![Las cuevas del cerro de San Miguel tienen unas vistas espléndidas de la Alhambra y el Albaicín.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202111/19/media/cortadas/Cuevas01-kAUC-U1501191201449W0B-984x608@Ideal.jpg)
![Las cuevas del cerro de San Miguel tienen unas vistas espléndidas de la Alhambra y el Albaicín.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202111/19/media/cortadas/Cuevas01-kAUC-U1501191201449W0B-984x608@Ideal.jpg)
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Las cuevas de Granada, un elemento tan característico de la ciudad de la Alhambra, se han convertido en «un problema de los gordos». Así lo reconoce el propio concejal de Urbanismo, el socialista Miguel Madrid, que ha organizado entre otras medidas un plan con agentes de la Policía Local y técnicos de la concejalía para comprobar semanalmente el estado del terreno y ver la posibilidad de elaborar un censo.
Las cuevas de Granada, como las cabezas de la mítica hidra, animal de sangre griega que poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada, se multiplican de manera semejante. «Tenemos localizadas ya una gran proliferación de cuevas en lugares clásicos como el cerro de San Miguel o el Sacromonte. Pero también hay muchísimas en la vereda de la Alhambra y en el Barranco del Abogado», añade el concejal granadino.
Miguel Madrid
Concejal de Urbanismo
«Todo este suelo no urbanizable es de especial protección, y aunque parecía que la gente se acomodaba de forma temporal, han pasado a asentarse de forma permanente. Estos caraduras se han asentado de manera definitiva, y lo hacen sobre suelo público especialmente protegido».
El concejal maneja varias soluciones. La primera es la ronda semanal que acometen los técnicos de Urbanismo con la Policía Local para comprobar sobre el terreno la situación en las zonas de cuevas del término municipal. Asimismo, desde la concejalía de Derechos Sociales trabajan con las familias «que verdaderamente necesitan una alternativa de alojamiento, porque la situación de las cuevas es de completa insalubridad».
Entercer lugar, se buscan herramientas legales para mantener el suelo no urbanizable perfectamente protegido. En el caso del cerro de San Miguel, «debe ser zona verde, desarrollada gracias a un plan especial que nos diga cómo acometer el futuro parque». Ya continuación, «cuando tengamos el proyecto de obra, se realizará el desalojo de las cuevas». Toda la intervención persigue un objetivo doble:«La protección del patrimonio de Granada y su devolución a los granadinos para que lo disfruten», termina el edil.
La situación de las cuevas preocupa, y mucho, a las asociaciones de vecinos afectadas: Albaicín y Sacromonte. La primera de ellas denuncia «la mafia que se ha instalado en las cuevas que genera inseguridad en todo nuestro barrio. No hay más que pasarse por Plaza Larga y ver las escenas diarias».
También critican que «no haya más vigilancia y limpieza», aunque les consta que el Ayuntamiento «ahora sí está trabajando». Por eso, critican que los responsables del PPpidan ahora soluciones urgentes, «estando en la oposición. Cuando estaban el equipo de gobierno no han hecho nada», sentencian.
Las preocupaciones del Sacromonte discurren por caminos similares. «El Sacromonte lleva al menos dos décadas en las que no se ha concedido ni una sola licencia para ampliar, modificar o construir una sola cueva. Y solo hay que darse un paseo por el barrio para ver que hay muchas en obras y a lo bestia». Desde Urbanismo confirman:«Son todas ilegales, no tienen licencias y las hemos sancionado».
De igual forma, nunca llueve a gusto de todos, la asociación de vecinos del Sacromonte expresa su incertidumbre con la creación de la gran zona verde en el cercano cerro de San Miguel. «Si no pueden tener sus cuevas allí se van a ir a otro lado. Yen la cara oculta de la muralla Zirí está el barranco de los Naranjos y el Sacromonte». Les preocupa mucho que no se tenga previsto un plan de contingencia al respecto porque, de hecho, «ya hay movimientos de tierras en nuestro barrio, se hacen obras ilegales en las cuevas y hay caminos que ya no existen porque la gente de las cuevas los ha privatizado y cerrado al tránsito». En el Sacromonte, al igual que en el Albaicín, esperan una respuesta satisfactoria a sus dudas e interrogantes sobre el futuro inmediato del barrio.
Mientras las incógnitas se despejan, José Carlos Guerrero, técnico de Urbanismo con una tesis doctoral en la Universidad de Granada sobre el cerro de San Miguel, explica su trabajo. «El objetivo es tener presencia. Que sepan que estamos subiendo. Porque el segundo objetivo es frenar este movimiento de ocupación».
Guerrero lo describe a la perfección. «Abren la cueva y, pasito a pasito, le van ganando terreno. Excavan, y con la tierra, hacen delante una placeta. Luego la vallan y la hacen suya. Levantan tenderetes y luego los consolidan como edificios anexos. Siembran vegetación intrusiva que oculta sus cuevas a los ojos de los demás». Explica que su actuación también cambia el telón de fondo panorámico de la Alhambra. En suma, un conjunto de problemas que han convertido las cuevas en un profundo agujero negro que el Ayuntamiento quiere que sea una zona verde para todos.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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