Pablo Rodríguez
Viernes, 11 de noviembre 2016, 14:52
"¡Qué sobresalto!", confiesa aún paralizado Juan de Loxa. La muerte de Leonard Cohen, a los 82 años de edad, ha pillado por sorpresa al poeta granadino. La llamada de unos amigos desde Nueva York, a primerísima hora de la mañana, lo ha sacudido del sueño y le ha dejado como un vacío por dentro. "Se ha ido", acierta a decir.
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El amor por Federico García Lorca unió a Cohen y Loxa. El músico, que llegó a la obra del granadino a través de las lecturas de Whitman y los autores de la generación Beat, sentía "veneración por Federico, su fascinación era total" y aceptó de buen grado la invitación que Loxa hizo a su sello discográfico para rodar los clips de 'Poeta en Nueva York' en la casa de Fuentevaqueros.
Fue en 1986, pero Loxa lleva toda la mañana reviviéndolo a través de las preguntas de los periodistas. "Aquella visita a la casa era muy emocionante para él. Se notaba en el silencio la emoción contenida, con esa elegancia física e interior, con su traje oscuro tan serio y correcto y ese gesto que daba la sensación que no se inmutaba... y sin embargo le brillaban los ojos...", recuerda.
"Primero hizo una visita por la casa, estuvo en las habitaciones y le enseñé pequeños secretos que hay en los manuscritos de Federico -continúa Loxa-. Después quise dejarlo un poco solo en el Granero para que él viese las vitrinas. Lo sorprendente fue cuando me giré y vi que estaba con la cabeza en el suelo, haciendo el pino delante de una foto de Lorca".
El granadino sonríe recordando la anécdota: Fuentevaqueros, la casa de Federico. A un lado el poeta que luchó por devolver a la provincia al poeta y que mira furtivo al genio norteamericano; al otro el músico que llena salas, que vende millones de disco, que desgarra espíritus con sus palabras, con la cabeza en el suelo, en un extraño gesto de conjunción con su escritor fetiche, Lorca. "Avisé al fotógrafo, que era Alejandro Gorafe, y sacó la fotografía". Aquello dio la vuelta al mundo.
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Tres décadas no habían cortado los lazos entre Cohen y Loxa. Hace un tiempo, el granadino envió al músico un disco de Enrique Morente, otra figura que el norteamericano reivindicó. "Le mandé las canciones de Enrique sobre Miguel Hernández y le dije que en España había más poetas", señala Loxa. Cohen correspondió con un libro, 'El juego favorito', en el que le agradece la hospitalidad y la dedicación por Lorca, un tomo que hoy abre y cierra el granadino mientras recibe a los periodistas y contesta a las preguntas.
"Cohen tiene una categoría impresionante como musico y escritor, una altura que solo tienen Dylan, Baez, Reed... No todos tienen la capacidad de cantar las letras y de hablarnos de esa forma que estremece incluso a quienes no entienden el contenido, el argumento del tema, que no dominan el inglés. Es una voz que te susurra, que emociona, que se te clava dulcemente".
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No hay más. Loxa sigue hablando, recuerda anécdotas y libros, pero su voz adquiere otra dimensión, más leve. No lo dice, pero se ha vuelto sobre sí mismo. El granadino ha atravesado el océano, está a miles de kilómetros, en Los Ángeles. Allí se despide de su amigo.
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