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Vista del Darro, obra de Juan de Sabis. IDEAL
La otra Cumbre Europea de Granada

La otra Cumbre Europea de Granada

Hace 497 años, Carlos V rigió buena parte del mundo desde esta ciudad. Aquí tuvo lugar el Consejo de Estado del emperador, donde se trataron diversos temas de política exterior

Jueves, 5 de octubre 2023, 00:39

Hoy comienza la Cumbre Europea que marcará el semestre de la Presidencia española de la Unión. Sentados a una mesa, los mandatarios decidirán sobre los retos del presente y las soluciones del futuro para el continente que durante siglos lideró el progreso del orbe. Pero no es esta la primera Cumbre que ha tenido lugar en la capital granadina. Hace 497 años, el soberano que tenía en sus manos el destino de territorios tan vastos como los que incluyen los actuales 27 países miembros, celebró su particular reunión del más alto nivel en estas mismas calles. Bien es cierto que el terreno donde hoy se asienta el Palacio de Congresos era un espacio extramuros, pero quienes se sentaron a aquella mesa presidida por el emperador Carlos V anduvieron por la Alhambra como ahora lo harán los mandatarios.

El catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Granada, Francisco Sánchez-Montes, explica la importancia de Granada en ese momento concreto. «La estancia en Granada de Carlos V y la emperatriz Isabel, entre el 4 de junio de 1526 y el 10 de diciembre de ese año, convirtió a nuestra ciudad en capital y Corte de la monarquía más importante de su tiempo. Hoy hablamos de Europa, pero el entonces Sacro Imperio de los Habsburgo, en unión con los territorios peninsulares, las posesiones en Italia y del Mediterráneo, además de la expansión en América, significó que Carlos dominara un territorio en cierto grado equiparable con la llamada Europa. Y desde Granada, desde su Alhambra, se trazó su política internacional».

Los temas considerados en aquel Consejo de Estado no difieren mucho, en realidad, de los que en estos días se tratarán, eso sí, cambiando los protagonistas. Ahora no tenemos grandes problemas con Francia –aunque los tuvimos hasta hace bien poco–, los asuntos de Italia conciernen a los italianos, con el Papado casi todo va bien, y las dificultades con el turco se centran en si Erdogan viene o no. Pero en aquel momento, como recuerda el catedrático, esas eran las piedras en el zapato de Carlos. Unas piedras que le ocasionaban grandes quebraderos de cabeza. «Junto con la intensa actividad de los embajadores y emisarios que actúan en Granada, surgió el incesante trasiego de escritos diplomáticos que eran enviados y recibidos desde los más diversos lugares».

Los anfitriones de la Cumbre, el emperador Carlos V y la emperatriz Isabel, en un relicario de Alonso de Mena, de la Capilla Real. IDEAL

Si en estos días el trasiego de corbatas y 'trajes sastre' es abrumador, el de aquellos días no queda atrás. «El emperador era ayudado por un aparato burocrático, característico del Estado Moderno, en cuya cúspide se situaban los llamados Consejos, que formaban el sistema polisinodial de gobierno, destacando por su fuerza el Consejo de Estado, desgajado del Consejo de Castilla, el cual siempre acompañaba al rey, y que en Granada ejerció su importante tarea. Además, para soportar el peso de las relaciones exteriores y el gobierno interior, Carlos V fue ayudado por figuras de la talla del piamontés Mercurio Gattinara o el ubetense Francisco de los Cobos, destacando aquí el segundo, pues paso a paso, se impuso ya la hispanización del Imperio», comenta Sánchez-Montes.

La principal misión del Consejo de Estado era, según el catedrático, auxiliar al emperador en sus decisiones acerca de la política exterior. El número de sus componentes era variable, en torno a la docena, siendo nobles de alta alcurnia y otros miembros de la alta administración. También formaban parte del Consejo el presidente del Consejo Real, cargo entonces ocupado por el cardenal Juan de Tavera, uno de los grandes reformadores de la administración castellana, junto con el Inquisidor General. Sin embargo, no existía un puesto de presidente del Consejo, ya que como tal ejercía el propio emperador, quien además no siempre consultaba a los consejeros acerca de sus decisiones, pues Carlos V, con frecuencia, ejercía de modo personal sus acciones políticas y también con la ayuda de sus secretarios más próximos.

La Liga de Cognac, el Tratado de Madrid o la derrota de Luis II de Hungría fueron algunos de los temas tratados

Así pues, como recuerda Sánchez-Montes, aquel Consejo debió tratar asuntos como el de la Liga de Cognac –la coalición antiespañola forjada por Clemente VII y que unió a Francia, la Señoría de Venecia y el Ducado de Milán, apoyada en la sombra por Inglaterra–, o el problema ocasionado por el incumplimiento del Tratado de Madrid, que exigía la renuncia de Francia a sus derechos sobre Milanesado, Génova, Borgoña, Nápoles, Artois, Tournai y Flandes en favor del emperador. A ello se debió unir la sempiterna lucha contra el turco, llegando hasta Granada la luctuosa noticia de la muerte de Luis II de Hungría en la batalla de Mohács de 29 de agosto de aquel año, al ser derrotado el cuñado del emperador por el empuje del imperio otomano. Entonces, la pelea era política. Hoy, es fundamentalmente económica.

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