La seño responde a la pregunta con toda tranquilidad: «Tengo 10 años». El aire entra en los pulmones de los alumnos como una flecha y sale disparado con una sonora carcajada que se escucha en todo el colegio. «No, en serio, que tengo 10 años», insiste Ruth Rueda (Granada, 1980), profesora de Música del CEIP Nazaríes, en Armilla. Con los ojos como platos y el culo inquieto, la chavalada guarda ahora un silencio repleto de curiosidad: «Dejad que os lo explique –dice Ruth, con una sonrisa traviesa–. Yo nací un 29 de febrero, un día raro, un día que sólo pasa una vez cada cuatro años...».
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Hoy, 29 de febrero de 2020, es un día raro, un día que debería tener su propio horóscopo. «Yo he tenido siempre la sensación de que soy especial desde el día que nací. Me gusta mi día», dice Pablo Salas (1996), que cumple 24 años corrientes y 6 bisiestos. Licenciado en Psicología, compagina el Máster de Educación Secundaria en la UGR trabajando en un centro de menores, en Melilla. «Cuando no hay 29, lo celebro el 28 por dos razones: mi mes es febrero y el 1 de marzo nació Justin Bieber», bromea.
Pablo Salas
Nacer un 29 de febrero en Granada, como en cualquier parte del mundo, supone una serie de complicaciones que ningún bebé espera afrontar a lo largo de su vida: problemas para rellenar formularios públicos, que te pidan el DNI constantemente, confusiones administrativas... «Poca gente sabe que si naces un 29 de febrero, en las primeras horas de la madrugada o en las últimas de la noche, te pueden cambiar al 28 o al 1. Muchos padres lo hacen, para evitar líos futuros. Yo nací a las doce en punto del mediodía», explica Rafael Carrillo (1972).
Rafa Carrillo
Rafa trabaja en Barcelona, en 'CheckPoint', una empresa multinacional líder en el mundo en seguridad para tiendas. «La próxima vez que vayas a un Carrefour mira la marca de las puertas que pitan», apunta. Aunque en Granada su nombre pita por otra razón: fundó Especie Sub, una de las primeras bandas indies de Granada, a mitad de los 90, junto con Los Planetas o Niños Mutantes. Y, además, pinchaba música en Planta Baja y en Segunda División. «Éramos los reyes».
Jesús Gómez (1984) lleva desde que terminó de estudiar trabajando como técnico contra incendios. «Nos encargamos de instalar y mantener el material que hay en la calle –mangueras, bombas...– para que los bomberos puedan hacer un servicio óptimo», dice. Tiene 9 años y es, desde hace 30, un enamorado de Disney. Eso lo saben todos sus contactos en redes sociales. Eso y que se casó en Las Vegas con Tamara, que tiene una hija que se llama Alba, que juega mucho al pádel... «Pero lo de mi cumpleaños no, mira. Es gracioso porque o no te dicen nada, o te felicitan en varios días, o lo hacen cada cuatro años». Y termina: «Nacer un 29 de febrero es raro, yo no conozco a ningún otro».
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Jesús Gómez
Alberto Guzmán (1980) tampoco conocía a nadie como él, nacido un 29F. Hasta que una noche de fiesta, con 9 años –bisiestos, se entiende–, le presentaron a una chica que se llamaba Marta García. La conversación no fue así, pero casi:
–¡Yo también nací un 29 de febrero! –dijo Marta.
–Qué casualidad. Yo soy de 1980.
–¡Yo también!
–Nací en el Clínico –añadió Alberto.
–¡Y yo!
–Y me bautizaron el Día de la Cruz, en la Virgen de las Angustias, a las seis de la tarde.
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–¡Y a mí!
Alberto trabaja en banca y entiende de matemáticas. «Aquello no fue probable», asegura entre risas. Sin embargo, es muy malo para recordar las fechas, cualquiera, desde aniversarios hasta cumpleaños cercanos. «Puede que sea porque como mi propio cumpleaños no tiene fecha, le quito importancia». Casado con Celia, padre de Marina y Sofía, disfruta de la naturaleza, del deporte, de la tecnología... y de una buena conversación: «Siempre que dices tu fecha de nacimiento la gente se queda así, pillada, como pensando que estás de broma. Al rato lo entienden y empiezan a preguntarte todo tipo de cosas».
Justo antes de que lo pillen, los nacidos el 29F tienen una oportunidad de llevarse alguna que otra cervecilla. «Te estoy diciendo que tengo 10 años, ¿qué te juegas? ¿Una cena? ¿Sí? Pues mira mi DNI», recuerda José Luis Romero (1976), que admite que más de una invitación se ha llevado gracias a su cumpleaños. Él, cuando tenía 14 años –pero catorce literales, los normales, los que se suman cada vuelta al Sol–, se quedó con el traspaso de una tienda.
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José Luis Romero
«Siempre he tenido inquietudes empresariales. Aquella tienda la pusimos a nombre de mi madre y ahora la llevan mis padres. Yo monté otra de informática cuando cumplí los 18. Luego monté varios supermercados. Y la churrería del Nevada, también la monté yo. Y soy, además, Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Ogíjares». A José Luis siempre le dio mucho coraje haber nacido el 29, por eso celebraba dos cumpleaños, uno el 28, con los amigos, y otro el 1, con la familia. Este año, como cada cuatro, lo va a celebrar a lo grande. «Dicen que los del 29 somos raros –termina–. Yo no me siento raro. Pero tampoco me considero normal».
Yolanda Espallardo (1964), sin embargo, dice que es rara desde el día que nació, «que ya era un día raro». ¿Por qué? «Por pequeños detalles. Mira, fíjate si soy rara que cuando empecé a echar dientes nunca estuve mellada, siempre tenía el nuevo detrás ya fuera. O cuando me regalaron una bici, con seis años, como no quería aprender, la rompí a trozos». Ahora, en casa, sus hijos Carla y Pablo, de 19 y 15 años, se cachondean de su edad porque ya la han superado. A sus 13 años, Yolanda es economista –y muy granadinista– en un bufete fiscal y, precisamente, tiene los días muy bien fiscalizados: «Si quieres saber qué día naciste, depende del calendario que mires te ponen un día u otro. Yo nací un lunes y un miércoles...».
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Francisco salazar
Francisco Salazar (1944) es una de esas caras carismáticas de Granada. Fue durante 8 años Hermano Mayor de La Virgen de las Angustias y ha sido reconocido como Hermano Honorario. Además, ha pasado casi todos sus 19 años bisiestos al frente de Electrodomésticos Salazar, uno de esos comercios de toda la vida que ahora gestiona su hijo Paco. «Nacer un 29 de febrero es un privilegio que sólo me ha dado cosas buenas. Desde mi mujer, Lola, hasta mis cuatro hijos y mis cuatro nietos. Y, claro, a la Virgen de las Angustias. Nacer un 29 crea simpatía y curiosidad, todo el mundo tiene preguntas y cuando llega el cumpleaños, el de verdad, el que viene cada cuatro años, las felicitaciones son más especiales y la familia está muy pendiente para hacer algo memorable».
«... Y por eso tengo 10 años», termina la seño Ruth. Una mano se levanta entre los alumnos. La mano de una niña. «Seño, yo tengo tres años», dijo Diana. Ruth confiesa que de niña le fastidiaba «un poquito» haber nacido un 29 de febrero. «Ahora me gusta y lo cuento con orgullo». Está casada con Fran y tiene dos hijos, Sancho y Guiomar, disfruta muchísimo de su trabajo y ama la música. De hecho, canta en el coro Gospel Sounds. Tal vez por eso su voz fue la primera que se escuchó tras la tarta de dos kilos de piononos con la que Casa Isla sorprendió a los bisiestos de Granada: «¡Cumpleaaaaaños, feeeeliz!», se cantaron unos a otros. Luego, divertidos, se preguntaron las edades bisiestas y rieron como si acabaran de encontrar a un hermano gemelo.
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