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Informe Pisa
Cuatro profesoras de Granada afrontan el reto del suspenso en Lengua y MatemáticasLas notas del último informe Pisa (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes) han sido las peores de la historia de España, a la cola en Matemáticas y Comprensión Lectora. El suspenso es rotundo. Pero, ¿quiénes suspenden? ¿Los alumnos? ¿Los profesores? ¿Los padres? ¿Todos? «Me temo que esto va más allá de Pisa», dice Josefina Gallego, profesora de Lengua y Literatura. Estamos en una de las salas de estudio del IES Padre Manjón, el centro de Rosa Varo, profesora de Matemáticas. Josefina y Rosa, que llevan toda la vida junto a una pizarra, reciben a Carmen Rodríguez y Arminda López, dos profesoras que casi acaban de empezar su carrera. ¿El objetivo? Conversar del pasado, el presente y el futuro de la Educación.
Hace unos días, Pedro Sánchez anunció que en los próximos Presupuestos Generales del Estado destinaría 500 millones de euros para reforzar las materias de Lengua y Matemáticas. Si los presupuestos se aprueban, el plan de refuerzo impactaría de 3º de Primaria hasta final de ESO, lo que supone 4,7 millones de alumnos. El proyecto contempla tres tipos de actuación: bajar la ratio con desdobles en las aulas para que haya menos alumnos por clase; profesores de refuerzo fuera del horario lectivo para alumnos con dificultades; y un plan de formación para el profesorado.
Sin embargo, Josefina, Rosa, Carmen y Arminda creen que para resolver el problema hay que escarbar más hondo. Coinciden en que la sociedad parece haberle perdido el respeto a los profesores, que faltan valores, que hay un exceso de burocracia, que los padres no valoran la cultura y, por tanto, tampoco los hijos; que tienen miedo a suspender, que ha bajado el nivel, que es imposible dar una atención personalizada en el aula... Esta conversación debería entrar en un examen. Suponiendo, claro, que pudiéramos usar la palabra examen sin ofender a nadie. Empezamos.
Matemáticas
Las dos profesoras de Matemáticas no se conocían hasta hace unos segundos, pero ambas se identifican al instante como las dos partes de una ecuación. Rosa Varo, que en unos días cumple 60, da clase en el IES Padre Manjón. Arminda López, 38 años, hace lo propio en el IES Giner de los Ríos, en Motril. Tras poner en orden las sumas y las restas, Rosa arranca la conversación.
«Las Matemáticas siempre han tenido fama de difíciles, pero si las entiendes gustan mucho. El tema es llegar a entenderlas, claro, y eso es cuestión de atender en clase. Y el problema es que ahora, entre otras cosas, no se escucha». En un instante, ambas comparten anécdotas muy similares: niños que a primera hora de la mañana están que se caen de sueño. «Echan muchas horas a juegos, a redes sociales... Las tecnologías bien usadas son excelentes –sigue Rosa–. Pero en los últimos diez años hay un cambio generacional exagerado y gran parte de la culpa es de los móviles y las tabletas»...
Sigue leyendo la conversación de Rosa y Arminda aquí.
Lengua
Josefina Gallego Tercero, 68 años, ha sido muy feliz en su profesión. «Siempre quise ser profesora», dice. Ya jubilada, su primera clase fue en 1981 y, desde entonces, todo ha cambiado mucho. «Cuando empecé eran dos materias distintas: Lengua y Literatura. Teníamos cinco horas de clase a la semana de Lengua y otras tantas de Literatura. Después unificaron las asignaturas y le fueron quitando horas... Ahí está la primera dificultad».
Carmen Rodríguez Crespo, 33 años, es profesora de Lengua y Literatura en el IES Francisco Javier de Burgos, en Motril. «Aunque ahora hayan aumentado las horas en ESO –responde a Josefina–, considero que el trato que se ha dado a la asignatura no ha sido digno. Los resultado de Pisa eran esperables». Carmen lamenta que pueda parecer que son ellos, los profesores, lo que no hacen su trabajo, pero asegura que hacen lo posible con las herramientas que les dan. «Llevamos años pidiendo la bajada de ratio, por ejemplo». Josefina asiente y, al mismo tiempo, lanza una reflexión: «Recuerdo clases de COU (2º de Bachillerato) con 46 alumnos y no tenía ningún problema para dar clase. No quiero enjuiciar, pero en mi último año, para mí era un sacrificio entrar en algunas clases. No tienen ninguna motivación...
Sigue leyendo la conversación de Josefina y Carmen aquí.
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