![Risas trufadas de lágrimas e historias que no debieron suceder](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/pre2017/multimedia/noticias/201704/30/media/111574110.jpg)
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JOSÉ ANTONIO MUÑOZ
Domingo, 30 de abril 2017, 02:42
El último sábado de la Feria se despertó titubeante y acabó decantándose por las nubes y la lluvia. Después de la jornada del viernes, los libreros tenían puestas muchas esperanzas en este tirón final. También el programa daba motivos para la esperanza, ya que muchos pesos pesados habían sido programados durante el día de ayer. Visitas de campanillas, periodistas de éxito, autores consagrados y auténticas bombas de buen rollo como Pablo Carbonell aparecían en los carteles.
Los eventos comenzaron bien temprano. El primero, la presentación del libro ganador del X Premio Príncipe Preguntón. A la misma hora comenzaban
los talleres y las actividades científicas, con esas visitas al planetario portátil que siguen cosechando un notable éxito. Hoy es el último día para disfrutarlas. A las doce estaba prevista la presencia de la periodista Eva Díaz en la sala de exposiciones de CajaGranada en Puerta Real, pero no se presentó. Nos quedamos sin saber qué ha sido de su última obra, 'La estrella de cinco puntas'. Del mismo modo, naufragó la presentación prevista a la misma hora en la sala Zaida, del libro 'Memoria contra el olvido. Las escritoras del 27'.
Curiosamente, en el programa coincidía en el mismo sitio con otra presentación que sí tuvo lugar, la del libro de Felipe Alcaraz, expolítico, padre de entrenador -ahora, de seleccionador- y escritor en la más reciente etapa de su vida profesional. El volumen se llama 'La torre y las mujeres', y en el acto de puesta de largo de su obra en Granada estuvo acompañado por Maite Molina, igualmente expolítica, y por el periodista Eduardo Castro. Fue un acto donde la literatura perdió peso en favor de la ideología, si es que en el caso de Alcaraz se ha podido separar alguna vez alguno de estos dos elementos.
Según los presentadores, 'La torre y las mujeres' apuesta por defender el amor en la época del capitalismo a ultranza. Una vez más, el protagonista de la novela, en este caso Gaviero, es un 'alter ego' del autor. Es el habitante de la torre a la que hace referencia el título, aislado en su torre para vivir lejos del mundanal ruido. Alcaraz destila una poesía revolucionaria en su prosa, un camino vital que dota a su protagonista de un cuerpo que acaba muriendo, viviente en un alma en la que se oyen voces como las de Gil de Biedma o Javier Egea, por citar sólo dos literatos. Y la mujer, al final, como protagonista de todo. «A él le interesaba ese mundo de las mujeres al margen de los hombres, de las mujeres sin hombres. De las mujeres solas o entre ellas. Perseguía, investigaba el lenguaje de las mujeres cuando no estaban con los hombres. Creía que era un discurso especial», dice un párrafo de su obra.
A media mañana, la escritora Carolina Molina firmaba ejemplares de su más reciente obra, 'Carolus', en torno a la figura de Carlos III. «Esta es una de las menos granadinas de mis obras», aseguraba. Con todo, su excelente factura augura un éxito de ventas.
Un tanque, una casa
También en la hora del mediodía comenzaba la presentación del libro del escritor Ángel Domingo y la ilustradora Mercé López, 'La casa de los erizos'. Una puesta de largo eminentemente infantil, en la que ambos hicieron uso de las sombras chinescas ante un auditorio con poca costumbre de verlas. «El libro es una parábola sobre cómo convertir lo que nos destruye en algo positivo. Cuenta la historia de una familia de erizos que, a la búsqueda de un hogar, acaba encontrando un tanque de guerra que convierten en su casa». El cuidado en las ilustraciones del volumen, editado por A buen paso, y los simpáticos textos, hacen que el mensaje llegue muy hondo.
Ayer fue una mañana de historias con fuerte trasfondo político. A la una de la tarde, la investigadora Guadalupe Adámez Castro presentaba en la sala Zaida de Caja Rural 'Gritos de papel. Las cartas de súplica del exilio español', editado por Comares. Es este un acercamiento a las cartas que se intercambiaron los exiliados tras la Guerra Civil. Según la autora, «es la historia contada desde abajo, encontrada tras investigar fundamentalmente en tres archivos: el de Salamanca, el de México y el del sindicato español Unión General de Trabajadores. También ha habido familias que me han cedido correspondencia de sus familiares». El acto lo redondeó la música de Borja, quien interpretó algunas de las canciones que cantaban los exiliados, ante el aplauso de la veintena de personas que asistieron al acto.
A la misma hora, el Espacio Central de la Fuente de las Batallas acogió un fenómeno editorial que, nacido durante la crisis, ha sabido capearla: la revista Jot Down. Su gerente, Ángel Fernández, dirigió un acto que se prolongó durante casi una hora, y donde hubo tiempo para contar la génesis del proyecto, su realidad y sus proyectos de futuro. Entre ellos, por cierto, la realización de un manual de periodismo que, fiel al espíritu transgresor de la publicación, se llamará 'Cada mesa, un Vietnam'. «Le hemos puesto ese nombre en alusión a las luchas que se viven en la mesa de cada redactor», afirmaba Fernández entre risas. Entre las firmas que participan en dicho manual está la de Miguel Ángel Bastenier, tristemente desaparecido el viernes a consecuencia de un cáncer de riñón, y la de Manuel Jabois, una de las voces más seguidas de la generación digital.
Tras el paréntesis para el almuerzo -era curioso comprobar la densidad de autores por metro cuadrado en bares y restaurantes vecinos al recinto de la Feria- la tarde comenzó en el Espacio Central de la Feria con una lectura y presentación del más reciente poemario de Erika Martínez, 'Chocar con algo'. Tras la presentación de Juan García Única, Martínez estuvo más de media hora leyendo textos que, en muchos casos, levantaron la ovación del respetable. Títulos como 'Transacción' o 'Mujer trabajadora' fueron algunos de los declamados. Es la de Erika una voz moderna, que no tiene empacho en mezclar el inglés y el español en sus poemas, donde muestra la alienación de la mujer con un lenguaje bastante descarnado, y frases como la que dedica a Ricardo, «a quien le gustaba pellizcar sin permiso y la animación japonesa».
En el vestíbulo de la sala de exposiciones de CajaGranada presentaba Elisa Vázquez de Gey su obra 'Una casa en Amargura', acompañada por a profesora Aurelia Martín Casares. «La memoria de la esclavitud está por escribir», dijo la autora, que novela la historia de unas personas que cada vez que cambiaban de amo, lo hacían también de nombre. La profesora de la UGR alabó el rigor histórico de la obra, acostumbrada como está a buscar errores, y afirmó que «es una novela poliédrica, donde los personajes están muy bien trazados. Una novela equilibrada, sin la retórica de la victimización, algo importante en una época en que hay mucha división entre buenos y malos». Martín Casares atacó la antropología del compromiso, que evita la ponderación para entrar en la ideología, creando a veces postulados que no pueden sostenerse.
Carbonell, superstar
Con la presencia de Pablo Carbonell en el Espacio Central, la tarde alcanzó su momento culminante. El músico, actor, guionista, etcétera, se trajo esa personalidad que le acompaña en estado puro. «Escribí esta novela porque tengo a Montoro mordiéndome en el tobillo», dijo para empezar la fiesta. «El otro día estuve en Barcelona. Allí los chicos regalan flores a las chicas, y las chicas libros a los chicos. Las chicas salen perdiendo, es inconcebible», y ya las carcajadas ejercían como imán para que el interior y el exterior del recinto se llenaran de público. «Cuando leo este libro, me parece increíble que lo haya escrito yo. Menos mal que tengo los archivos en el ordenador que lo atestiguan», afirmó.
A pesar del constante 'animus iocandi' de Carbonell, 'El mundo de la tarántula', la autobiografía que ayer traía bajo el brazo y que ha editado Blackie Books, es un libro muy serio. Y lo es porque cada sonrisa está talabarteada con lágrimas. Las que le han costado los muchos eventos desagradables que han jalonado la peripecia vital del líder de Toreros Muertos. «Tuve que hacer parar la edición dos veces, porque se me habían muerto Javier Krahe y Pedro Reyes», dijo. Y a renglón siguiente, otra andanada: «El otro día me dijo mi chica: si me separo de ti y quiero la custodia de mis hijos, me bastará con llevarle al juez este libro para obtenerla». Y es que la vida de Carbonell ha estado llena de buenos momentos, pero también de excesos y pasadas. Como las que se pegó con Estrella, su profesora de Lengua en el IES La Rábida, de Huelva. Poco podía imaginar que la propia Estrella estaba presente en el auditorio, y que no sólo le perdonaba por su indisciplina, sino que posó con él para una foto e hizo cola pacientemente para que le firmara ese libro. Inolvidable.
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