay sangre ni restos biológicos. La banda deja el coche allí para despistar.
Sierra de Almaciles
Allí aparece su cuerpo, enterrado bajo escombros de obra.
JUANJO CERERO
Fuente: Elaboración propia
Los lugares clave para resolver el crimen
Huéscar
Desayuna en un bar con el líder de la banda de narcos local. Lo ven en las cámaras del establecimiento. La mayoría de registros de la operación se realizan en esta localidad.
Riego Nuevo
(Galera)
Tras el desayuno va a este anejo de Galera, a la cueva del cabecilla, para cambiarle un pie de ducha. Se lo cuenta a un familiar que le llama por teléfono. Es el último rastro de Paquillo.
Castilléjar
En un área recreativa encuentran su coche. Hay munición, alguna percutida, pero no hay sangre ni restos biológicos. La banda deja el coche allí para despistar.
Sierra de Almaciles
Allí aparece su cuerpo, enterrado bajo escombros de obra.
JUANJO CERERO
Fuente: Elaboración propia
Francisco Jesús P. S. desaparece un 8 de septiembre. Esa mañana, desayuna con un vecino del pueblo –uno de los detenidos– en un bar de Huéscar, algo que está constatado por las grabaciones de seguridad del establecimiento. Aquel hombre, apodado 'El Cabezón', le encarga una obra en su cueva de Galera, a donde se dirige Paquillo tras acabar la cita. Este dato lo aporta un familiar de la víctima, que habla con él por teléfono, después del encuentro en el bar. Es el último rastro fiable que hay del hombre con vida. A partir de entonces, no se sabe nada más de él. Esa cita en el bar no parece, a priori, extraña, porque la víctima y el otro hombre son del mismo círculo de amigos de Huéscar.
Cuando los investigadores empiezan a conocer las circunstancias de Paquillo, detectan que en las semanas anteriores ha ocurrido un hecho que podría estar relacionado. En el pueblo se comentaba que había tenido algún tipo de problema y había recibido una paliza. Una agresión que le había dejado con la mandíbula rota y requirió incluso cirugía en un hospital. Un enfrentamiento así pasa a ser la primera línea de investigación.
Además, el hombre con el que se citó en el bar, 'El Cabezón' también había sido objeto de una agresión meses antes y, al parecer, también le robaron droga en su casa. En esas primeras horas de investigación, se comprueba que las palizas se producen por el roce de los vecinos de Huéscar con otro grupo, que se mueve por Atarfe. Ambos comparten círculo de amistades y se produce algún tipo de conflicto personal entre ambos, que acaba con los dos vecinos de Huéscar maltrechos.
Según ha podido saber este periódico, se ahonda en esa tensa relación, pero las personas de Atarfe llegan a prestar declaración y se confirma que no estaban en el entorno ni podían haber participado en los hechos. Tenían coartada y se contrasta. Desechada la primera hipótesis, los investigadores no se rinden.
La Policía Judicial añade otro elemento a la línea de trabajo. 'El Cabezón' era un viejo conocido de la Guardia Civil, ya lo detuvieron hace casi dos décadas por tráfico de droga.
En paralelo a esa primera hipótesis de trabajo, se habían ido trazando otras líneas de actuación, que en este caso están relacionadas con el entorno más cercano y las personas que son las últimas en verlo con vida.
En ese rastreo, aparece el coche del desaparecido a los pocos días de denunciarse su ausencia. Es una furgoneta rotulada que utilizaba para trabajar. Se encuentra en un paraje remoto, en Castilléjar, en el barranco de las Monjas. En el vehículo encuentran munición, incluido algún casquillo ya percutido. Pero no hay sangre ni restos biológicos. Los investigadores creen que esos objetos se podrían haber colocado ahí para que los encontraran e introducir algún elemento de distracción. Sí hay un hallazgo en el coche de Paquillo que les llama la atención. Encuentran una pequeña cámara de vigilancia que habría colocado él mismo, quizá porque estaba preocupado después de recibir una paliza. Al parecer, no había grabaciones que pudieran servir para esclarecer los hechos.
En los primeros días de búsqueda e investigación, toman declaración a todo el entorno del hombre, familiares, amigos y otros allegados. Empiezan a encontrar contradicciones e incongruencias en las declaraciones.
Barajan, en las primeras horas, que pudiera estar vivo y secuestrado. Rastrean sitios concretos en los que creen que pudieran estar secuestrado, como una nave industrial con un zulo, propiedad de 'El Cabezón'. Entran en ese espacio y el sospechoso les enseña las instalaciones, incluida una habitación oculta tras una pared de mosaicos, pero Paquillo no está allí. Pese a saberse sospechosos, la organización criminal sigue con su actividad, convencidos de que no podrán encontrar el cuerpo.
En la ardua investigación, utilizan «todos los medios a disposición de la Guardia Civil», explican desde el cuerpo, incluido un perro adiestrado para detectar restos biológicos. El perro 'marca' un resto en una excavadora, de la empresa de 'El Cabezón', que posteriormente se supo que era el líder de la organización de narcotráfico, regenta una empresa de excavaciones en la zona. De hecho, emplea a varios de los detenidos en la operación, una empresa que le sirve de tapadera para el negocio ilícito.
Temen que Francisco Jesús ya no siga con vida, pero nadie admite nada. Los sospechosos siguen con sus trabajos y con su vida normal. La Guardia Civil, con su investigación. Van desentrañando la organización criminal, recabando datos de cómo funciona el tráfico de cocaína y quiénes trabajan en ese negocio. Están convencidos de que pueden estar conectados.
En los meses de vigilancia posteriores, la organización criminal toma medidas de seguridad y lleva a cabo incluso contravigilancia. «No cometen errores», señalan desde el cuerpo. Los investigadores interceptan, cerca de Nochevieja, una orden para ejecutar al que consideran el «eslabón más débil», una persona que pudo participar en el ocultamiento del cuerpo de Paquillo. Los agentes deciden detenerlo y, con la complicidad del juez, ingresa en prisión, sin comunicación con el exterior. La organización descubre que no está cuando acuden a su casa para ejecutarlo. El chico es extranjero y no tiene arraigo, nadie que lo reclame aquí, lo que permite mantener la investigación en secreto.
En ese tiempo, conocen que se va a producir una entrega de droga, procedente de Alicante, el jueves 13 de marzo. La Guardia Civil prepara el operativo, que se ha saldado hasta el momento con 14 detenciones en total y once personas en prisión. En las 9 detenciones que se produjeron entre jueves y viernes están los presuntos implicados en la muerte de Paquillo.
En el primer momento, nadie cuenta nada. Los investigadores están convencidos de que el cuerpo sin vida está en la cueva de Galera, en Riego Nuevo, a donde acude a hacer un trabajo la víctima. Allí hay material de obra que hubiera permitido esconder en esa misma ubicación el cuerpo. De hecho, preparan un operativo para registrar aquella zona. Sin embargo, en las entrevistas policiales que se producen durante las horas de detención, los agentes siguen con el trabajo. Detectan datos que no casan y alguien se derrumba y admite el asesinato. Y marca un sitio, cercano a Murcia.
Sin haber logrado esa declaración, los investigadores admiten que hubiera sido casi imposible dar con el cuerpo. El operativo de búsqueda se traslada entonces a un paraje remoto en la Sierra de Almaciles, un domingo. Allí, sepultado entre los escombros en los que estuvo oculto, encuentran el cuerpo sin vida. A 42 kilómetros de Galera, donde los investigadores creen que recibió los disparos mortales con un arma que aún se busca.
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